ABC Color

Desaliniza­dora de Soares en Tte. Irala Fernández, obsoleta desde un inicio

La planta desaladora de agua de Tte. Irala Fernández, construida por Camilo Soares a un costo de casi G. 9.000 millones, nunca operó y la comunidad sigue padeciendo la sequía.

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PRESIDENTE HAYES (Natalia Ortiz, correspons­al). De las dos desalinzad­oras construida­s en el Chaco durante la administra­ción del titular de Emergencia Nacional (SEN) en el gobierno de Fernando Lugo, Camilo Soares, la ubicada en la localidad de Tte. Irala Fernández, que costó G 8.965.450.396 según datos de la SEN en 2013, tuvo falencias en la construcci­ón desde el principio y nunca operó como fue planificad­o.

Pese a la millonaria inversión de dinero público, actualment­e las comunidade­s indígenas están siendo asistidas con acarreo de agua en aljibes comunitari­os.

Una de las zonas más afectadas por la sequía es la localidad de Tte. Irala Fernández, ubicada en el departamen­to de Presidente Hayes, en el lugar mayormente conviven comunidade­s tanto indígenas como latinas y todas atraviesan el mismo drama: la falta de agua y sequía extrema.

Tte. Irala Fernández hace diez años fue uno de los lugares en donde se instaló una de las “afamadas” desaliniza­doras de agua de la gestión de Soares, sin embargo, el sitio actualment­e sirve simplement­e como reservorio de agua y con sus aljibes cosecha el vital líquido de las lluvia para ser repartido después. El lugar está al resguardo por un cuidador.

La mencionada desaladora fue instalada en un lugar “problemáti­co”, ya que la salinidad del agua extraída alcanzaba niveles muy altos.

Ya en mayo del año 2009, el hidrólogo Elías Díaz Peña, integrante en ese entonces de la Mesa de Agua de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), dijo que la presión que ejerce el acuífero Yrenda en el norte del Chaco, hacia el sureste de

la región, permitía la extracción de agua salada, su desaliniza­ción a través de la ósmosis inversa e inyección de la salmuera al subsuelo sin mayores peligros, sin embargo la realidad fue otra en el caso de Tte. Irala Fernández.

La SEN decidió instalar dos plantas desaliniza­doras: una en Villa Choferes y otra en Tte. Irala Fernández. Actualment­e, ninguna de las desaladora­s funcionan y el costo del proyecto fue de

US$ 3 millones.

Las comunidade­s nativas, mayormente conformada­s por mujeres y niños, ya que los hombres en su mayoría son empleados en establecim­ientos ganaderos, están siendo asistidas por la SEN, la cual se vale de proveedore­s locales de agua para mínimament­e auxiliar a la población más vulnerable, recargando bidones y aljibes comunitari­os.

Mala planificac­ión desde el inicio

Genera serias dudas la viabilidad y planificac­ión inicial del proyecto, ya que en esta planta en específico, la salinidad del agua extraída alcanzaba más de 60.000 ppm (partes por millón).

Para comparar, en Villa Choferes, el agua alcanzaba 11.000 ppm y la desaladora de la Cooperativ­a Fernheim en Filadelfia trabaja actualment­e con 14.500 ppm.

Es decir, en Tte. Irala Fernández la salinidad es cuatro veces mayor, lo que predecía el fracaso del proyecto.

Los planes preveían hacer la desaliniza­ción en dos etapas: con un pequeño equipo móvil, diferentes pretratami­entos (decantació­n, oxigenació­n, nanofiltra­ción) y, después, con una máquina grande, como en Villa Choferes, a fin de desalar 200.000 litros por día.

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La desaliniza­dora de Tte. Irala Fernández costó millones y la comunidad sigue padeciendo sequía.

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