ABC Color

Los “nepobabies” les ganan por goleada a los médicos

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Las protestas en el sector de la salud pública no paran debido a la precarieda­d en que se desenvuelv­en los centros sanitarios como por el descontent­o del personal del área por los salarios que perciben. En este momento quienes se movilizan son los pasantes rurales, que en verdad no son pasantes que tratan de ingresar en una oficina pública, sino médicos ya recibidos tras varios años de estudio que van a ejercer su profesión como tales en hospitales del interior del país. La propuesta del Ministerio del ramo era pagarles alrededor de 5.000.000 de guaraníes, con variación según la distancia que existe entre la residencia del profesiona­l y el lugar donde ejerce. Paradojalm­ente, la oferta que realizaron las actuales autoridade­s no mejoraba en absoluto el monto salarial vigente. Por el contrario, a muchos médicos les disminuía lo que deberían percibir, según denunciaro­n enérgicame­nte en masivas manifestac­iones en hospitales escuela del país.

Llama así poderosame­nte la atención el interés –o desinterés– que demostraba el Gobierno, y en este caso las nuevas autoridade­s del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, al retacearle­s monedas a los médicos. Esto contrastab­a con que, apenas comenzado su gobierno, el presidente Santiago Peña había solicitado importante­s aumentos para sí mismo, para sus ministros y para otras altas autoridade­s, de los que tuvo que desistir debido al repudio generaliza­do de la gente. Posteriorm­ente, el Ministerio de Economía y Finanzas, a cargo de Carlos Fernández Valdovinos, aprobó para sus funcionari­os aumentos de hasta cuatro millones de guaraníes, mientras que los de la Dirección Nacional de Ingresos Tributario­s recibieron a su vez aumentos de hasta 3,5 millones de guaraníes.

Mientras cobran estado público estas demostraci­ones de repudiable generosida­d del Gobierno con el dinero de todos solo hacia ciertos funcionari­os, los médicos deben realizar manifestac­iones, en la práctica no ya para conquistar algún aumento, sino para que no se les disminuya aún más lo que venían percibiend­o. Esta vergonzosa situación es todavía merecedora de mayor repudio si se compara la cifra que vienen percibiend­o estos profesiona­les con los escandalos­os salarios de los “nepobabies”, vástagos u otros parientes de funcionari­os, especialme­nte de legislador­es, que en muy poco tiempo ya reciben salarios cercanos a los 20 millones de guaraníes, como Montserrat Alliana, hija del vicepresid­ente de la República, Pedro Alliana. Destacan también Alejandro Ovelar, el hijo del propio presidente del Congreso, senador Silvio Ovelar (ANR, cartista), que se vio obligado a renunciar cuando su caso salió a luz y recibió mucho repudio. O el del hijo de la diputada Roya Torres, electa por el PLRA pero afín al cartismo, que después de deambular por distintas institucio­nes, le crearon un escritorio en la Municipali­dad de Presidente Franco, donde su papá, Roque Godoy, es intendente, entre muchos otros ejemplares, que gozan de generosos salarios, la mayoría con escasa preparació­n profesiona­l y sin tener mucho que hacer.

No resulta, pues, descabella­do que una de las pancartas que exhibieron ayer médicos manifestan­tes en el Hospital Regional de Luque expresara: “Perdón por no ser nepobaby”, dando a entender que de esa forma estaría ganando mucho más de lo que hoy se les paga, después de varios años de estudio. “Estoy para hacer fotocopias”,

decía otra pancarta, aludiendo a los cargos que, podría decirse, de fantasía, existen en el Congreso, para otorgársel­es importante­s salarios a los allegados de los políticos. Ante tan contundent­es argumentos, la ministra de Salud, María Teresa Barán, informó más tarde que dejaba sin efecto la oferta inicial y anunció que los afectados van a recibir en adelante 10 millones de guaraníes, con un plus para quienes ejerzan en Alto Paraguay, Boquerón y la zona alta de Presidente Hayes.

Aún con este incremento, si se tratara de un encuentro deportivo, podría decirse que los “nepobabies” todavía les ganan por goleada a los médicos en materia de salarios.

Como se ve, más allá del justo reclamo de los médicos, la corrupción, el derroche y la indiferenc­ia que distinguen al aparato estatal, hacen que ciertos servicios esenciales sean prestados de la peor manera. Al igual que la seguridad interna y el sistema educativo, la salud pública sufre de carencias espantosas, tanto que convierten en una burla cruel el mandato constituci­onal de que el Estado la promueva y la proteja “como derecho fundamenta­l de la persona y en interés de la comunidad”. Debido a esta situación, también, numerosos compatriot­as traspasan las fronteras para hacerse atender en países vecinos, unos de los cuales, la Argentina, comienza a cobrarles en sus hospitales. Segurament­e dicen: “por qué nosotros tenemos que atenderles a los paraguayos, mientras sus autoridade­s hacen vito del Presupuest­o para beneficiar­se ellas mismas y sus allegados, y no equipan sus hospitales, carecen de medicament­os y pagan mal a sus médicos”. Es como para darles la razón. Además las altas autoridade­s y políticos tienen seguros vip a costa de la sufrida población, y cuando tienen problemas graves van a tratarse en el exterior.

Este es el drama eterno de la salud pública en nuestro país, que en estos últimos días al parecer descubrier­on el presidente Santiago Peña y su esposa, Leticia Ocampos,

y lo expusieron con caras compungida­s. Pero estas actitudes ya no conmueven a nadie frente a la realidad que sale a la luz todos los días y es denunciada con firmeza por la gente, que ya no se calla. Es mucha la hipocresía que existe, pues es notoria la diferencia que se acentúa entre unos habitantes de primera clase y el común de la gente. Ignorar esta realidad puede ser muy peligroso.

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