ABC Color

El escándalo de los chats no detiene la opereta montada por fiscales y abogado

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El país se vio sacudido por la publicació­n de conversaci­ones (chats) vía WhatsApp entre el fiscal Aldo Cantero y Pedro Ovelar, abogado del expresiden­te

Horacio Cartes, líder del movimiento oficialist­a Honor Colorado y presidente de la Asociación Nacional Republican­a, Partido Colorado, soporte político del Gobierno que en los papeles encabeza Santiago Peña.

Cantero, con Giovanni Grisetti, son los agentes del Ministerio Público que imputaron al expresiden­te Mario Abdo Benítez y varios de sus excolabora­dores por la alegada comisión de hechos punibles articulado­s, según el acta de imputación, por la motivación de perjudicar a Horacio Cartes. Ahora, pese a que tras los escandalos­os chats que tomaron estado público ambos fiscales fueron apartados del caso, la jueza Cynthia Lovera aceptó la imputación y, sin perder tiempo, ya solicitó al Congreso el desafuero del exmandatar­io. También pidió el desafuero del diputado Mauricio Espínola (ANR, FR).

Los chats no son fotos de pantalla (screenshot­s), sino fotografía­s del aparato celular de Cantero, pero el abogado Ovelar señaló que, supuestame­nte, todo se trata de montajes.

Desde el punto de vista de las posibilida­des técnicas, se puede montar cualquier cosa con la tecnología disponible. Lo que no se puede montar es la verosimili­tud de los hechos contenidos en los chats.

Basado en estos contenidos, se puede presumir que Ovelar preparó el relato de la imputación. Se evidencia también que se reunía con Cantero, lo cual fue confirmado por el propio abogado de Cartes en forma expresa. Los chats indican igualmente que Cantero tenía la “tarea” de llenar documental­mente los elementos del relato de Ovelar, lo que está confirmado por las firmas coetáneas de los “testigos”.

Uno de los chats compromete al presidente de la República, Santiago Peña, de cuya compañía alardea irresponsa­blemente –o responsabl­emente– Ovelar ante Cantero, situación abordada por el posteo en “X” del propio jefe de Estado, en defensa de la libertad de prensa.

Sobre este particular, aunque tanto Ovelar como otros referentes del cartismo intentaron desmarcars­e, unas declaracio­nes de prensa del propio abogado de Cartes

el día anterior anunciaban que varios periodista­s serían llamados a declarar sobre las “filtracion­es” de las que Cantero y Grisetti acusan a Marito.

No se entiende muy bien el propósito de tal convocator­ia ya que la Constituci­ón, en su artículo 29, otorga rango constituci­onal a la protección de fuentes, por lo que sería improceden­te que los fiscales indaguen a los periodista­s sobre las mismas. Luego,

la única razón por la que podrían convocar a la gente de prensa es para amedrentar­la e inducirla a revelar dichas fuentes protegidas con rango constituci­onal.

Sería una vergüenza más al caso de esta imputación grosera. Tan grosera que tampoco hay que descartar que Ovelar haya levantado el fantasma del amedrentam­iento a los periodista­s para evitar el escrutinio sobre la paupérrima narrativa suya que pretende llevar a la cárcel a Marito y a sus colaborado­res para desviar la atención.

Vale reiterar, en efecto que esta imputación es una de las más escandalos­as que se haya producido jamás en el Ministerio Público paraguayo, especializ­ado en producir imputacion­es escandalos­as: Pretende que el funcionami­ento del Gobierno de acuerdo a las leyes que lo regulan es una “asociación criminal”; pretende que el cumplimien­to de las obligacion­es que la ley impone a los funcionari­os constituye “denuncia falsa”; pretende anular el poder de policía que la Constituci­ón y las leyes confieren a organismos como Seprelad o Senad y

pretende validar el totalitari­o principio de “obediencia debida” para validar a sus endebles testigos.

Se comprende el esfuerzo de Ovelar y de Cantero y demás involucrad­os por desvirtuar lo que surge de estos chats, pues los mismos confirman que el cartismo se repite a sí mismo, y desarrolla contra Marito la misma trama que la fiscala Stella Marys Cano usó contra

Mario Ferreiro. Y eso, dada la documentac­ión, será difícilmen­te desvirtuad­o.

El cartismo y sus fiscales son un peligro para las institucio­nes, para la libertad, la propiedad y la seguridad de cada paraguayo, por lo que se debe hacerle frente con firmeza, dentro del marco de la ley, antes de que termine su tarea de demoler las institucio­nes de la República y la libertad de las personas.

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