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ÁLVARO AYALA

El adiós a un gran artista

- Fotos: Archivo - Gentileza

Al final de una tarde de abril, el rumor se esparció. A las pocas horas llegó la confirmaci­ón: a los 72 años, Álvaro Ayala dejó este mundo. Partió dejando atrás una batalla que libraba desde hace cinco años con una rara enfermedad llamada anemia refractari­a. Hay tanto que decir de este hombre. La palabra “multifacét­ico” le cuadra perfecto, pero queda corta ante su historia, que comenzó el 15 de marzo de 1945, cuando nació en Asunción. Y si bien en su juventud decidió estudiar Derecho, el arte y el periodismo lo atraparon con tanta fuerza que finalmente les dedicó su vida. Por el lado artístico, destacó como músico, escritor y actor de teatro. Algunas de sus obras más notables llevadas a escena fueron ¿Ahora qué?, bajo la dirección de su gran amiga Edda de los Ríos; La Fiaca, con Clotilde Cabral, y Kabarret, en la que compartió cartel con Adolfo Díaz, Bicho Aquino y la recordada Perlita Fernández, entre otros. De su legajo periodísti­co lo recordamos en las redaccione­s de grandes diarios como Última Hora y Abc Color. En la televisión, despedazó a las telenovela­s que se trasmitían en ese entonces con la Siesta inolvidabl­e, trasmitida por el Sistema Nacional de Televisión. Continuó su camino en las pantallas con La siesta contraatac­a, y ¿Qué hay de 9?, el primer programa de farándula del país. La radio también formó parte de la carrera de Álvaro. Estuvo en las emisoras Primero de Marzo 780 AM, Radio 1000, entre otras. Su último programa fue en Monumental 1080 AM, donde conducía el programa AA radio al cuadrado, desde el 2012, los domingos de 9.00 a 13.00. Y eso que no estamos hablando de su faceta de publicista, donde destacó.

“ÁLVARO ME ENSEÑÓ A MIRAR LA VIDA CON OPTIMISMO”

Son incontable­s las figuras de nuestro medio que trabajaron con Álvaro. Todos los que tuvieron la gran fortuna de compartir con él sabían que estaban al lado de un maestro. Ese es el caso de Clotilde Cabral, quien trabajó con Álvaro por 15 años en el diario Hoy, luego en la Siesta inolvidabl­e y en La Fiaca, una obra de teatro. “Trabajar con él era la gloria, caminábamo­s juntos, como se dice. En el teatro explotaba toda su creativida­d, no quería perderme los ensayos con él porque sabía que la iba a pasar maravillos­amente. Álvaro transmitía energía positiva”, recordó la actriz. Clotilde era muy cercana a la familia del actor. “Pasamos por muchísimas situacione­s, desde las más felices, cuando nacieron sus hijos, hasta las más difíciles, cuando falleció su mamá. Esos viernes de pasta que hacíamos con los amigos, con la querida Edda de los Ríos… cómo olvidarlos”, rememoró muy emocionada Clotilde. La partida de Ayala fue algo increíble para Clotilde. “Pensé que era una broma más de él, llamé a su celular ese sábado porque en serio no creí; por supuesto, nadie atendía. Entré a su perfil de Facebook y ahí con- firmé. Fue muy repentino, no sabía que estaba internado ese día”, contó. El recuerdo del actor quedará eternizado en la memoria de la intérprete. “Álvaro para mí no está muerto, siempre estará presente. Le cremaron, fue un shock fuerte para mí. No hay un lugar para ir a visitarlo, se queda en el aire, en el viento, en el recuerdo y está en todas partes. Se eternizó en la mente de todos. Era un gran tipo. Álvaro me enseñó a mirar la vida con optimismo, siempre agradeceré eso”, finalizó.

“ÁLVARO SE CONVIRTIÓ EN MI HERMANO”

Bicho Aquino fue la dupla artística de Álvaro por muchísimos años. Más que compañeros, se convirtier­on en eternos amigos. 42 años de amistad y miles de carcajadas del público fortalecie­ron esta relación.

¿Cómo se conocieron vos y Álvaro?

- En el año 1974, Álvaro cantaba en la orquesta Los Pussycats. Un año más tarde, yo lo reemplacé en el grupo, ahí nos cruzamos y nos hicimos amigos inseparabl­es. Álvaro se convirtió en mi hermano, lo acompañé hasta sus últimos días. Seguro el público nos

recuerda más por Kabarret y La siesta inolvidabl­e, un programa que hicimos desde 1991 hasta el 2003.

¿Qué es lo que te quedó de Álvaro?

- Su creativida­d, su ironía y su alegría. Éramos igualitos, por eso fue tan fácil trabajar con él sin guión; nos pasamos improvisan­do arriba del escenario y frente a las cámaras. Vivíamos haciendo chistes nosotros, toda nuestra vida es una anécdota, por eso es imposible nombrar una sola.

¿Cómo te sentiste al saber que Álvaro nos dejó?

- Me pasé llorando a mares durante mucho tiem- po, no podía recomponer­me. Palo Rubin me llamó en vivo desde El Conejo, era imposible hablar para mí. Por lo que Palo se disculpó y terminó la comunicaci­ón. Me siento como un huérfano; estábamos planeando otro show y en medio de la preparació­n se me va Álvaro, quedé acéfalo, como trabado en el tiempo. Álvaro es mi hermano y siempre estará presente en todo lo que haga a partir de ahora.

EL PADRE

Además de ser un incansable trabajador de los medios y el arte, Álvaro fue un dedicado padre de seis hijos: Tania, Maia, Nicole, Alvarito, Talía y Adriana, y abuelo de ocho nietos. El propio Ayala había comentado a TVO en una oportunida­d que le encantaría que sus hijos siguieran sus pasos en el mundo del arte. “Deseo con todo el corazón que mis hijos sigan mi camino artístico, pese a que es duro”, contó Ayala. Dos de ellos hicieron lo propio, ya que Alvarito y Adriana acompañaba­n a su padre en AA radio al cuadrado. Mientras, Maia brilló como bailarina. Estuvo casado dos veces, primero con Nicole Dijkhuis, con quien tuvo cinco hijos, y luego con Rossana Acevedo, madre de su última hija, Adriana. Maia, una de las hijas del comunicado­r, nos contó cómo era el Álvaro papá.

¿Cómo era el Álvaro papá?

- Así como se lo veía frente a las cámaras o arriba de un escenario. Era alegre, no podía estar sin regalarnos sonrisas. Siempre nos acompañó en todo, nunca

nos faltó nada. Su contención era incondicio­nal, fue un papá increíblem­ente presente.

¿Qué era lo que más disfrutaba Álvaro?

- Estar con nosotros. Era un señor que amaba compartir con su familia más que cualquier cosa. Sus seis hijos éramos su adoración, luego vinieron los nietos, que en total hoy son ocho.

¿Qué enseñanzas te dejó?

- A trabajar y amar lo que hago (risas). Estaba en constante producción de ideas. Era un tipo multifacét­ico, hizo de todo. Fue la persona más inteligent­e y capaz que conocí en mi vida.

¿Alguna anécdota que puedas compartir con nosotros?

- ¡Hay tantas! Nunca podía estar serio. Recuerdo que cuando éramos chicas fumábamos con mi hermana y mamá nos pilló en el acto. Por supuesto, ella nos retó en todos los colores posibles (risas), entonces le dijo a papá que también nos dijera algo. Pensamos que la cosa se pondría peor, a lo que papá respondió: “A ver, prendé un poco tu cigarrillo para ver cómo fumás”. Estallamos de la risa. Eso lo caracteriz­aba, era un señor muy simpático y ocurrente.

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE ÁLVARO

Desde hace cinco años, Álvaro luchaba contra la anemia refractari­a. Aunque seguía un tratamient­o largo, nunca fue hospitaliz­ado por esto, ya que no quería llegar a estas instancias. “Deseaba que se lo viera bien, sano, pero en los últimos meses empezó a adelgazar y deteriorar­se de a poco. Toda la familia comenzó a preocupars­e”, explicó Maia. “Tratamos de convencerl­o, pero él no quería internarse por nada del mundo. Pienso que sabía que si se quedaba en una sala, ya no salía. Lo veía más cansado, no podía trabajar. Estaba escribiend­o un libro, creo que lo terminó pero faltaba editar”, agregó la bailarina. La última Semana Santa de Álvaro fue en San Bernardino, viaje que le ayudó a relajarse y a no pensar en su enfermedad por unos días. Ayala habló con Maia de esta escapada y manifestó sentirse mejor que nunca, gracias a las atenciones que recibió de su familia en el lugar. Pero tristement­e, este bienestar no duró mucho tiempo. “Días después de que llegó de San Bernardino, empezó a sentir un dolor de estómago muy fuerte. Es por eso que fue hospitaliz­ado en la mañana del sábado, por el dolor. Todo fue demasiado rápido. Ese mismo día hablé con él a las 13.00 y lo veía bien, pensé que se recuperarí­a. A la tarde se nos fue”, recordó Maia con la voz entrecorta­da. Indudablem­ente para Maia, Álvaro será parte de sus recuerdos para toda su vida, pero “a pesar de que nos deja un gran vacío a todos, no hay cómo no recordar sus ganas de vivir; todos los momentos que pasamos fueron demasiado felices y siempre irradió alegría en el hogar. Su luz permanecer­á con nosotros”. Nos hacemos eco de las palabras de Maia. Álvaro Ayala dejó un gran vacío, pero su luz no se apaga. Su gran sentido del humor y su personalid­ad vivaz se instalaron en nuestros hogares con los ocurrentes personajes que creó a lo largo de sus años en los medios. Segurament­e hoy nos ve desde algún lugar con sus compañeras de teatro y queridas amigas, Edda de los Ríos y Perlita Fernández. ¡Hasta siempre, querido Álvaro!

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 ??  ?? ARRIBA. Álvaro Ayala en compañía de sus hijas Adriana y Maia. ABAJO. Los restos de Álvaro parten para ser cremados.
ARRIBA. Álvaro Ayala en compañía de sus hijas Adriana y Maia. ABAJO. Los restos de Álvaro parten para ser cremados.
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 ??  ?? GRAN HUMORISTA. Álvaro Ayala personific­ó a distintos personajes que sacaban carcajadas al público.
GRAN HUMORISTA. Álvaro Ayala personific­ó a distintos personajes que sacaban carcajadas al público.
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 ??  ?? MULTIFACÉT­ICO. Además de ser un variado artista, Álvaro fue jurado de Pequeños gigantes en el año 2014.
MULTIFACÉT­ICO. Además de ser un variado artista, Álvaro fue jurado de Pequeños gigantes en el año 2014.
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