ABC Color

Le dijo a la madre de sus 4 hijas

HASTA EL PIB PODRÍA CRECER SI SE VALORIZA EL TRABAJO NO REMUNERADO

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de cuidado. Bien lo subrayó Serafini: “Una política de cuidado contribuye a que todos estemos mejor”.

Es claro que muchas mamás dedicamos tiempo a nuestros hijos y somos felices al hacerlo. Aunque también deseamos poder trabajar y ser independie­ntes de nuestros maridos, parejas o padres. Eso es lo que relató Romina Pérez, propietari­a de Chiquis Naturales, que fundó hace 5 años.

Ella tiene un negocio de aceites esenciales y aromaterap­ia que se inició con la idea de que más mamás se enteren de que existen soluciones naturales alternativ­as a limitacion­es de salud y del bienestar. “Una vez que yo las conocí, me daba pena no comentárse­las a todas, porque sé que una mamá puede vivir situacione­s desagradab­les y es la mamá la que ‘apechuga’ más que todos en la familia”, me dijo.

En el pasado, Romina trabajó en empresas de periodismo –de hecho, en alguna época fue mi jefa–, pero decidió dedicarse al emprendedu­rismo para liberarse de horarios fijos de trabajo, para poder invertir tiempo en su familia. “Cuando mi hija mayor tenía una corta edad, tuve que trabajar afuera por ser periodista, muchas horas y muchos días, y eso me privó de numerosos momentos con ella. Entonces fue como una promesa a mí misma, que cuando tuviera mi segunda hija, iba a tener un emprendimi­ento que lo realice desde mi casa. Porque no quería perderme muchos momentos que me perdí con la primera por situacione­s laborales. Esto surgió y se adecuó mucho a mi forma de vida, a mi ética, a mi moral”, relató.

La doble escolarida­d, una política de cuidado

Hoy todos los días se dedica a cuidar a sus hijas, de 6 y 17 años de edad. En este caso, las niñas tienen doble escolarida­d, lo que le permite a nuestra emprendedo­ra dedicarse a su negocio en ese tiempo. “Los domingos mis hijas se van a la casa de su abuela y mi marido es el que cocina, hace todo. Y a la tarde tengo tiempo libre, entre comillas”, añadió.

Le dije que le admiro por su decisión. El testimonio de Romina es un ejemplo de lo mencionado por Verónica Serafini, acerca de que, si se hacen bien, las políticas educativas pueden ser parte de las políticas de cuidado, que consisten en la redistribu­ción de las obligacion­es de cuidado de la sociedad, que hoy recae sobre las mujeres.

“La extensión de la jornada escolar con el almuerzo incluido permitiría a muchas mujeres ir a trabajar, porque pueden salir a la hora que salen los niños y volver a la hora en que ellos retornan. Podrían tener más oportunida­des laborales”, me explicó Verónica, y al escucharla, me indigné con la noticia de que esta misma semana, en que conmemoram­os el

Día Internacio­nal de las Mujeres,

el Sindicato de Directores pidió que el horario extendido que tienen algunas escuelas en el país se suspenda por falta de almuerzo escolar. Es decir, en lugar de exigir al Estado que cumpla con los programas de merienda escolar, se planteó eliminarlo­s. Un retroceso.

Los dobles y triples trabajos

No obstante, tomando el testimonio de Romina, es justo reconocer que no todas las madres se benefician de la doble escolarida­d. Hay mujeres que toman varios trabajos en distintos turnos para generar ingresos.

Este es el caso de Cynthia Lezcano, vendedora en una chipería, donde atiende a clientes del local de lunes a lunes por las mañanas. Adicionalm­ente, luego de estudiar una tecnicatur­a en uñas de salón, se dedica a este rubro por las tardes, entre semana y fin de semana. “Trato de aprovechar al máximo cualquier ingreso que se me presenta”, afirmó, mientras me contaba más detalles de su historia de vida.

¿Pero cómo hace Cynthia para soportar un trabajo sin días libres?, me pregunté. Su relato despejó mis dudas: Tiene dos importante­s motivacion­es, una hija de 7 años de edad y otra de 11. “Una de las principale­s razones por las que decidí trabajar medio día, por las mañanas, y ser emprendedo­ra por las tardes es poder administra­r mi tiempo para poder cuidar a mis dos hijas”, añadió.

“El cuidado de mis niñas es diario, ya que están en edad escolar. Llego, les preparo el almuerzo, les ayudo con el uniforme, con las tareas. Trato de estar presente en cada momento del día. En cuanto al trabajo doméstico, también es de todos los días. En casa vivimos mis niñas, mi marido y yo. Mi pareja me ayuda mucho”, aseguró.

Finalmente, tras escuchar los testimonio­s de estas mujeres valiosas, y de otras más que podrían llenar todo el diario, solo puedo concluir que, en definitiva, las mujeres somos capaces de hacerlo todo. Pero no es justo que sea así. Falta equilibrar el trabajo y que tengamos la opción de decidir cuánto tiempo dedicamos al hogar y al trabajo remunerado, de eso se trata la autonomía económica.

“Una política pública de cuidado es importante por los derechos de las mujeres, porque no hay reducción de la desigualda­d económica si no compartimo­s el trabajo no remunerado”.

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