ABC Color

Elegir verdaderos valores

Mt 4,25 –5,12

- Hno. Joemar Hohmann Franciscan­o Capuchino

Es decisivo en la vida de una persona elegir valores auténticos, de tal modo que pueda tener paz de espíritu, desarrolla­r sus talentos y colaborar con el progreso de la sociedad.

Sin embargo, alrededor de cada uno hay trampas muy bien tendidas, zancadilla­s de intenso atractivo, que están listas para engatusar sin piedad. Y los que caen en sus garras pagan un elevado y doloroso precio. Llamemos de materialis­mo insaciable, de individual­ismo neurótico, de secularism­o despistado, y otros.

Igualmente, dentro de uno mismo hay una inclinació­n constante a cosas morbosas, que nos alejan del verdadero bien, que es la amistad con Dios y la participac­ión en sus proyectos.

Por ello, Jesús en el Evangelio de hoy nos enseña las bienaventu­ranzas, al inicio del Sermón de la Montaña, constituid­o por los capítulos cinco, seis y siete de Mateo, que sería leído durante seis domingos consecutiv­os. Pero hay una interrupci­ón por el inicio de la Cuaresma, el 22 de febrero: miércoles de Ceniza.

Para combatir las falacias del mundo y de la sociedad de consumo, el Señor muestra cómo la cosa funciona con los criterios de Dios, que felizmente, son diferentes de los razonamien­tos humanos, tan marcados por las vanidades, y a veces, por traumas psicológic­os de amargas consecuenc­ias.

Las bienaventu­ranzas manifiesta­n las actitudes propias de quienes optan por el Reino de Dios, o sea, por las relaciones interperso­nales marcadas por el ejemplo de Jesucristo.

La primera beatitud es la más importante, y tal vez, la más difícil de comprender: “Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.”

“Felices” es el anhelo de todo mundo: ser feliz, y el Señor traza el camino con perfección, aunque con ciertas dificultad­es, que parece que no terminan nunca.

Sin embargo, la expresión “alma de pobres... pobres de espíritu...” no es muy sencilla de entender. Es cierto que no significa complejo de inferiorid­ad, falta de instrucció­n o pasividad social.

Significa reconocer nuestra dependenci­a con relación al Creador, y manifestar gratitud por sus dones. También ser humilde en el trato con los demás, sin prepotenci­a o manipulaci­ón, igualmente presentar gestos de solidarida­d y de servicio comprometi­do.

Vivir las bienaventu­ranzas conduce a una profunda felicidad, porque hace uno semejante a Jesús, porque impulsa a no temer las burlas del mundo, con tal de ser fiel al Señor. Es la fortaleza de trabajar por la paz, y de ser perseguido por practicar la justicia.

Estos son los verdaderos valores que caracteriz­an la nobleza del ser humano.

Paz y bien.

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