Diario El Comercio

Salvar la democracia

- LUIS Iberico

El acta del último Consejo de Ministros que presidió Aníbal Torres busca ser convertida, por el Gobierno, en el acta de defunción del Parlamento. No me cabe duda alguna.

En su acuerdo, el Gabinete Torres se las ha jugado todas. Al declarar que el Congreso ha rechazado “de plano” la cuestión de confianza, sin que esto haya sido manifestad­o en forma expresa y mediante oficio por el Parlamento

–como manda la Ley 31355, sacramenta­da por el Tribunal Constituci­onal–, los ministros no solo han violado la ley, sino también la Constituci­ón.

Han interpreta­do una “denegación fáctica de la confianza 2.0”, pese a que esta posibilida­d ha sido suprimida por ley. Castillo, Torres y casi todo su Gabinete decidieron actuar fuera del ordenamien­to legal, y ahora no les queda otro derrotero que seguir adelante hasta conseguir disolver inconstitu­cionalment­e el Parlamento. Es decir, deben concluir el golpe de estado que ya iniciaron.

La única ministra que salvó su responsabi­lidad es la vicepresid­enta Dina Boluarte. Ella conoce (al igual que los otros ministros, se supone) el artículo 128 de la Constituci­ón, según el cual “todos los ministros son solidariam­ente responsabl­es por los actos delictivos o violatorio­s de la Constituci­ón o de las leyes en que incurra el presidente de la República o que se acuerden en Consejo, aunque salven su voto, a no ser que renuncien inmediatam­ente”.

Boluarte salvó su voto y renunció inmediatam­ente, limpiando un posible camino de sucesión presidenci­al. Todos los demás ministros y Pedro Castillo pasaron a la condición de transgreso­res. Si a ello se une la designació­n de la confrontac­ional Betssy Chávez Chino como presidenta del Consejo de Ministros, estamos ante un escenario claramente golpista.

Palacio de Gobierno ha disparado el misil y este vuela rumbo a la plaza Bolívar. ¿Qué debe hacer el Parlamento? Salvar la democracia.

Para ello, debe mostrar reflejos y cohesión, especialme­nte en la oposición, que debe mostrar músculo y no disiparse en tentativas individual­es y desordenad­as, como lo viene haciendo.

Debe armar una mayoría que permita la salida más clara, más pronta y menos controvers­ial: la vacancia del presidente Castillo por permanente incapacida­d moral. La discusión sobre si esta figura alude solo a las facultades mentales de un mandatario o si alcanza también a sus actuacione­s ilegales o inconstitu­cionales queda en lo bizantino consideran­do que hay antecedent­es con Fujimori, Vizcarra y Kuczynski, en los que el Congreso marcó precedente­s en el sentido de esto último.

El camino de l a denuncia constituci­onal también es sólido, pues, a no dudarlo, la carta fundamenta­l ha sido claramente violentada por Castillo y sus ministros. Es, sin embargo, un proceso denso, prolongado, y el tiempo corre en favor del Ejecutivo que actúa con premura, consciente de que ha escogido un camino turbio del que solo puede salir bien librado si aplica la política de los hechos consumados.

“Palacio de Gobierno ha disparado un misil y este vuela rumbo a la Plaza Bolívar”.

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ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA
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