Tabaquismo altera la defensa en dos formas
REDACCIÓN CIENCIA (EFE). Fumar altera el sistema inmunitario hasta después de haberlo dejado, lo que no solo aumenta la predisposición a desarrollar enfermedades, sino que agrava cualquier padecimiento cotidiano haciendo que el fumador o exfumador sufra más síntomas y complicaciones.
Siguiendo la senda abierta en los años 90 por la investigadora Polly Matzinger, quien describió las labores de control y protección interna del cuerpo humano que realiza el sistema inmunológico, un estudio recogido en la revista Nature trató de responder a la pregunta de qué factores ambientales externos alteran nuestras defensas. Se analizaron muestras de sangre expuestas a esos 136 patógenos de 200 personas por cada década, de las cuales la mitad eran mujeres y la mitad hombres.
Los científicos se fijaron concretamente en la cantidad de citocinas (un grupo de proteínas cruciales para controlar la actividad de las células del sistema inmunitario) que segregaban las personas estudiadas para defenderse de los esos patógenos y coordinar la respuesta inmunológica para combatirlos.
La conclusión fue clara: de todos los factores ambientales estudiados, el tabaquismo fue el que más influyó en la respuesta inmunitaria.
Una de las autoras, Violaine Saint-André, investigadora del Instituto Pasteur de París, explicó que fumar altera las defensas del cuerpo de dos formas. Afecta la inmunidad “innata o natural”, que es la capacidad congénita del cuerpo para destruir cualquier tipo de microorganismo potencialmente dañino.
Y modifica también la llamada inmunidad “adaptativa” (mediada por los linfocitos) que produce anticuerpos específicos frente a cada amenaza, según los autores.