ABC Color

No les turba el hambre, sino la plata

- Bernardo Neri Farina ■ nerifarina@gmail.com

Un apetecible negocio político es la creación de distritos con atributos de municipio, aun en poblados que no reúnen requisitos suficiente­s para serlo. Con su constituci­ón en tal, cada distrito recibe inmediatam­ente el beneficio del Fonacide y los royalties de Itaipú. Plata dulce sin ningún trabajo. La descentral­ización es una mentira. Una mayoría de los municipios dependen del aporte del poder central. Y, sobre todo, de Itaipú.

La descentral­ización total no existe, porque los municipios no tienen cómo sostenerse por sí. La descentral­ización se dará cuando todos los municipios generen sus propios recursos. Si no, es pura careteada “descentral­izadora”.

Los distritos creados en los últimos años por los parlamenta­rios sirven únicamente para entretenim­iento rentado de parásitos políticos locales.

Esto viene a cuento a raíz de lo que pomposamen­te han llamado Hambre cero en las escuelas, que buscó, en un primer momento, un golpe de efecto social. ¿A quién no le conmueve el hambre de los niños? La condición de pobreza extrema en que se hallan los mismos; condición que les impide disfrutar de una vida escolar plena.

No vamos a hablar aquí de las causas de esa pobreza que hace necesaria que la escuela se ocupe de la alimentaci­ón, cuando esa no es su función específica. En la raíz de esta tragedia está la política y están los políticos.

En un acto con sobredosis de show, el Ejecutivo lanzó Hambre cero con recortes económicos que afectaban a intendente­s y gobernador­es, para sorpresa de estos. De paso, se pudo percibir ya que se lanzó un programa con ribetes épicos sin tener el financiami­ento completo y asegurado para el mismo.

La reacción de los munícipes se hizo sentir inmediatam­ente y obligó al presidente de la República a modificar su estrategia (si es que tenía alguna bien estructura­da). La historia ya es conocida por la profusión de informacio­nes sobre la misma.

Para calmar el aluvión, el Ejecutivo hizo más promesas de cumplimien­to bien dudoso, entre ellas, algo que obligará a una metida de mano nada menos que en la Constituci­ón Nacional. Esto es algo que puede significar el inicio de la catástrofe final.

El Ejecutivo, con el tema del Hambre cero, desató una dinámica administra­tiva que no sabemos en qué terminará. La reacción política, con distintas manifestac­iones, nos ha demostrado lo que temíamos: el interés principal aquí no es el hambre de los niños, sino la plata que manejan sectores políticos. La misma Contralorí­a habló de corrupción en la gestión del almuerzo escolar. Tal almuerzo ha sido alimento de patéticos hechos de corrupción. Aquí no hay plata para el hambre de los niños, pero sí la hay para que muchos políticos se vuelvan ricos impunement­e tragándose la comida que debió haber sido para los escolares.

Con Hambre cero el presidente creó un laberinto del que le será difícil salir. A muchos gobiernos locales, especialme­nte los municipios creados para los parásitos, el hambre de los niños no les turba. Solo quieren seguir tragando.

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