Diario El Comercio

Petro ante el realismo mágico

- Doctor en Ciencia Política, experto en gobierno e internacio­nalista JAVIER GonzálezOl­aechea

Tras dos intentos previos y más de seis décadas de terror, el exdirigent­e del movimiento guerriller­o M-19 y economista de 62 años, Gustavo Petro, ha partido a su país en dos mitades, finiquitad­o el luengo bipartidis­mo y logrado la primera presidenci­a izquierdis­ta colombiana.

Desde el ‘ bogotazo’ de 1948 detonado por el asesinato del líder del partido liberal Jorge Gaitán y que acarreó entonces más de 3.000 muertos, Colombia ha crecido en democracia mientras el reclutamie­nto forzoso de niños, los secuestros, las torturas y los asesinatos copaban sus medios de comunicaci­ón. Desde 1991, ha reformado 45 veces su constituci­ón, gestando el concepto de “bloque de constituci­onalidad” y reforzando ampliament­e su potente arquitectu­ra institucio­nal, posiblemen­te la más estructura­da del barrio.

Con calculada prudencia proselitis­ta, Petro se declaró un “revolucion­ario obstinado y progresist­a” antes que izquierdis­ta, evitando que su pasado lo derrote. Su triunfo en segunda vuelta lo sitúa en una situación muy parecida a la del gobernante que padecemos los peruanos porque en el Senado obtuvo 17 de 108curules­yenlaCámar­adeReprese­ntantes alcanzó 25 de 188 asientos, también con un Congreso fracturado.

Colombia es el segundo país más desigual de América Latina, según el Banco Mundial. El 12,5% de su población vive en condicione­s por debajo de la pobreza, el 46,7% de sus hogares oficialmen­te se considera pobre y el índice de percepción de corrupción es altísimo y creciente.

Su bello lema de campaña “cambio por la vida” se estrella con concreto armado. La fuga de capitales, la devaluació­n del peso y la inflación creciente licúan los ingresos y podrían pronto sepultar los votos propios y prestados.

Dado que para atender las esperanzas se necesita dinero, ergo, calmar los mercados y generar un concierto de voluntades, por razones de espacio subrayaré los que hasta ahora parecen ser los más inmediatos retos.

El exalcalde bogotano y exsenador ha anunciado un “diálogo nacional plural y multicolor”, pero, para que fructifiqu­e, las convergenc­ias deben ser políticame­nte aceptables, técnicamen­te viables y financiera­mente sostenible­s.

Petro postula sustituir las industrias extractiva­s, propuesta que sepulta a Ecopetrol con sus importante­s ingresos; también anunció la revisión de los tratados de libre comercio.

Tras mucho batallar, Colombia es parte de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico (OCDE), sociedad compuesta por 38 países cuyo objetivo es coordinar sus políticas económicas y sociales para potenciar su desarrollo. La OCDE le abrió la puerta para que, cumpliendo progresiva­mente con sus reglas, regulacion­es y controles, se beneficie de sus altos estándares.

Colombia ha implementa­do la consulta previa generando cientos de acuerdos por miles de millones de dólares anuales. El acuerdo es ley exigible judicialme­nte. ¿Podría tumbarse una minera canadiense sin perforar las reglas de la OCDE y de un acuerdo producto de consultas? No. Más bien, por lo ya mencionado, debería optar por un referente de la orto

“Con heridas abiertas y retos de magnitudes, los acuerdos de la presidenci­a Petro deben ser más que suficiente­s y ejecutarse eficazment­e”.

do xi a económica como ministro de Hacienda.

Los conflictos no desaparece­n cerrando los ojos. ¿Cómo generar confianza en las fuerzas armadas si al menos nueve jefes guerriller­os regionales no acataron la paz y siguen en concubinat­o poligámico con el narcotráfi­co y otros delitos en montes que Petro bien conoce por años combatiend­o y sobrevivie­ndo bien apertrecha­do?

Hasta ahora, los ruidosos anuncios no emanan de una dulce flauta. La zozobra aumenta porque habiendo estado de amoríos con Hugo Chávez, el electo presidente ahora dialoga con el n arco dictador bolivarian­o para abrir las fronteras, estulticia a la que añade un afiebrado deseo de liberar jóvenes presos por violencia contumaz, acompasado por la grita de su portátil por ahora rosada.

Con heridas abiertas y retos de magnitudes, los acuerdos de la presidenci­a Petro deben ser más que suficiente­s y ejecutarse eficazment­e. Si así ocurre, la productiva, bella y musical Colombia dará una lección sin fronteras. Caso contrario, el mandato presidenci­al será, como en “Cien años de soledad”, el padecimien­to de mujeres tristes que no pudieron amamantar a su hija Colombia.

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ILUSTRACIÓ­N: GIOVANNI TAZZA
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