El viaje interior de Santa Madero
Desde su aparición en el 2018 con su single “Pero Frágil”, la joven banda peruana Santa Madero había cimentado una promisoria carrera sobre la base de canciones sueltas que publicaban en sus redes, como botellas lanzadas al mar. Eran puntos de partida, pequeños ejercicios de estilo en territorios musicales, desde el dream pop de vocales aterciopeladas ( a cargo de su cantante, Karina Castillo), hasta números más enérgicos e incursiones en el pop sintético. Con esas credenciales, se echaba en falta un primer LP que confirme las expectativas generadas, una deuda que acaban de saldar en este 2022.
En Santa Madero, las melodías pegadizas y los beats efectivos son sus mejores cartas, y estos se suceden sin descanso.
En “Ya tengo nostalgia por las conversaciones que tuve ayer”, el grupo de Chaclacayo (hoy convertido en trío, con Dan Joe Salazar en teclados y `El Alcalde' en guitarra) da en la diana con nueve canciones que no se agotan en una escucha y que son muestras de ese nuevo pop artesanal que se ha venido imponiendo en el Perú, como el de Dan Dan Dero, Suerte Campeón o Los Niños Vudú; música que es grabada y producida en computadoras personales, a veces en la soledad de dormitorios, y que progresa ante la inexistencia de una industria discográfica. En el caso de Santa Madero, hasta tuvieron que recurrir a fondos estatales para hacer llegar a buen puerto su debut en largo.
El resultado es un d is cobañado en la nostalgia por un sonido que algunos llaman vinta ge (“Mocedades ”,“Todo bien”), por los presets electrónicos y parches que traen un ventarrón al synth pop de los 80. Pero la retromanía por sí sola no vende un disco si no contiene argumentos detrás: en Santa Madero, las me lodías pegadizas y los be ats efectivos son sus mejores cartas, y estos se suceden sin descanso. Sea que se lo hayan propuesto o no, el LP se siente como un viaje interior que se inicia en la relativamente alegre “Piloto” –pese a su letra, llena de confusión y paltas veinteañeras–; que pisa el acelerador con la dinámica “Puaj” –gran single que debería estar en las radios –, y que tras contramarchas y contusiones de la vida, consigue aterrizar con “No puedo creer que hayas llegado aquí”, un cierre emotivo de cuatro acordes obstinados que se sienten como la música de créditos de una película sobrevivir, enamorarse, cometer errores y seguir en la brega. El pop `centennial' de Santa Madero es una refrescante presencia en una escena rockera que se resiste a morir.