Gobierno teledirigido
Hace unos diez días, el 10 de febrero pasado, se produjo una de las tantas, y cada vez más frecuentes, constataciones acerca de la verdadera manera en que colaboran Horacio Cartes y Santiago Peña, presidente del partido Colorado el primero y presidente de la República el segundo.
Ese día, en Itapúa, Cartes alentó, delante de Santi, a los militantes colorados a que “presenten las listas de problemas, los espero en la Asociación Nacional Republicana y les prometo que vamos a salir a trabajar juntos... Me pongo al lado de cada uno de ustedes, porque hay que reconocer que el partido tiene fuerza. El partido abre puertas. Ese ministerio’i... el ministro no quiere abrir tanto... El Partido Colorado golpea las puertas y se abren las puertas” (las negritas son nuestras).
Por lo que aclararon tanto Cartes como Santi ahí mismo “los problemas” de los que hablaba el primero son los cargos públicos, pagados con el dinero de todos los paraguayos, colorados y no colorados, que algún funcionario con algún resto de decencia deniega a estos parásitos, los prebendarios colorados.
“El ministro no quiere abrir tanto... El partido golpea...”
Fue una “bajada de línea” en toda regla a Santi y a sus ministros sobre quién es el que toma las decisiones sobre si regalar o no el dinero que el Gobierno recauda coercitivamente para impuestos y sobre que no se deben al pueblo que paga esos impuestos, sino a él, que actúa como el patrón. Un Gobierno teledirigido.
Santi se apresuró, en el mismo acto, a confirmar su disposición a seguir repartiendo cargos solventados con los impuestos que obligan a pagar a todos los paraguayos sin discriminación: “mucha dirigencia, que así como nosotros luchaba para llegar... Hoy quiere tener los espacios en el Gobierno y somos conscientes de que no hemos sido capaces de honrar a toda esa dirigencia que ha trabajado para llegar al gobierno”, confirmó, comprometiéndose con la línea prebendaria de Cartes.
Y evidenciando su papel en esta sociedad, Santi reafirmó que pretende ir siempre de la mano de Horacio: “mi querido Horacio, yo desde el gobierno te digo que nos sentimos apoyados y tengo un sentimiento de gratitud por el apoyo a la labor de unir a la familia”.
Está claro que los papeles de ambos están perfectamente definidos y que ninguno de ellos tiene el más mínimo interés en poner en duda o riesgo esa definición. Y está a la vista que el que baja línea es Cartes, aunque esa línea sea una reivindicación concreta y expresa del pasado prebendario del coloradismo, que se contrapone a la supuesta “modernidad técnica” del presidente y sus ministros.
Los últimos acontecimientos relacionados con la exsenadora Kattya González solamente confirman todo lo anterior. Lo confirman de modo contundente y evidente. La “modernidad técnica” que pretende vendernos el actual Gobierno es nada más, y nada menos, que una operación de marketing que sirve para engañar a los incautos que no pueden interiorizarse de los detalles de la vida política e institucional.
Es una estafa intelectual de primera magnitud, pues parece que nadie puede negar ya que este Gobierno regala cargos pagados con el dinero de todo el pueblo, no solamente a sus militantes, sino también a sus familiares, y que aplasta las normas ante la menor chance de hacerlo.