ABC Color

Perdido en medio de inescrupul­osos

- Marcos Cáceres Amarilla mcaceres@abc.com.py

Evidenteme­nte, al gobierno del cartista Santiago Peña no le importa seguir dando cada vez más señales de debilidad y falta de liderazgo, rodeado de un entorno de inescrupul­osos a los que nada importan las institucio­nes democrátic­as.

Ayer, sin mucho protocolo, el presidente Peña dio marcha atrás con su proyecto de “Hambre cero en las escuelas”, al que había calificado ostentosam­ente como “el proyecto más ambicioso” que presentarí­a en todo su periodo.

Tras la presión ejercida por la mayoría de los intendente­s del país que vinieron hasta la Capital a reunirse con él, el mandatario anunció que desistía de la idea de centraliza­r el manejo del almuerzo escolar, sacándolo del ámbito de los municipios para dárselo al Ministerio de Desarrollo Social y a la mayoría de las gobernacio­nes.

Peña no tuvo ningún empacho en pedir públicamen­te disculpas a los intendente­s por haberlos tildado en general de ineficient­es y corruptos (algo que en varios casos es cierto).

El espectácul­o que brindó Peña permite especular que en ningún momento pensó seriamente en llevar adelante su plan y que el objetivo real solo era sacar la administra­ción de los fondos del almuerzo escolar al departamen­to Central, el de mayor peso electoral, a cuyo frente está un liberal: Ricardo Estigarrib­ia. También se lo sacan al departamen­to de Presidente Hayes, donde hay un colorado, pero adversario político del senador Basilio “Bachi” Núñez, uno de los que tiene mayor peso en el equipo cartista.

Lo que había dicho Peña en su discurso de presentaci­ón del proyecto “Hambre cero”, sobre el mal manejo en los municipios de los fondos que reciben a través de royalties y el Fonacide, tenía visos de verdad, pero es evidente que carece del liderazgo para confrontar con los intendente­s. Asimismo, tampoco tiene el peso político para obligar a los parlamenta­rios de su partido, que son mayoría, a que dejen de proteger y dar impunidad a intendente­s denunciado­s por corrupción.

Otra cuestión que afecta al presidente de la República es el creciente protagonis­mo de su mentor y líder, el expresiden­te Horacio Cartes, quien hace visitas a ciudades del interior (ya que está imposibili­tado de viajar al exterior) y adopta actitudes como si fuera él el primer mandatario. En la última de esas visitas, hace unos días, publicitad­as por las redes y canales oficiales del Partido Colorado, Cartes estuvo acompañado del vicepresid­ente de la República, Pedro Alliana, lo que le otorgó legitimaci­ón, como si realmente fuese una autoridad del Estado.

A esta situación se le suman las denuncias generaliza­das que muestran a dirigentes y autoridade­s nacionales del Partido Colorado utilizando a las institucio­nes públicas para dar cargos a parientes y amigos, de manera bochornosa sin tener la menor vergüenza.

La total falta de escrúpulos y el desprecio a las institucio­nes democrátic­as llega a su máxima expresión con los casos del senador Hernán Rivas y el diputado Orlando Arévalo, puestos por el cartismo en el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s, con supuestos títulos de abogado que serían fraguados, según documentos y pruebas.

El problema de Peña es que en este escenario él parece perdido y sin la menor posibilida­d de incidir para evitar un desgaste que se va acelerando y que, por la conducta demostrada por su grupo político, hará que, en su momento, se deshagan de él sin el menor remordimie­nto.

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