La lucha y el dolor de las familias por liberar a sus hijos de las drogas
“Esto destruye a la familia” dice una mamá que tiene a su hijo, de 18 años, en el extranjero, siguiendo un tratamiento contra la adicción a las drogas. El relato de lo que ha pasado con el hijo en estos años es de mucha angustia. En este caso, la familia
Dentro de este reportaje, hemos hablado con los protagonistas directos de la venta de drogas al menudeo, como son los traficantes y también los consumidores.
Pero detrás de cada una de estas personas, hay una familia. Y en la mayoría de los casos, son las que más sufren.
Esta pareja accedió a hablar con ABC Color sobre la situación de su hijo porque considera que es un tema del que se tiene que informar, ponerlo a consideración y debatirlo.
“El tema drogas es algo que se tiene que hablar. Porque está en todos lados. Y no se va a solucionar tapando lo que nos pasa” dice el papá.
La historia con el hijo, arranca así; “Él empezó a drogarse a los 13 años más o menos. Todo fue por liga. Nosotros no sabíamos, nos enteramos dos años más tarde. En ese momento, parecía que no era una cuestión para desbordarse, pero todo cambió unos años después”, cuenta el padre.
A los 18 años, el hijo encontró trabajo, tenía un ingreso de dinero y empezó a frecuentar a otras amistades que le trajeron otras sustancias.
De un día para el otro, el hijo empezó a mostrar comportamientos extraños. No aparecía por la casa. Casi ya no iba al trabajo. En cuestión de meses, toda la vida que tenían, cambió por completo.
Tanto el papá como la mamá coinciden en que el hijo empezó con la cocaína posiblemente cuando estaba dejando el colegio y en coincidencia con su inicio laboral.
Destrucción
La mamá habla de que su hijo pasó por un proceso que ella describe como de destrucción.
“Gastaba todo lo que tenía para comprar cocaína, pero hubo un tiempo que ya no le alcanzaba. Entonces ¿qué le quedaba? Consumir crack. Y ahí fue que empezó a caer en un bajón total. Eso fue en febrero de este año y en dos
meses él estuvo totalmente destruido. Era piel y hueso, totalmente flaco. Ya no iba a
trabajar” cuenta la mamá.
Ese proceso duró unos meses. Salía de la casa, desaparecía
un par de días y volvía solamente para comer.
“Había momentos de pequeña lucidez que él tenía. Una vez se vio en el espejo, y vio lo deteriorado que estaba y se tiró al piso a llorar. No te imaginás. Me eché al suelo a llorar con él. Ya no podíamos más” dice la madre.
“Como papá, muchas veces no querés creer. Porque es tu hijo, porque le conocés, y sabés que es un buen chico. Pero pasa. Y la droga hoy está en todos lados. En las escuelas, en el trabajo, en el barrio, en todos lados. Y es algo de lo que se tiene que hablar” dice el papá.
Recuerda que hubo momentos
de mucha angustia cuando su hijo no llegaba a la casa.
“Pasábamos noches enteras sin dormir. O de repente iba al trabajo y cuando llegaba, mi señora me llamaba porque él llegó y teníamos que tratar de que se quede, que no vuelva a salir” cuenta el padre.
Hoy, el hijo está en el exterior, en una institución rehabilitación para personas adictas.
Estos padres aseguran que les resulta más barato pagar el tratamiento afuera que en algún instituto privado de nuestro país. “En el sector público no hay sistema de rehabilitación” aseguran.