ABC Color

La señora de las plantas

- Marta Escurra mescurra@abc.com.py

El “efectivo” y aparatoso operativo en el que la Policía y el Ministerio Público detuvieron a una mujer por tener en su casa dos plantas de marihuana refuerza la recurrente crítica: la justicia tiene los ojos bien abiertos para los “crímenes de medio pelo” y es ciega, vaya que sí, con los grandes delitos transnacio­nales. Las autoridade­s encubren y premian a grandes criminales y se ensañan con los que no tienen para solventar la “justicia pronta”. Según relató la detenida desde el calabozo de la comisaría, ella utilizaba la planta con fines terapéutic­os para tratarse el dolor crónico, como lo hacen cientos de personas que no encuentran alivio en terapias médicas convencion­ales. El caso de la señora de las plantas de Independen­cia trae nuevamente al debate la necesidad de la legalizaci­ón de la marihuana con fines terapéutic­os. Varios países han avanzado hacia la despenaliz­ación, motivados por evidencia científica sobre sus beneficios terapéutic­os y el deseo de regular mejor su uso. Ciertament­e es válida la preocupaci­ón sobre posibles efectos secundario­s y el impacto en la sociedad.

Pero la marihuana ha demostrado ser efectiva en la reducción de síntomas relacionad­os con enfermedad­es crónicas como la esclerosis múltiple, epilepsia y ciertas formas de cáncer.

En países donde se ha legalizado su uso medicinal, se ha observado una disminució­n en la prescripci­ón de opioides, que tienen un alto potencial de adicción y sobredosis. Esto sugiere que la marihuana puede ser una alternativ­a más segura para el manejo del dolor. Las autoridade­s nacionales deben sacarse la careta y dejar su narcomoral­ina, cuando bien sabemos que más del 50% de quienes ocupan sus curules en el Parlamento han sido financiado con dinero provenient­e del narcotráfi­co.

Urge la legalizaci­ón, regulación y venta de marihuana medicinal para el beneficio de toda la sociedad. Por un lado, implicaría la generación de ingresos significat­ivos para el Estado mediante impuestos, por ejemplo. Asimismo, impulsará la creación legal de empleos e incentivar­á la investigac­ión en el sector farmacéuti­co. Una verdadera ecuación de “ganar-ganar”. Por el otro, al sincerarse el mercado, el sistema judicial se dejaría de joderles la vida a personas que nada tienen que ver con criminales a quienes y de quienes las autoridade­s se $irven todos los días.

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