Diario El Comercio

Lo que inspiró la ausencia de Mané

Los ‘Leones’ están en ● octavos de final tras vencer 2-1 a Ecuador, que se despide de Qatar. Sin Sadio Mané, pero con el corazón como bandera.

- LEONARDO LEDESMA WATSON Periodista

Son varios los pasos para todo gran viaje en la estructura convencion­al de una historia, según el escritor y mitólogo Joseph Campbell. Este paradigma que se aplica a la literatura, al teatro o a la cinematogr­afía se puede encontrar también en el fútbol. Así vamos de Ulises a Luke Skywalker a Moana, hasta llegar a la selección de Senegal.

Desde que se conoció la ausencia de Sadio Mané, delantero del Bayern Múnich, el equipo del noroeste africano pasó a ser del segundo favorito del Grupo A al tercero en las casas de apuesta y en las pollas de oficina. Si bien Ecuador llegó con esperanza y como una de las seleccione­s con promedio de edad más bajo, los ‘Leones de Teranga’ venían de ser campeones en la Copa Africana de Naciones y eso así nomás no se borra.

Sin embargo, l o de su máxima estrella no era un dato menor, así que todos los demás, salvo Países Bajos que por historia y camiseta debía clasificar –y así lo hizo–, se empezaron a animar. El equipo demostró no ser ‘sadiodepen­diente’. En una combinació­n de jerarquía individual, con futbolista­s en las mejores ligas del mundo y un planteamie­nto a la altura de los de grandes estrategas, han avanzado a octavos como en el 2002, cuando todos fuimos a ver a la Francia de Zidane y terminamos viendo a Senegal de El Hadji Diouf, Papa Bouba Diop y su actual entrenador, Aliou Cissé.

—Ustedes o nosotros—

El partido contra Ecuador se fue armando. Ningún guerrero sale a la arena con todas las armas en las manos. Va midiendo, se agazapa, espera. Ecuador no estaba metido pero sí perdido, sobre todo por las bandas, donde normalment­e se hacen fuertes y ahora fallaron.

La ventaja llegó luego de que Ismaila Sarr fuese derribado en el césped del Khalifa Internatio­nal Stadium por Piero Hincapié. Penal dudoso, penalito, si se quiere. Fue el mismo Sarr quien la mandó a guardar.

Ecuador, por definición y por consenso, era el representa­nte de todos los que no fuimos a Qatar pero nunca quisimos dejar de ser héroes. Y aunque haya habido problemas fuera de la cancha como el caso de Byron Castillo, muchos, delante de la TV, quisimos ver la volteada. Por ello, al minuto 67, tras un tiro de esquina y una bola peinada, Moisés Caicedo puso el 1-1. Claro, los cuentos suelen tener casi siempre un remate y giro antes del final de la trama: aunque pensamos que podría haber sido ese, terminó siendo para Senegal.

Solo unos minutos después, Koulibaly coronaría su actuación con el gol que le ha dado a los del noroeste de África la posibilida­d de jugar los octavos de final.

Senegal había atravesado por todas las etapas que componen a un personaje: su mundo ordinario fue aquel en el que, sabiéndose campeones del continente y teniendo a su mejor jugador en lo más alto, sus opciones en el torneo eran distintas. La llamada a la aventura fue en este caso su elemento disruptor: el terremoto luego del anuncio de la lesión de Mané que convocó incluso a brujos para buscar revertirlo.

Tras el pitazo final, vimos dos caras que se asemejan pero que difieren en lo emocional: la frustració­n de Ecuador y la algarabía de Senegal, de todo un pueblo y, por qué no, un continente, que desea seguir sorteando obstáculos para acercarse más a un objetivo no tan imposible.

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REUTERS Es la segunda vez que Senegal clasifica a octavos de final en un mundial. La última vez lo consiguió hace 20 años, en Corea-Japón 2002.
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