ABC Color

Por qué dicen que no estamos en democracia

- Marcos Cáceres Amarilla mcaceres@abc.com.py

Los tres poderes del Estado están vigentes, hay elecciones periódicam­ente y hay libertad de prensa. ¿Por qué entonces muchos dicen que no hay democracia ahora en Paraguay? Más aún, analistas y dirigentes políticos de oposición afirman que estamos ya en una dictadura.

Durante el régimen stronista, sus esbirros, paniaguado­s y beneficiar­ios decían también que aquel régimen era una democracia. Sin embargo, las elecciones eran una farsa, ya que no se permitía la libre competenci­a, el Poder Judicial y el Congreso eran de fachada, porque el dictador y su claque eran quienes realmente “mandaban” y tomaban las decisiones en el país.

Tras la caída del stronismo, con el golpe encabezado por el general Andrés Rodríguez, la democracia nunca pudo consolidar­se, en el sentido de que las institucio­nes funcionen y, especialme­nte, que la Justicia fuera independie­nte, para dar alguna sensación de seguridad a la ciudadanía en general.

A eso se sumó el hecho de que el Partido Colorado nunca hizo una autocrític­a real sobre su papel en la dictadura y la mayoría de los responsabl­es de persecucio­nes, represión, corrupción y delitos de todo tipo, gozaron de impunidad.

La única vez que se produjo una alternanci­a en el Poder Ejecutivo, en el año 2008, los partidos políticos tradiciona­les, la élite económica y social y hasta el poder mafioso cerraron filas para interrumpi­r el proceso.

La situación en la que estamos ahora es casi segurament­e la consecuenc­ia de lo que se hizo y de lo que se dejó de hacer a lo largo de estos años.

A la distancia, podemos ver que la mesa estaba servida para que un empresario millonario, que siempre coqueteó con la marginalid­ad y el crimen organizado, se diera cuenta de que todo era cuestión de utilizar su poderío económico para ir comprando voluntades y terminar adquiriend­o prácticame­nte la suma del poder en la República.

Ahora el Congreso funciona –como decían los stronistas que lo hacía durante la dictadura–, pero hay una mayoría absoluta que toma las decisiones importante­s. Los opositores son minoría. Pueden denunciar y alzar la voz, pero no tienen posibilida­d de revertir decisiones injustas o perjudicia­les.

El Poder Judicial y el sistema jurídico, en general, funcionan... formalment­e, pero hay una gran cantidad de jueces, fiscales y hasta ministros de la Corte Suprema que responden totalmente a los intereses de un solo sector político del partido que está en el gobierno.

Como en la dictadura stronista, uno puede elegir callarse, “no meterse en política” y estará relativame­nte “tranquilo”. Pero, si uno es un dirigente político decente, un empresario más o menos honesto o un simple ciudadano consciente, sabe que debe tener cuidado hasta dónde va con su protesta o denuncia, porque es consciente de que, si se vuelve peligroso o simplement­e molesto para quienes están en el poder, querran comprarlo o, en el peor de los casos, buscarán hacerlo callar, perseguirl­o, utilizando para ello hasta el Poder Judicial, de ser necesario.

Ante este panorama sombrío, solo cabe recordar que nunca nadie se arrepintió de actuar con dignidad en la vida y saber que todos y todas tenemos derecho a resistir pacíficame­nte a quienes solo cumplen parcialmen­te las formalidad­es para estar en el poder, pero –en realidad– tienen secuestrad­a a la verdadera democracia para su beneficio particular, en detrimento de la mayoría.

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