Diario El Comercio

Denuncias informadas

- Natalia Manso Profesora de Pacífico Business School

Cuando te diagnostic­an una enfermedad que requiere una operación quirúrgica, el médico te explica los riesgos que asumes y las probabilid­ades de éxito en base a datos científico­s y su propia experienci­a profesiona­l. Como paciente, evalúas beneficios, riesgos y costes, y decides si te operas o no. En caso positivo, firmas el denominado “consentimi­ento informado”. A partir de ahí, asumes la responsabi­lidad de tu decisión y te pones en manos del sistema de salud.

Cuando las víctimas denuncian violencia familiar, acuden mayoritari­amente a una comisaría o un Centro Emergencia Mujer (CEM). También se pueden interporne­r denuncias en juzgados de paz, juzgados de familia y fiscalías. Todos ellos son canales válidos para la recepción de una denuncia bajo la ley 30364, Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrante­s del grupo familiar. Encontrar datos consolidad­os del total de denuncias ingresadas en el Perú, independie­nte mente del canal de entrada y su recorrido, ha sido una tarea imposible, pero, en cualquier caso, sí puedo compartirl­es algunas cifras publicadas por cada institució­n respecto del 2021, y que incluyen violencia sexual, física, psicológic­a y otras: 240.875 denuncias por violencia familiar reportadas por el Ministerio del Interior (Mininter); 163.797 denuncias registrada­s por el Ministerio de la Mujer y Poblacione­s Vulnerable­s (MIMP), 323.525 denuncias ante el Poder Judicial, y 167.414 denuncias presentada­s por las Fiscalías Especializ­adas en Violencia contra las Mujeres e Integrante­s

del Grupo Familiar del Ministerio Público.

Las estadístic­as de las formas más cruentas de violencia, como feminicidi­os y violencia física y sexual, son conocidas. Sin embargo, la mitad de las denuncias por violencia en el Perú son por violencia psicológic­a, la cual es considerad­a por algunos expertos como la que conlleva secuelas de más larga duración.

La violencia psicológic­a ha supuesto el 52% de las denuncias registrada­s por el Mininter y el 46% de las atendidas por los CEM en el 2021.

Este 25 de noviembre, día internacio­nal de la Eliminació­n de la Violencia contra la Mujer, ha sido de nuevo una retaíla de cifras de denuncias comparadas con años anteriores, las cuales justificar­án varios llamados a aumentar el presupuest­o de los entes del sistema de atención a las víctimas.

Ahora bien, ¿dónde está el enfoque a resultados? Tal parece que la meta es batir el récord de denuncias año tras año, mas no romper la imperante cultura de la impunidad. Las líneas comunicaci­onales del Estado apuntan a promover, como debe ser, el aumento de denuncias, pues es evidente que para romper la cultura de la violencia machista se necesita alzar la voz. No obstante, se está obviando el hecho de que esas denuncias, en especial las de violencia psicológic­a, no generan apenas ningún resultado. De hecho, las oficinas estadístic­as del Poder Judicial, en el Ministerio Público o el MIMP, no recaban estos indicadore­s para medir los resultados, estando enfocados solo en el número de denuncias.

Para dar sustento de esta afirmación, tan cruel como real, he solicitado a través de los portales de transparen­cia el número de denuncias y sentencias condenator­ias por violencia psicológic­a. La respuesta por parte del Poder Judicial ha sido que no cuenta con estadístic­as sobre sentencias por violencia psicológic­a. Perturbado­r conocer que no recaban el dato a pesar de que afirman estar implementa­ndo el enfoque de género. Por su parte, el mimp ha atendido 75.894 denuncias por violencia psicológic­a en sus CEM durante el 2021 y registrado 400 sentencias, es decir, solo un 0,52% de sentencias favorables respecto al total de denuncias en un año. Cabe resaltar que los datos aportados no disciernen entre primera y segunda instancia, por lo que varias serán apelables.

Con solo una sentencia por cada 200 denuncias por violencia psicológic­a, nos debemos plantear qué vamos a hacer para cesar el daño que estamos causando a los cientos de miles de denunciant­es a las que hemos revictimiz­ado, frustrado y fallado.

Uno de los retos de esta violencia es la falta

“Con solo una sentencia por cada 200 denuncias por violencia psicológic­a, nos debemos plantear qué vamos a hacer para cesar el daño que estamos causando”.

de huellas físicas y la dificultad de recabar medios probatorio­s que sean valorados por los jueces. Las víctimas asesoradas por abogados privados, varios de ellos ávidos de honorarios, reciben el mensaje de que su testimonio es suficiente. En teoría, el testimonio debe ser valorado, pero la realidad nos indica lo contrario. La prueba fundamenta­l es el resultado de los peritajes de los psicólogos y psiquiatra­s del instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, que depende del Ministerio Público, y el cual fue declarado en estado de emergencia por la fiscal de la Nación Patricia Benavides al poco tiempo de asumir el cargo. Esta institució­n tiene en sus manos las piezas clave para sustentar la mitad de los casos de violencia familiar del Perú, y para ello cuenta con un equipo humano que no crece, bajos salarios y numerosos cuestionam­ientos por el comportami­ento de algunos de sus funcionari­os y los resultados de sus peritajes, que tienden a clasificar de “lesiones leves” agresiones donde mujeres han sido golpeadas hasta desfigurar su rostro, como el de la víctima del cantante John Kelvin, o cuentan con peritos psicólogos manchados en corrupción, como el reciente caso dedos psicólogas de Medicina Legal en Loreto a las que arrestaron en flagrancia por pedir US$1.000 a una mujer para modificar su informe, otro perito encajamarc­a quepo rus $200 ofrecí aun nuevo peritajea un violador u otro más e nI qui tos dispuesto a realizar un informe favorable en un proceso de tenencia para un papá a cambio de S/750.

Las autoridade­s y los abogados, públicos y privados, deben recordar que las mujeres que denuncian son personas adultas, que saben tomar sus propias decisiones, por ellas y por sus hijos. Por tanto, al igual que esperamos que un buen hospital y médico nos den informació­n precisa sobre los riesgos de un procedimie­nto antes de entrara un quirófano, esperamos lo mis modelas institucio­nes y profesiona­les que deben velar por nuestra seguridad, brindando informació­n clara y realista sobre los sacrificio­s psicológic­os y económicos que supone denunciar, y las posibilida­des de arribar a un resultado razonable. Nadie más que nosotras sabrá tomar la mejor decisión para poder realizar una denuncia informada.

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ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA
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