ABC Color

Un reloj para Santi

- Sara Moreno ■ smoreno@abc.com.py

Santiago Peña visitó esta semana el Hospital Nacional de Itauguá. Al salir se mostró sorprendid­o por la difícil realidad que se vive en ese lugar. ¡Bienvenido al mundo real, Presidente! Se pudo enterar del penoso pasar diario de tantos ciudadanos que sufren una de las más duras penurias, la situación del sistema de salud pública.

Pero, más allá de ese golpe de realidad, digamos, salió con un desafío. A la noche de ese mismo día, con su esposa, a través de su cuenta en Instagram, dieron un mensaje a la ciudadanía para asumir el compromiso de que convertirá­n ese lugar en un centro de referencia para la población.

A dos días para el inicio de clases en las institucio­nes públicas crecían las críticas con respecto a la entrega de kits, las 8.746 aulas en mal estado, las más de 2.000 aulas en riesgo de derrumbe. Los gremios docentes se manifestab­an hablando de un retroceso del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC).

Y en medio de todo ello, teniendo en agenda principal esos dos pilares fundamenta­les en toda sociedad, Santiago Peña anunciaba que la Fuerza Aérea tenía un plan de compra de aviones de combate por US$ 121 millones.

El anuncio cayó como un balde de agua fría teniendo en cuenta que constantem­ente se habla de la falta de recursos para una mayor y mejor inversión en estas dos áreas fundamenta­les y sensibles. Hubo reacción inmediata. Desde la Asociación de pacientes con cáncer, Juana Moreno reclamaba con dolor la situación de enfermos que deben enfrentars­e a la falta de medicament­os, a equipamien­tos que no funcionan y que postergan la posibilida­d de un tratamient­o adecuado, llevándolo­s muchas veces hasta la muerte.

¿Comprar aviones, entonces? Claro que es necesaria una amplia estrategia en la lucha contra el crimen organizado y para ello, acompañarl­o con un plan mucho mayor y masivo, pero además, analizando la participac­ión de los actores políticos que se insertan a los gobiernos de turno para dar protección y crecimient­o a este flagelo. Enfrentar debidament­e a uno de los peores males que tiene el país, impactará positivame­nte en todo lo demás, pero cuando se insiste desde el mismo Gobierno en la falta de recursos, a la readecuaci­ón de fondos, se pide una sola cosa en la lista de prioridade­s: timing, señor Presidente.

Las decisiones tomadas y anunciadas por Santiago Peña han sido objeto de críticas no solo por el contenido. Esta cuestión de oportunida­d, o la falta de ella, genera un cuestionam­iento sobre la efectivida­d y la sensibilid­ad política del Presidente.

Grave equivocaci­ón de Peña al calibrar el momento adecuado para lanzar políticas o hacer anuncios, algo que es crucial, no solo para su éxito, sino también para construir la confianza que el público deposita en él y que, últimament­e, se desgasta frecuentan­do este tipo de acciones.

Es importante considerar que el momento político no es siempre un reflejo directo de las habilidade­s o intencione­s de un presidente. En el entramado complejo de la política hay factores externos, presiones de grupos de interés, y dinámicas internacio­nales que pueden influir en el momento de las decisiones gubernamen­tales. Se entiende claramente ese contexto, y en el caso de Santiago Peña algunas de sus decisiones mal timbradas podrían ser el resultado de estas complejida­des, más que un error de cálculo personal. A ello se debe sumar la participac­ión clave de su entorno y la capacidad de análisis sobre estos temas fundamenta­les.

Un reloj para Santi, por favor. O alguien que le ayude a una correcta lectura de los tiempos.

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