ABC Color

Saqueo a la función pública en primeros meses del Gobierno

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El Poder Ejecutivo remitió al Congreso el pasado 13 de febrero un nuevo proyecto de ley de la función pública y la carrera del servicio civil, con el declarado objetivo de transparen­tar la administra­ción pública y asegurar el concurso obligatori­o y la eliminació­n de las influencia­s indebidas para acceder a cargos estatales. Sin embargo, por el Instituto Nacional de Estadístic­a (INE) nos enteramos de que en el último trimestre del año pasado, el primero de este Gobierno, hubo un ingreso récord de nuevos funcionari­os públicos asalariado­s, la gran mayoría sin concurso, lo que se suma a los numerosos escándalos de “nepobabies” y de “asesores” y “asesoras” planillero­s que salieron a la luz y que tanto han indignado a la ciudadanía. Entonces, ¿en qué

quedamos?

Ya con las proyeccion­es ajustadas a los resultados del último censo nacional, la Encuesta Permanente de Hogares Continua del INE reveló que entre octubre y diciembre de 2023, en coincidenc­ia con los primeros meses de gestión de la administra­ción de Santiago Peña, el número de funcionari­os públicos asalariado­s creció en 8.237 personas en comparació­n con el trimestre anterior, lo que representa un salto de 2.000% en relación con el incremento de 382 personas que se había registrado en el resto del año frente al número de funcionari­os de 2022.

Para tener una perspectiv­a de lo masivo que fue este verdadero asalto a la función pública en el inicio del nuevo Gobierno, esos 8.237 funcionari­os adicionale­s duplican el número de nuevos asalariado­s en todo el sector privado en el mismo período (4.664), pese a que en el ámbito privado se desempeña el 81% de todos los trabajador­es con salario en relación de dependenci­a de la fuerza laboral.

Todo esto, más los múltiples casos que se conocieron de repartija de sueldos del Estado a hijos, cónyuges, parejas, parientes cercanos, operadores y amantes sin cumplir mínimos requisitos de necesidad, concurrenc­ia e idoneidad, con justificac­ión o tolerancia desde las altas esferas del poder, va completame­nte a contramano de los objetivos que el propio Gobierno afirma perseguir en la exposición de motivos del mencionado proyecto de ley.

El Poder Ejecutivo introdujo modificaci­ones al proyecto que había presentado el Gobierno anterior en octubre de 2022 –y que se mantuvo cajoneado–, “para concretar una administra­ción más ágil, previsible, transparen­te y de puertas abiertas al ciudadano”, y llevó adelante algunas iniciativa­s de divulgació­n y promoción, como la de socializar el texto y proporcion­ar informació­n sobre los alcances y los puntos más relevantes a través del sitio del Ministerio de Economía y Finanzas.

Allí se indica que se respetarán los derechos adquiridos, pero que, con la nueva norma, la “única vía de ingreso” a la función pública será el concurso de oposición, salvo contrataci­ones directas en casos de desastres o calamidad declarada previament­e por ley.

Se obtendrá estabilida­d a los 4 años de antigüedad y solo después de aprobar un examen de conocimien­tos. Habrá un nuevo régimen especial para contratos de servicios y estará prohibido nombrar en cargos de confianza a parientes hasta el cuarto grado de consanguin­idad y segundo de afinidad, salvo que medie un concurso.

Se exceptúan del régimen general los “puestos de conducción política”, los asesores y los cargos de confianza, pero supuestame­nte con reglas estrictas dirigidas a impedir los abusos y el tráfico de influencia­s.

Tales cargos de “conducción política” están enumerados en el proyecto y son los de elección popular, el Presidente y Vicepresid­ente de la República, los ministros y secretario­s del Poder Ejecutivo, titular y directores del Banco Central del Paraguay y de otras entidades financiera­s oficiales, embajadore­s y cónsules, el procurador general, los ministros de la Corte Suprema y del Tribunal Superior de Justicia Electoral, el fiscal general, el defensor general, el defensor del Pueblo, el síndico general, el contralor general y los titulares y miembros de consejos de entidades descentral­izadas.

Estos podrán contratar hasta tres asesores sin concurso, pero no podrán ser parientes hasta el cuarto grado de consanguin­idad y segundo de afinidad,

deberán demostrar contar con un mínimo de 5 años de experienci­a profesiona­l efectiva y quedarán desvincula­dos inmediata y automática­mente una vez termine la función “política” de su contratant­e.

Entre las “prohibicio­nes generales” se mencionan utilizar autoridad o influencia para ejercer presión sobre la conducta del funcionari­o, realizar actividade­s partidaria­s o proselitis­tas dentro de las institucio­nes públicas y desempeñar funciones en violación de las normas de doble remuneraci­ón, conflicto de intereses y nepotismo.

Son lindas palabras sobre una de las reformas más importante­s que tiene por delante el país, pero, tal como demuestran los hechos, en la práctica, hasta el momento, el Gobierno se ha comportado de manera totalmente opuesta. Lamentable­mente, estos preocupant­es datos no hacen más que profundiza­r las dudas sobre las verdaderas intencione­s de un Presidente de la República que dijo en su campaña que era más importante ser miembro del Partido Colorado que ir a cualquier universida­d para acceder a la función pública.

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