El beso de Judas
Traición y “reconciliación”. Abrazos republicanos que causan polución visual. Se vendieron por monedas y por un beso, hoy todos están de amores y esos son los sapos que nos toca tragar diariamente.
Esto es apenas un pequeño panorama de los afines a la Asociación Nacional Republicana (ANR), ni logro imaginar lo que se viene y lo que tendremos que soportar hasta abril, mes en que se realizarán las elecciones generales.
El año pasado, los candidatos colorados de los movimientos Fuerza Republicana y Honor Colorado no perdieron ni una sola oportunidad para tirarse dardos de grueso calibre, sin embargo hoy, todos están fusionados en el abrazo más hipócrita que pueda existir.
Operan desde todas las instituciones públicas desparramando una cloaca que arrasa contra la salud, la educación, la seguridad, la economía, la agricultura y contra la oportunidad laboral. Por ejemplo, en Luque, desde la municipalidad administrada por el cartista Carlos Echeverría, “trabajan” todos los días y a cualquier hora, prometiendo un cambio que nunca se dará porque simplemente son uno más del montón.
Son del mismo clan, de la misma camada. Los candidatos luqueños, colorados, dicen “vamos a estar mejor” y prometen trabajar por “el futuro del país”. Sin embargo, desde hace tiempo se encuentran muy ocupados en campañas políticas y proselitistas descuidando las verdaderas necesidades de la bella ciudad de Luque.
Calles intransitables, basurales, criaderos de mosquitos, chatarrerías, inseguridad, plazas descuidadas, ocupaciones de espacios públicos, falta de agua, puestos de salud deteriorados, patrimonios olvidados, tránsito desorganizado, buses chatarras habilitados por la propia comuna, cloaca, falta de desagües, son solo algunas de las joyas que las actuales autoridades municipales, de todos los colores, nos regalan día a día.
Solo en nosotros está el verdadero cambio. En abril próximo tendremos la verdadera oportunidad de cambiar el rumbo del Paraguay por lo menos durante cinco años. Votá con conciencia, responsabilidad y esperanza. No siempre tenemos el gobernante que merecemos.