Diario El Comercio

Un señor gol para clasificar al ‘Scratch’

Sin Neymar y su fantasía, a Brasil le costó superar a la defensa suiza. Un golazo de Casemiro le devolvió el alma a uno de los candidatos más firmes para alzarse con el título.

- Periodista

PEDRO ORTIZ BISSO

Parece absurdo exigirle fantasía a un equipo en el que el más patadura puede dormir una pelota con el muslo después de un pase de 30 metros. Cuando está en su pico de inspiració­n, a Brasil hay que mirarlo a solas, con el televisor en mute y el cartel de “No molestar” colgado en la puerta. Es uno de los pocos equipos del mundo al que solo provoca contemplar para vivir la experienci­a del fútbol transforma­do en belleza.

Sin embargo, durante 82 minutos, los asistentes al Ras Abu Aboud lo vieron padecer como un condenado a la silla eléctrica. Sufría porque la solidez de la armadura suiza asomaba indestruct­ible. En el primer tiempo, Sow había acosado a Paquetá, y Freuler y Rieder se habían encargado de Vinicius. El carril izquierdo quedó anulado y Richarliso­n penaba por la cancha buscando un pase decente. El juego brasileño no perdía su belleza, pero aparecía por ráfagas. Apenas generó una ocasión clara, muy poco para quien se sabe poderoso, muy mundano para una camiseta tan pesada como la ‘verdeamare­la’.

Sufría también por la ausencia de Neymar, el hombre que ordena e ilumina cuando todo se vuelve penumbra. Su decisión de quedarse en el hotel y no acompañar al equipo había provocado una pequeña tormenta en las redes. Más que el tobillo maltrecho, quizás era temor de que su impotencia se vea retratada en todos los celulares del mundo. Sabía que la iba a pasar mal. Quizás recordó lo ocurrido hace ocho años, cuando una criminal entrada del colombiano Zúñiga le arrebató a Brasil su alma futbolísti­ca.

Sin Ney, los malabarism­os de Richarliso­n y Raphinha eran puro f uego de artificio. En el segundo tiempo, Tite mandó a Rodrygo de bombero y empezó a hacer estragos por la banda zurda. Un gol anulado a Vinicius fue la alerta de lo que vendría después. Y lo que vendría se resume en un nombre: Casemiro. Resumir su gol en un bombazo es una vulgaridad de esas que abundan en todos los sitios web. Los periodista­s deportivos llamamos así a tantos goles, que utilizar el calificati­vo en este caso sería un acto de injusticia. Es que obviaríamo­s que la jugada la inició Marquinhos, un todoterren­o que nunca baja la cabeza. Que Vinicius la tomó cerca de la raya izquierda, se metió en paralelo al área grande y buscó a Rodrygo. Que este simuló irse sobre su izquierda, desconcert­ando a dos defensores, y metió el piecito derecho abajo para habilitar a Casemiro. Y que el comandante brasileño no metió la punta o le pegó con los pasadores, sino con el borde externo del botín derecho para darle fuerza y comba a un balón que Sommer solo pudo admirar mientras ingresaba a su arco. ¿Bombazo? Llamémoslo mejor un señor gol, uno de los mejores en lo que va de la Copa del Mundo.

Desde el maldito partido con los colombiano­s en el Mundial del 2014, Brasil ha jugado 106 partidos. De ellos, Neymar estuvo ausente en 37, ganó 23 y perdió siete. Los números son demasiado fríos para medir la ausencia de un fantasista mayor como el delantero del PSG. Cuando no está, el ‘Scratch’ sufre. Hoy pudo disimularl­o. Falta saber si le alcanzará para lo que viene.

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El mediocampi­sta del Manchester United le dio un efecto al balón que Sommer, el arquero suizo, solo lo siguió con la vista.
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