ABC Color

Encarnació­n de entre casa

- Jaroa@abc.com.py

La capital itapuense tiene fama de ser una de las ciudades más bonitas, ordenadas y limpias del país. Esa es una opinión generaliza­da de quienes nos visitan, y efectivame­nte, comparativ­amente con otros puntos del país, Encarnació­n se destaca por esos atributos.

Sin embargo, hilando fino, la ciudad dista mucho de ofrecer un ambiente amigable con peatones y automovili­stas. Sobre todo en puntos alejados del microcentr­o y la avenida costanera, que es donde se concentra la mirada de los turistas.

Caminar por algunas calles dentro del casco urbano para mucha gente, particular­mente adultos mayores, o niños, puede significar una odisea en la que debe sortear el peligro de ser arrollado por algún conductor distraído.

No existe una sola avenida en la ciudad que no tenga funcionand­o en plena vereda, en la vía pública, algún taller mecánico, de chapería de automóvile­s, gomería y hasta desarmader­os de vehículos. Esto sin contar los locales de comidas rápidas y otros tipos de negocios que convierten las veredas en espacios de exposición de mercadería­s.

Si bien es cierto que todos tenemos el derecho a trabajar, existen condiciona­mientos y normas de respeto obligatori­o, los cuales son violentado­s sin un ápice de considerac­ión hacia igual derecho ciudadano de circular libremente y con seguridad en la vía pública.

Es llamativa la incapacida­d de la autoridad comunal en poner orden en este asunto. Y no es por falta de herramient­as legales, pues existen ordenanzas que regulan la materia. Es lo que se llama lisa y llanamente falta de voluntad, de ponerse en los zapatos de ese vecino que se ve obligado a bajar de la vereda y transitar por la calzada porque se topó con un obstáculo insalvable. Parece un problema menor, pero no lo es.

Otro tanto es la presencia de ojos de agua en las calles. Si bien es un problema que atañe básicament­e a la Essap, no es menos cierto que las autoridade­s comunales, como gestoras de la vida comunitari­a, están obligadas a agotar acciones para que la ciudad cuya administra­ción les fue delegada ofrezca las condicione­s mínimas de salubridad y seguridad en el tránsito vehicular.

Es lo mínimo que se espera en una ciudad que se precia de ser epicentro del turismo y modelo en limpieza y ordenamien­to. Que esa imagen de modelo en limpieza y ordenamien­to no se limite a una avenida turística.

Qué oportuno sería que el intendente y los concejales municipale­s caminen de vez en cuando por las calles de esa Encarnació­n de entre casa. Y, fundamenta­lmente, se ocupen de gestionar las respuestas que la ciudadanía espera de los administra­dores de la ciudad.

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Juan Augusto Roa

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