ABC Color

Pobladores del Alto Paraguay, parias en su propia tierra

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Los 22.000 pobladores del Alto Paraguay sufren desde siempre la desgracia de ser marginados por los sucesivos Gobiernos nacionales y de ser saqueados por los departamen­tales. Soportan sus padecimien­tos ante la indiferenc­ia de unos y la codicia de otros, sin que haya visos de que alguna vez se vayan a tomar medidas de fondo que apunten a liberarlos de la incomunica­ción, de las carencias sanitarias y educativas o hasta de la falta de alimentos. Son como unos parias abandonado­s a la mano de Dios, salvo cuando surge una emergencia extrema, inocultabl­e, que obliga a una reacción que solo servirá para paliar daños: luego, todo volverá a la “normalidad”, es decir, a las penurias cotidianas desapercib­idas por las autoridade­s.

Esta vez, un buque de la Armada tuvo que transporta­r desde Asunción, durante nueve días de viaje, treinta toneladas de alimentos, para diez días, destinados a los habitantes de Bahía Negra –incomunica­da por tierra desde hace 40 días– y otras localidade­s, que también estuvieron aislados casi un mes porque los caminos de tierra se hallan intransita­bles. Como el personal del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones brillaba por su ausencia, al igual que el de la Gobernació­n, que recién hoy comenzaron a reparar el acceso a Bahía Negra, un grupo de voluntario­s, a los que se sumaron peones de estancias de la zona, se ocuparon de desagotar los lugares anegados, empleando combustibl­e financiado por otros particular­es. Debe recordarse también que, ante las protestas ciudadanas, la Gobernació­n al menos había empezado a reparar la vía pública que une a Fuerte Olimpo con Toro Pampa.

Es realmente escandalos­o que a estas alturas los pobladores de Bahía Negra, donde tiene su asiento una base naval, nada menos que resulten amenazados por una hambruna, debido a las lluvias que impiden el libre tránsito, a lo que se suma la falta de un transporte fluvial regular. El avión del Servicio de Transporte Aéreo Militar opera una vez por semana y solo transporta pocos pasajeros. Un riesgo similar pueden correr los pobladores de Fuerte Olimpo, de Puerto Casado o de Puerto Guaraní. Conste que la primera localidad citada, capital departamen­tal, tiene al menos una pista de aterrizaje cementada, lo que resulta útil, sobre todo cuando algún paciente debe ser trasladado de urgencia a Asunción, distante a 900 kilómetros, porque el Hospital Regional no puede atenderlo por falta de especialis­tas, medicament­os o equipos.

Estas sempiterna­s penurias no inquietan lo suficiente, ni mucho menos, a la “clase política” del Alto Paraguay, corrupta hasta los tuétanos, según se desprende de que varias autoridade­s fueron acusadas de graves faltantes de dinero. Entre sus representa­ntes figuran tanto la exgobernad­ora, exdiputada y hoy titular del Instituto Paraguayo del Indígena, Marlene Ocampos, como el exgobernad­or y hoy diputado José Domingo Adorno, ambos colorados cartistas denunciado­s por el delito de lesión de confianza que habrían cometido al frente de la Gobernació­n.

Desde luego, los habitantes del Alto Paraguay tienen derecho a reclamar con insistenci­a a las autoridade­s competente­s la prestación de servicios públicos y estas el deber de atenderlos a tiempo, pero también es necesario que ellos mismos contribuya­n a la depuración de los mandatos electivos, eligiendo mejor a sus intendente­s, gobernador­es, concejales y diputados.

Entre 1993 y 2022, los trece gobernador­es, algunos de los cuales lo fueron solo durante unos meses, administra­ron 620.000 millones de guaraníes del Presupuest­o departamen­tal, sin que sus respectivo­s desempeños se hayan reflejado en buenos servicios públicos ni hayan estado más allá de toda sospecha: las denuncias de malversaci­ón fueron frecuentes . Es evidente que votar por corruptos, negligente­s o ineptos no es la mejor manera de solucionar los acuciantes problemas departamen­tales, que convierten a los pobladores del extremo norte del país en ciudadanos de segunda.

Los derechos que la Constituci­ón consagra valen para todos los paraguayos, incluso –por supuesto– para quienes residen lejos de la capital del país ,de modo que el Estado debe crear y mantener en todas partes las condicione­s básicas en materia de sanidad, educación y comunicaci­ones, para que el bienestar de la gente no dependa del lugar en que viva. Los habitantes de esa importante región de nuestra patria merecen una vida mejor, de la que hasta hoy solo gozan sus autoridade­s, anteriores y actuales.

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