China refuerza la seguridad y la censura tras las protestas
Manifestaciones contra las ● restricciones sanitarias se redujeron por mayor despliegue policial y más barreras metálicas Aún ● no se sabe si el régimen de Xi suavizará las medidas.
Con las calles custodiadas por la policía y la información en Internet bajo censura, las autoridades chinas pudieron contener ayer un movimiento de protesta de un alcance histórico, en el que la población reclama el fin de las estrictas restricciones sanitarias por el COVID-19 y más libertades.
La policía patrulló ayer los escenarios de las protestas del domingo en Shanghái y Beijing, lo mismo que otras ciudades menores, y colocó más barreras metálicas azules para impedir más concentraciones de ciudadanos, lo cual hizo que las protestas fueran muy atenuadas.
Los manifestantes hicieron anteayer una muestra de desobediencia civil sin precedentes desde que el líder Xi Jinping asumiera el poder hace casi una década. Durante su mandato, Xi ha supervisado la represión de la disidencia y la expansión de un sistema de vigilancia social de alta tecnología que ha dificultado la protesta y la ha hecho más arriesgada.
“Nos oponemos a estas restricciones de los derechos de las personas en nombre de la prevención de virus y a las restricciones de la libertad individual y de los medios de vida de las personas”, dijo Jason Sun, un universitario de Shanghái.
Preguntado por el enfado generalizado por la política china de cero COVID, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, dijo a los periodistas: “Lo que usted ha mencionado no refleja lo que realmente ha sucedido”.
“Creemos que con el liderazgo del Partido Comunista de China y la cooperación y el apoyo del pueblo chino nuestra lucha contra el COVID-19 tendrá éxito”, agregó.
La reacción ante las medidas contra el COVID-19 supone un revés para los esfuerzos de China por erradicar el virus, que está infectando a un número récord de personas tres años después de su aparición en la ciudad de Wuhan.
El “Diario del Pueblo”, una publicación estatal, difundió ayer un artículo en el que advierte sobre la “parálisis y el agotamiento” frente a la estrategia de cero COVID, pero sin reclamar que se le ponga fin.
“Está claro que el Gobierno Chino subestimó a la población. Primó la posición del partido sin prever que la gente se podía hartar. Esto es común en este tipo de regímenes”, opina el internacionalista Francisco Belaunde.
Aun así, no cree que el enojo ciudadano llegue a ser tan importante como para jaquear a China. Remarca que una dificultad para el régimen es que las manifestaciones han sido espontáneas y sin líderes claros, con lo cual no hay forma de dirigirse a alguien en particular.
–¿Son de otro planeta?–
“La comparación ha sido uno de los principales detonantes. Durante su primer año, la política cero COVID fue efectiva, pero ahora China quedó relegada en términos de apertura al confrontarse con el resto de países”, anota el sinólogo Marco Carrasco.
Opina que el régimen de Xi no le prestó suficiente atención a escenarios que gatillarían las disconformidades latentes en el país. Por ejemplo, la transmisión de los partidos del Mundial Qatar 2022. “En las redes sociales chinas se empezaron a preguntar qué sucedía y si
Qatar estaba en otro planeta. Es claro que esta política está entrampada, ya no guarda sincronía con lo que pasa en el resto de naciones”.
Sobre lo que viene, Carrasco no cree que haya repercusiones políticas, pero sí que puede haber modificaciones en la política de cero COVID. “Ese nivel de hartazgo ya no se puede ocultar, así que creo que es probable que se den algunos ajustes”.
Belaunde agrega que flexibilizar las medidas podría ser un inconveniente para China. “El Gobierno está entre el descontento y la relajación de medidas, lo que generaría más contagios. Y no es lo único. Las concesiones no son bien vistas: algunos analistas dicen que cuando Gorbachov quiso hacerlas en la URSS, se cayó todo. A este tipo de regímenes no les gusta ceder nada porque significa abrir una puerta peligrosa”.