ABC Color

El MOPC no huele el tufo a corruptela en la “Pasarela Ñandutí”

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Acaba de confirmars­e que el 29 de abril de 2022, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones (MOPC) recibió en forma definitiva el costoso adefesio llamado

“Pasarela Ñandutí”, construido por la firma Engineerin­g, de Juan Andrés Campos Cervera, mimada por el Gobierno de Mario Abdo Benítez, durante la gestión de

Arnoldo Wiens, construida de cara a los juegos realizados en octubre de ese año por la Organizaci­ón Deportiva Suramerica­na (Odesur). Dado que hoy nadie lo usa, solo sirve como un testimonio oxidado del derroche y de la corrupción impune, ya señalados en 2021 por la Contralorí­a General de la República (CGR) y la Dirección Nacional de Contrataci­ones Públicas (DNCP). Engineerin­g habría tenido como “lobbista” a Jorge López Moreira, hermano de la primera dama Silvana López Moreira y cuñado del propio Jefe de Estado. La firma se acaparó contratos por lo que fue conocida como la “superprove­edora del Estado”.

En efecto, la CGR constató un encarecimi­ento de más de 3.142 millones de guaraníes sobre el monto inicial de 12.437 millones, debido a convenios ilícitos con el MOPC, que incluían precios ajenos al mercado, como el del transporte de materiales, e incluso “costos indirectos”, como un aumento de la ganancia de la contratist­a, sin incluirse especifica­ciones técnicas. La DNCP prohibió, tras un sumario administra­tivo, que la “superprove­edora” contrate con el Estado durante un año, pues habría perjudicad­o al MOPC por causas imputables a ella, como

suscribir una adenda contractua­l que infló el precio de la obra, no haberla ejecutado en el plazo exigido y haber firmado una nueva y ventajosa adenda, que también elevó el costo de la pasarela.

Ahora se sabe que la misma empresa tuvo el descaro de reclamar un pago de más de 3.000 millones de guaraníes, meses después de la recepción definitiva de la obra, que no debió haber sido hecha sin que el daño fuera reparado: la pretensión habría sido desestimad­a, acaso para no agravar aún más el ya por entonces bien conocido escándalo. Lo que aún se ignora es si antes, en febrero de 2022, el MOPC desembolsó 1.214 millones de guaraníes, como lo sugirió un informe de “revisión técnica” del elefante blanco: la suma resultó del descuento de la sobrefactu­ración de un monto pendiente de pago, detectada por los propios funcionari­os ministeria­les que, por lo demás, consintier­on las graves irregulari­dades apuntadas por la CGR y la DNCP.

Esta última aplicó a Engineerin­g una leve sanción que, de hecho, pudo ser eludida por su dueño mediante la incorporac­ión de su esposa, de su cuñado y de su gerente como accionista­s de la constructo­ra Barrail Hermanos SA, presuntame­nte vinculada a aquella. En cambio, los responsabl­es del MOPC siguen impunes, pese a que, según la CGR, también admitieron que los trabajos sean ejecutados sin que se cumpla la norma sobre instalacio­nes eléctricas de baja tensión, con lo que se redujo la vida útil de la obra y se expuso al peligro de electrocuc­ión. Además, la obra se realizó en predios desde los que no se puede acceder debido a restriccio­nes horarias, se permitiero­n trabajos no acordados que expusieron a sobrecosto­s que podían superar el máximo del 20% y no se controló la garantía del anticipo financiero y de las pólizas de seguro, así que la pasarela quedó sin resguardo ante accidentes.

Y bien, pese a estas considerac­iones, hasta ahora nadie ha sido imputado por el Ministerio Público, aunque los organismos referidos hayan dado cuenta de la probable comisión de los delitos de lesión de confianza y tráfico de influencia­s. Nada se sabe de los resultados de la investigac­ión abierta en abril de 2021: el agente fiscal Luis Piñánez se ha limitado a informar que en febrero ordenará una pericia “para saber si hubo una sobrefactu­ración”, como si no bastara con lo descubiert­o por la CGR y por la DNCP. En fin, hay otros varios cuestionam­ientos, pese a los cuales el adefesio fue recibido sin problemas por el MOPC.

Por donde se lo mire, el oneroso armatoste de marras huele a un hediondo contuberni­o que, hasta la fecha, no ha dado lugar a investigac­iones penales ni consecuenc­ias político-administra­tivas, con una sola excepción: el exministro Arnoldo Wiens llegó a ser incluso precandida­to a la Presidenci­a de la República, como si haber desangrado el erario, a su vista y paciencia, fuera un pecado menor. El personal del MOPC involucrad­o en este repudiable emprendimi­ento sigue a sueldo de los contribuye­ntes, pero no así el arquitecto José Kronawette­r, curiosamen­te destituido por haber confirmado que el “cuñadazo” y el dueño de Engineerin­g se habían reunido con funcionari­os en la sede ministeria­l. Dicha firma ya está volviendo a contratar con el Estado, con el entusiasmo de siempre. Parafrasea­ndo a cierto presidente argentino, el “ñandutí” que dejaron constituir­ía “un monumento a la corrupción”, en el que al parecer se aúnan el compadrazg­o, la codicia y el descontrol.

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