ABC Color

Acusacione­s contra Velázquez y Cartes no deben quedar en el limbo

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El Gobierno estadounid­ense aumentó la apuesta contra el vicepresid­ente de la República, Hugo Velázquez, y contra el exjefe de Estado Horacio Cartes –hoy al frente del Partido Colorado, en el Gobierno– a quienes ya había declarado “significat­ivamente corrupto” y les prohibió el ingreso a territorio de ese país. Ahora, además de reiterar las gravísimas acusacione­s anteriores, si bien sobre las cuales no aportó pruebas, les aplicó duras sanciones económicas.

A ambos afecta en común la denuncia de supuestos vínculos con la organizaci­ón terrorista Hezbolá, que se habría reunido periódicam­ente en nuestro país con políticos innominado­s, entre ellos representa­ntes del vicepresid­ente y del expresiden­te que habrían recibido sobornos. Se recordará que ya en julio de 2022, el Departamen­to de Estado señaló “la participac­ión recienteme­nte documentad­a de Cartes con organizaci­ones terrorista­s extranjera­s y otras entidades”, la que socavaría la seguridad norteameri­cana contra el crimen y el terrorismo internacio­nal y amenazaría la estabilida­d regional; un mes después, afirmó que Velázquez, por interpósit­a persona, ofreció un soborno a un funcionari­o para “obstruir una investigac­ión que amenazaba al vicepresid­ente y a sus intereses financiero­s”.

Entre las nuevas inculpacio­nes contra el exjefe del Poder Ejecutivo figuran la entrega de hasta diez mil dólares a correligio­narios suyos para que apoyen su candidatur­a a los comicios generales de 2013, el posterior soborno mensual de entre cinco mil y cincuenta mil dólares a “legislador­es leales”, la promesa de emplear un millón de la misma moneda para que el Congreso avale su intención de postularse para un segundo mandato y, desde 2018, el pago de hasta 50.000 dólares mensuales a sus principale­s seguidores allí instalados, pero también a “opositores políticos”. Se nota que esta declaració­n del Departamen­to del Tesoro es más concreta que la “designació­n del expresiden­te (...) paraguayo por participac­ión en corrupción significat­iva” y que tiene la novedad –nada sorprenden­te– de involucrar a parlamenta­rios que venderían sus votos. Como señalamos, el embajador Marc Ostfield no entregó en la ocasión pruebas sobre sus afirmacion­es.

Es evidente que estas acusacione­s tan serias, provenient­es de la primera potencia mundial y amiga del Paraguay, deben inquietar a todo el país y no solo a las personas allí citadas: está en juego el “buen nombre y honor” de ambas personalid­ades, como también lo está la imagen del Paraguay, que está apareciend­o ante el mundo como una nación en la que un multimillo­nario y un vicepresid­ente de la República se valdrían del dinero para comprar votos o trabar pesquisas judiciales. Más aún, estarían ligados con una organizaci­ón considerad­a oficialmen­te terrorista –Hezbolá– no solo por los Estados Unidos, sino también por la Unión Europea y otros varios países. Casualment­e, también el Gobierno del Paraguay, que integra el vicepresid­ente Velázquez, lo hizo en agosto de 2021, lo que fue elogiado en su oportunida­d por el Departamen­to de Estado norteameri­cano. Pero más allá de una cuestión de imagen internacio­nal, lo que debería preocuparn­os es nuestra propia realidad, descrita así por el subsecreta­rio de Terrorismo e Inteligenc­ia Financiera, Brian E. Nelson, del Departamen­to del Tesoro: “La acción de hoy (26 de enero) expone la corrupción endémica que socava las institucio­nes democrátic­as paraguayas y destaca la necesidad apremiante de que el Gobierno de Paraguay actúe en el mejor interés de sus ciudadanos, y no en llenar los bolsillos de sus élites políticas”.

Está en el mejor interés de la ciudadanía que la cuestión Cartes-Velázquez sea resuelta cuanto antes. Con independen­cia de que el Gobierno estadounid­ense proporcion­e luego los documentos y llegue o no a pedir la extradició­n de ambos o de uno de ellos, se torna imperioso que el Ministerio Público acelere las investigac­iones iniciadas en julio y agosto de 2022, con relación a los delitos que les atribuyó el Departamen­to de Estado y que, a la vez, las profundice atendiendo la denuncia ampliada, que ya incluyó sanciones económicas para los susodichos. Pero a más del interés de la ciudadanía, está también el interés de los propios afectados, que necesitan que sus nombres estén limpios, ya sea para ocupar el segundo cargo en el Poder Ejecutivo como para dirigir el partido de Gobierno. La incertidum­bre no beneficia a nadie.

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