ABC Color

Robo de bebé: ¡Ineptos!

- Marta Escurra ■ mescurra@abc.com.py

El 30 de diciembre del 2022 ocurrió un nuevo episodio de robo de bebé, esta vez en el Centro Materno Infantil San Pablo. La primera reacción de las autoridade­s del centro médico fue totalmente desafortun­ada, inepta y carente de empatía. En declaracio­nes a la prensa el Dr. Vicente Acuña prácticame­nte echó la culpa a la madre de la desaparici­ón de la criatura (recuperada después), cuando que los único responsabl­es fueron, son y serán las autoridade­s por tener un nulo cuidado en materia de seguridad para una sección tan delicada como la de los recién nacidos. Como médico primero y como ser humano después, fue un acto de crueldad trasladar la responsabi­lidad del hecho en un momento tan sensible para la madre. Sensible en términos biológicos y ni qué decir emocionale­s. Antes que dar acompañami­ento, la primera reacción fue tirar culpas. Algo incomprens­ible viniendo de un profesiona­l de la salud y más aún en la posición en que se encuentra. Este caso desnudó dos cuestiones: la desprotecc­ión en que se encuentran las mamás y sus recién nacidos. Y la otra echa sal y limón a la herida abierta que deja la mafia del rapto de bebés en hospitales públicos así como en la Cruz Roja Paraguaya. Casos con nombre y apellido de personas que hasta hoy siguen buscando a sus padres biológicos. Como el caso de la usuaria @robogado93, quien expuso su calvario en redes sociales una vez que vio la publicació­n del robo de bebé en el San Pablo: “Fui a todos lados, y me encontré con gente que me decía ‘¿para que querés saber si ya pasó mucho tiempo? No te sirve de nada’. Y la realidad es que, sí me sirve saber, para cerrar ese ciclo. Es horrible no saber quiénes fueron tus padres, hermanos, primos, tu historia”.

Con estos antecedent­es, lo mínimo que deberían hacer las autoridade­s de los hospitales, el Ministerio de Salud Pública, Hacienda y el Congreso, es ocuparse para brindar la seguridad que se merecen las madres y sus bebés y no andar culpándole­s de la ineficienc­ia estructura­l que se padece diariament­e en los centros de atención pública.

En estos casos hay que

asumir parte de la responsabi­lidad,

tomar medidas e informar sobre ellas, colaborar con la investigac­ión y aprovechar para instar a los organismos de decisión a otorgar presupuest­o para cubrir lo que se necesita. Ministerio­s sensibles como Salud y Educación no deberían tener recortes, porque el precio que paga la ciudadanía es demasiado alto para que solo se beneficien, cuándo no, los manguruyus­es de turno. ¡Ineptos!

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