Moriyasu: el amigo de Oliver
Lo reconoció el mismo Luis Enrique, técnico de España: con ese nivel de presión y de cobertura de espacios, cualquier equipo del mundo sufrirá con Japón. La obra maestra táctica le pertenece a Hajime Moriyasu, entrenador nipón que ha predicado en sus dirigidos orden en cada línea y una actitud de jugarse la vida en cada balón. Moriyasu, más que nadie, sabe que solo con pecho caliente se puede cumplir el sueño japonés. Lo aprendió hace casi treinta años en el mismo lugar donde fue feliz ayer. Lo aprendió en Doha.
Uno de los peores dolores futbolísticos es quedar fuera del Mundial en los últimos metros. Lo sufrimos tanto el 13 de junio ante Australia y lo padeció Japón el 28 de octubre de 1993. A ese partido se lo recuerda como “la agonía de Doha”. Con el pase a Estados Unidos 94 en el bolsillo, el país del sol naciente alistaba el festejo para su primera clasificación mundialista. Le ganaba 2-1 a Iraq hasta que, en el minuto 88, Jaffar Omran Salman anotó el 2-2. En ese once japonés, el volante central era Moriyasu y el atacante estelar era Kazu Miura, el futbolista que inspiró a Yoichi Takahashi para el manga (después anime) “Captain Tsubasa”, más conocido aquí como “Los Supercampeones”.
Las aventuras de Ol i ve r Ato m – Tsubasa en Japón– alimentaban el optimismo para un país que iniciaba un serio proceso para ganar hegemonía en el fútbol asiático (ya suman siete clasificaciones mundialistas consecutivas).
Además, algunos capítulos de “Los Supercampeones” tenían la voluntad de reivindicar episodios dolorosos como el de Doha de 1993. En una de las intros del querido dibujo animado, aparece Japón superando a Iraq. Algo que no pudo lograr con Moriyasu y su amigo Kazu Miura (el primer Oliver).
Gracias a su estudioso entrenador, la selección de Japón ya no necesitará de “Los Supercampeones” para imaginarse ganándoles a equipos como Alemania y España. Oliver Atom sonríe porque, por fin, ya no será necesario. El supercampeón noventero puede guardar los chimpunes y descansar.
“Moriyasu, más que nadie, sabe que solo con pecho caliente se puede cumplir el sueño japonés”.