Diario El Comercio

Prohibir TikTok no nos salvará

- Angwin JULIA Periodista estadounid­ense –Glosado, editado y traducido– © The New York Times

Estados Unidos está en pánico por TikTok, la aplicación de videos china conocida por su capacidad para inspirar a los adolescent­es a probar nuevos pasos de baile. La semana pasada, la Casa Blanca exigió a los propietari­os de TikTok que la vendieran o se enfrentarí­an a una prohibició­n. El ultimátum llegó tras meses de retórica contra TikTok: el director de la Agencia de Seguridad Nacional declaró ante el Congreso que le preocupa que TikTok sea utilizada para operacione­s de influencia extranjera. Una docena de senadores han presentado un proyecto de ley que le otorga ría al Gobierno Estadounid­ense amplios poderes para prohibirla aplicación y otras tecnología­s procedente­s de China y otros cinco países hostiles.

Esta semana, el Congreso Estadounid­ense ha convocado al director ejecutivo de la compañía, Shou Zi Chew, para interrogar­lo sobre el uso que TikTok hace de los datos de los estadounid­enses, su impacto en los niños y su relación con el Partido Comunista Chino.

Ojalá todos los gigantes tecnológic­os que aprovechan delos datos de los estadounid­enses recibieran el mismo escrutinio. Aunque el Congreso se ha alza do en armas contra TikTok, no ha aprobado ni siquiera la más básica legislació­n integral sobre privacidad para proteger los datos de los estadounid­enses de un uso indebido por parte de todas las empresas tecnológic­as que los recopilan y extraen. Tampoco ha seguido el ejemplo de Europa con su reciente presión para obligar a las plataforma­s a ser más responsabl­es por la desinforma­ción que difunden.

Todo este episodio forma parte de un escándalo mayor, en el que Estados Unidos está adoptando una postura cada vez más enfrentada con China. Ejecutivos tecnológic­os estadounid­enses y líderes de seguridad nacional han alimentado esta narrativa, advirtiend­o de una guerra fría de la inteligenc­ia artificial en la que China podría superar a Estados Unidos.

Pero cuando se analizan a fondo las acusacione­s de seguridad nacional contra TikTok, resulta revelador que la mayoría de los cargos podrían imputarse con la misma facilidad a los gigantes tecnológic­os estadounid­enses.

Proteger los datos de las amenazas internas ha sido un problema para todas las tecnológic­as. Google ha despedido a decenas de empleados por hacer un uso indebido de datos. Microsoft admitió haber hurgado en la cuenta de Hotmail de un bloguero para ver quién le filtraba documentos internos. En Twitter, los controles eran tan laxos que un exempleado fue condenado por utilizar su acceso para espiar a disidentes sauditas, y un denunciant­e dijo que la empresa había contratado a un empleado en la India que usó su acceso para espiar a disidentes indios.

El problema más profundo es que poner a TikTok bajo control estatal, prohibirla o venderlaa una empresa estadounid­ense no resolvería las amenazas que se dice que plantea la aplicación. Si China quiere obtener datos sobre residentes­en Estados Unidos, puede comprársel­os a uno de los muchos intermedia­rios de datos no regulados que venden informació­n detallada sobre todos nosotros. Si China quiere influir en la población estadounid­ense con desinforma­ción, puede difundir mentiras a través de plataforma sdeBig Te ch con la misma facilidad queotrospa­íses.

Sin mencionar que nuestra falta de atención nacional a las defensas de cibersegur­idad significa que sería mucho más eficaz para China hackear el ro uterwifide­c ad ahogar–la mayoríade los cuales se fabrica nen China–y obtener datos mucho más sensibles de los que puede obtener sabiendo qué videos vemos en TikTok.

Una mejor solución sería aprobar leyes que obligaran a toda nuestra tecnología a servirnos mejor. Tomémonos en serio la exigencia de una verdadera seguridad, privacidad y responsabi­lidad de la tecnología en nuestras vidas.

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