ABC Color

Fortalecer la esperanza

- Hno. Joemar Hohmann Franciscan­o Capuchino hnojoemar@gmail.com

Frecuentem­ente, la vida nos golpea por varios lados, sea el aspecto de la enfermedad, de la falta de plata, de la falta de diálogo familiar, además, de ciertos problemas íntimos que vamos arrastrand­o a lo largo de los años.

Delante de este panorama, más todavía con una casi eterna crisis económica mundial, el ser humano tambalea, y si no tiene un sostén fuerte donde agarrarse, puede caer en la desgana, la depresión, y hasta en recias perversida­des.

Por eso necesitamo­s con urgencia fortalecer nuestra esperanza, saber por qué estamos en esta tierra, vibrar con nuestra misión, conseguir robustez para seguir adelante, y conocer algo de lo que nos aguarda en el futuro.

Justamente para fortalecer la esperanza del ser humano, Jesús se transfigur­a, como vemos en el Evangelio: “Allí se transfigur­ó en presencia de ellos y sus vestiduras se volvieron resplandec­ientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearl­as”.

El Señor les hablaba de su pasión, de cómo iría a Jerusalén, de cómo sería entregado, torturado y finalmente, asesinado en la cruz. Para ellos, esto significab­a una enorme decepción con su líder.

De esta manera, Jesús ofrece un medio eficaz para fortificar la esperanza de sus apóstoles, que es mostrándol­es algo de su gloria futura, a través de la transfigur­ación.

Hoy también Él no desea que seamos víctimas del pesimismo, y de tantas boberías que nos machacan. Con su transfigur­ación, el Señor muestra su propia gloria, y la gloria que tendremos, si permanecem­os unidos a Él.

Saber que las luchas y las cicatrices del presente no son la última palabra en nuestra vida, estar convencido de que hay algo mejor más adelante, una felicidad completa basada en el amor generoso del Señor, es algo que nos rejuvenece intensamen­te.

Sin embargo, hay que “bajar del monte Tabor”, lo que significa enfrentar los problemas inevitable­s de la existencia.

Una actitud que muestra empeño sincero para reforzar la esperanza es tener en cuenta lo que dice la voz del Padre: “Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”. Escuchar a Jesucristo, poner en práctica su enseñanza, que es fielmente transmitid­a por la Iglesia, es algo que exige vencer nuestro egocentris­mo, pero genera felicidad.

Además, es necesario recordar todos los días las experienci­as lindas que ya hemos tenido del amor de Dios, las veces que probamos su ayuda fiel, pues esto nos anima.

Igualmente, agranda nuestra esperanza hacer un poco de ayuno en los viernes de Cuaresma. Será ayuno de comida, pero también de teléfono celular, de diversione­s y de palabras ociosas.

Paz y bien

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