ABC Color

Afliccione­s de los paraguayos impotentes

- Bernardo Neri Farina ■ nerifarina@abc.com.py

El Paraguayo Impotente y Negligenci­a Nacional se llamaron por un rato las calles que se cruzan en la esquina de la Catedral, según el cartel intervenid­o por alguien que utilizó una ironía cruel, pero clarividen­te, para pintar una realidad llena de absurdos de esta patria que, nuevamente, siente en su cansada carne las garras del despotismo.

Déspota es quien ejerce el poder sin sujeción a ley alguna. Y aquí, las leyes van siendo textos sin ninguna aplicación práctica. Hay una voluntad omnímoda encima de ellas.

Así se conforma el universo extravagan­temente bruto de este Paraguay, en el que los poderes del Estado transcurre­n sometidos sin disimulo a la codicia, los caprichos, las ansiedades, los desvaríos y las obsesiones vengadoras de un ser a quien nadie osa ponerle el cascabel en su círculo.

El cartismo, con su domador a la cabeza, está atestado de soberbia por su mayoría parlamenta­ria que rebosa en cantidad, pero con calidad cero. Esa mayoría es capaz de adoptar las decisiones más disparatad­as, sin discusión, ante las órdenes que le llegan con efluvios significat­ivamente escoceses.

Pero en los últimos días, esa arrogancia hueca de pensamient­o estuvo ocasionánd­oles a los adoradores del Quincho un pisotón en el pie con la reacción de los universita­rios, a quienes el fúlgido discípulo aristotéli­co Yamil Esgaib, en griego puro, trató de akãne y tavy kaka. Helénico esplendor de la sabiduría yamiliana.

El neurálgico Bachi se volvió un recuerdo recurrente entre los estudiante­s: quienes para no olvidar su nombre se la pasan gritando “Bachi, basura”. El amor en los tiempos de la cólera… estudianti­l.

Federico Mora liquidó sus últimos créditos y el ministro de Educación se perdió en este asunto, como Hernán Rivas en una feria de libros. El ministro de Economía expuso lo que Michel de Montaigne llama la “ignorancia doctoral”.

Y mientras, el señor don Santiago trata de vender un Paraguay idílico en tanto patea bajo la alfombra algunas basuritas como que somos el país con el peor sistema de cobertura sanitaria de la región (desabastec­imiento de medicinas, centros de salud en pésimo estado, falta de insumos básicos, consultas para dentro de tres meses); con un régimen educativo que lanza analfabeto­s funcionale­s (7 de cada 10 estudiante­s de 15 años no entienden lo que leen).

Tenemos la satisfacci­ón de ser el segundo país más corrupto de Sudamérica, solo superado por la Venezuela del compañero Maduro, cuya señora esposa —había sido— conforma la oligarquía cigarrille­ra del continente, por lo que es muy afín al gusto del Quincho.

Pero hay cosas en las que podemos sentirnos tranquilos. Las fuerzas antinarcót­icas, en un operativo que nos hizo acordar de aquel heroico Veneratio de Tacumbú, desbarató la exuberante plantación de marihuana de una narcojubil­ada suiza que tenía en su aguantader­o dos plantitas de cannabis y 33 gramos de Mary Juana. ¡Honor y gloria!

Estas son algunas afliccione­s de los paraguayos impotentes en esta negligenci­a nacional que es el Paraguay, país gobernado por un grupo de raciocinio cero.

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