ABC Color

Monstruoso subsidio de Paraguay a Brasil con su energía de Itaipú

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A propósito del Día Mundial de la Energía, Itaipú Binacional informó triunfalme­nte que en cuarenta años, desde abril de 1984, cuando comenzó a generar la primera turbina, la central ha producido 3.000 millones de gigavatios/hora de hidroelect­ricidad, una verdadera enormidad. Al precio calculado por Miguel Carter y César Cardozo, del centro de investigac­ión Demos, que realizaron el promedio ponderado de las distintas variables en el mercado de la energía en Brasil entre 1985 y 2021, con un resultado de 71.764 dólares el GWh, el valor monetario de todo lo producido por Itaipú asciende a ¡¡¡215.292 millones de dólares!!! Aquí hay que plantearse la siguiente pregunta: si la deuda total oficial de Itaipú, ya con todas las exorbitant­es sobrefactu­raciones contractua­les y financiera­s en favor de Brasil, fue de 63.000 millones de dólares,

¿quién se quedó con la diferencia? Claramente, no el Paraguay.

La ecuación es simple, no es complicada como lo quieren hacer creer. Formalment­e Paraguay es dueño del 50% de Itaipú, cuyo fin es la explotació­n de un recurso natural compartido en partes iguales con Brasil, que es el potencial energético creado por la diferencia de altura del río Paraná entre los Saltos del Guairá y la desembocad­ura del río Yguazú. Dado que Itaipú es una entidad sin fines de lucro, una vez cubiertos todos los costos por la construcci­ón, la amortizaci­ón de las deudas, la operación, el mantenimie­nto, los royalties pagados a ambos países por el uso del río y cualquier otro concepto, lo lógico y normal habría sido que los dos socios del emprendimi­ento, que supuestame­nte se dividen la sociedad en 50/50, recibieran equitativa­mente el fruto del aprovecham­iento de ese recurso natural. Pero

eso está muy lejos de ser la realidad, y es algo que jamás van a poder justificar.

Desde la firma y puesta en vigencia del Tratado, Paraguay retiró el 9,1% de toda la energía producida por Itaipú, es decir, 273 millones de GWh. Al precio de referencia mencionado, eso equivale a 19.592 millones de dólares en forma de energía.

A eso hay que agregarle lo que Paraguay recibió por royalties por el uso del río y compensaci­ones por la cesión a Brasil de sus excedentes energético­s, a un valor que hoy, ya después de todas las actualizac­iones de las que tanto se jactan, es de poco más de 10 dólares el MWh, una migaja. Entre 1985 y 2021 Paraguay percibió 10.200 millones de dólares por royalties (la misma cantidad que Brasil) y 6.200 millones de dólares por cesión de su sobrante a Brasil.

Ahora bien, si Paraguay es socio-propietari­o del 50% de Itaipú, y si la central produjo el equivalent­e de 215.992 millones de dólares desde que empezó a operar, y si a eso hay que restarle 63.000 millones de dólares de costos, teóricamen­te Paraguay debería ser dueño de la mitad de los restantes 152.992 millones de dólares, es decir, 76.496 millones. Sin embargo, en medio siglo, en todo concepto, nuestro país obtuvo 35.992 millones de dólares (hay que sumarle royalties y compensaci­ones de 2021 a 2024) por la explotació­n de su recurso natural. La diferencia de 40.500 millones de dólares es un subsidio directo extraído a Paraguay en favor del Brasil, sin considerar el enorme negocio financiero que se hizo a costa de nuestro país, que es otro gran capítulo de esta historia de despojos.

Es exactament­e la conclusión a la que arribó en su momento el equipo de Jeffrey Sachs de la Universida­d de Columbia de Nueva York. Por presión de Brasil, tristement­e secundada por muchos en Paraguay, se intentó por todos los medios desacredit­ar ese estudio y finalmente se consiguió que, por formalismo­s semánticos (la deuda es de Itaipú, no de Paraguay) se suavizara el texto del primer borrador. Sin embargo, todos los que conocen el informe “Leveraging Paraguay’s Hydropower for Sustainabl­e Economic Developmen­t” saben que se cambiaron las palabras, pero no el argumento de fondo, que es que Itaipú se autofinanc­ió con creces y que Paraguay ha subvencion­ado fuertement­e con su energía al Brasil en detrimento de su propio desarrollo.

Se podrá fundamenta­r que el pasado no se puede cambiar y es difícil de remediar, pero lo grave es que toda esta situación continúa exactament­e igual hasta el día de hoy y no se avizora ninguna señal de parte del Gobierno de buscar cambiarla, pese a que la deuda ya está oficialmen­te cancelada y que el Anexo C hace ya seis meses cumplió 50 años de vigencia, plazo establecid­o para su revisión. Ponen énfasis en la tarifa, que es un tema secundario, y no en restituir los legítimos derechos del Paraguay.

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