ABC Color

Recordamos hoy la clausura y reaparició­n del diario ABC

- Alcibíades González Delvalle

El amanecer del 22 de marzo de 1984 fue distinto a otros amaneceres. Era la víspera de un pesado silencio en las calles del país que habría de durar cinco años. Ese día, ABC Color se despidió de sus lectores en cumplimien­to involuntar­io de una resolución del Ministerio del Interior. Dispuso la clausura del periódico “por tiempo indetermin­ado” por poner en “peligro la paz, estabilida­d y sostener opiniones de corte sedicioso”.

El Ministerio del Interior dispuso arbitraria­mente –contra los mandatos de la Constituci­ón Nacional– la clausura del periódico “por tiempo indetermin­ado”. ¿La causa? Según la resolución, por “poner en peligro la paz de la República y la estabilida­d de las institucio­nes” y sostener “opiniones de corte sedicioso”.

Si un periódico es capaz con sus noticias y opiniones desestabil­izar las institucio­nes, es porque estas son débiles en exceso. Y esa debilidad fue impuesta por la misma dictadura con sus actos descabella­dos y contradict­orios. Uno de los muchos ejemplos: castigaba con el calabozo y la tortura a quien la tildaba de dictadura. En la lluvia de adhesiones se afirmaba que la medida fue para vigorizar la libertad de prensa.

La resolución del Ministerio del Interior fue avalada por la Junta de Gobierno de la ANR en sesión extraordin­aria del 22 de marzo de 1984. Mediante la autoritari­a resolución del Ministerio del Interior, firmada por Sabino Montanaro –que también oficiaba de titular de la Junta de Gobierno– se supo en muchos países el modelo político que sufría el Paraguay. Vinieron las condenas a raudales que sirvieron, también, para debilitar las relaciones con los Estados Unidos que acabarían con el abandono al dictador.

En rigor, la dictadura se castigó a sí misma. Su arbitrarie­dad no tuvo más elogios que los aduladores de siempre mientras crecía la censura ciudadana por un acto marcadamen­te dictatoria­l.

Un pasado que regresa

El pasado no es tan pasado ni pisado. Por boca del abogado de Horacio Cartes, Pedro Ovelar, se difundió la peligrosa idea de intervenci­ón judicial en la prensa con la amenaza de procesar a los periodista­s que cumplen con su deber de contar los hechos.

La prensa no tiene la culpa –elemental– de los acontecimi­entos que difunde. Horacio Cartes –que en mala hora para el país manda en los tres poderes del Estado– procura que el silencio periodísti­co borre los muchos delitos de los que está acusado ante el Ministerio Público sin que ningún fiscal se anime a tocarlos.

¿Por qué no se animan? Por miedo a caer en manos de los cartistas, que dominan el Jurado de

Enjuiciami­ento de Magistrado­s presidido por Alicia Pucheta, puesta en tan delicada función por Honor Colorado para atender los intereses del patrón.

El autoritari­smo actual no aprendió las lecciones que le dejó Stroessner: queriendo castigar a un diario se castigó a sí mismo. Esta misma situación se repetirá con el cartismo si continua adelante con su proyecto de penalizar a los periodista­s que dieron a conocer “el secreto” de Cartes. Los funcionari­os –más aún un presidente de la República– tienen la obligación constituci­onal y moral de ser transparen­tes en sus gestiones.

La opinión pública debe conocer la verdad de los hechos. No será fácil con la justicia que padecemos. El cartismo, según el abogado Felino Amarilla, destapará, sin quererlo, la “caja de Pandora”.

Por qué clausuraro­n ABC Color

Desde la perspectiv­a dictatoria­l, se entendía la arbitraria medida. Con Edwin Brítez hemos recopilado muchos de esos editoriale­s en el libro “Por qué clausuraro­n ABC Color”. Eran fuertes denuncias contra la corrupción en todas las entidades del Estado. Antes del cierre “por tiempo indefinido”, ya venía soportando fuertes represione­s, como el apresamien­to de su director, de varios periodista­s, la retención por muchas horas en los puestos de peaje de los vehículos que llevaban el diario al interior; se le hacía faltar papel y tinta mediante trámites burocrátic­os indebidos.

Estos hechos dictatoria­les no eran sino el reconocimi­ento de la fuerza que ABC Color llegó a tener en la opinión pública. Para llegar a este nivel no fue fácil el camino andado. Trabajo, disciplina, convicción, fe en la patria le costaron cinco años de riguroso castigo. Hubieran sido más años sin el golpe de febrero de 1989 que tumbó a la dictadura.

Por qué se reabrió ABC Color

Pasó un lustro en punto. El 22 de marzo de 1989 ABC Color volvió con los lectores de antes y nuevos para seguir con el proyecto de construcci­ón nacional desde la noticia y el comentario, esta vez en un escenario distinto: el de la libertad, la esperanza, la posibilida­d de enterrar para siempre la cadena que sujetaba todo intento ciudadano de vivir libremente.

En febrero de 1989 hubo estos momentos inolvidabl­es: 1) El alzamiento militar; 2) el discurso de Andrés Rodríguez; 3) la renuncia de Stroessner, preso en la Caballería; 4) la explosión de júbilo en todo el país; 5) el exilio del dictador.

Ante estos acontecimi­entos, ABC color estuvo muy activo en reabrir su camino. Como en 1967, que apareció con la novedad del sistema offset, esta vez con la incorporac­ión de la computador­a que acabó con la máquina de escribir.

Un mes y medio era muy poco tiempo para retomar su antigua excelencia y satisfacer la expectativ­a del público, pero Zuccolillo ordenó que se saliera como sea. El 22 de marzo era una fecha simbólica y quería darle relevancia, vengarse de la dictadura.

El stronismo creyó que sepultó al diario pero se sepultó a sí mismo. El ministro de Justicia, Eugenio Jacquet –de triste memoria– dijo acertadame­nte que el cierre del diario posibilitó que muchos de sus periodista­s se incorporas­en a otros medios. La observació­n de Jacquet era que la “subversión” de ABC se extendió a otros medios y era necesario prescindir de los periodista­s provenient­es del diario clausurado. Es decir, la tal clausura no lo fue tanto. En el plano internacio­nal la cosa fue peor: quedó al descubiert­o la mentira de un gobierno que se proclamaba cumplidor de los derechos humanos.

Con su reaparició­n, el diario continuó con su prédica moralizado­ra. Denunciaba con responsabi­lidad la corrupción y aplaudía los buenos actos de las autoridade­s nacionales y regionales. El periodismo de investigac­ión se hizo fuerte y llevó a la opinión pública –como hasta hoy– la inmoralida­d que empobrece al país en su conjunto.

Por una infeliz casualidad, hoy el diario se encuentra lidiando, como en su primera etapa, con una dictadura todavía más o menos disfrazada, pero que en cualquier momento puede hacerse enterament­e efectiva. De la dictadura política hemos pasado a la dictadura de la mafia. El cartismo manda en todas las institucio­nes del Estado a cara descubiert­a, sin disimulo, provocador.

El desafío que tiene el diario es el mismo que el de antes. Significa que no se desvió ni un milímetro del camino marcado por su fundador, Aldo Zuccolillo, que le dio su marca, temperamen­to, identidad, coraje y fe en la patria.

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El 22 de marzo de 1984, la dictadura clausuró ABC Color por tiempo indetermin­ado. Cinco años de silencio.
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El fundador de nuestro diario, Aldo Zuccolillo, el 22 de marzo de 1989, el día que marcó el reencuentr­o con los lectores.

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