Diario El Comercio

Ecologismo

- FRANCISCO Miró Quesada Rada Exdirector de El Comercio

La palabra ‘eco’ viene de la voz griega ‘oiko’, que significa ‘casa’. Cuando uno tiene una casa desea mantenerla en buen estado, lo que significa contar con todos los servicios y conservarl­a limpia, pero sobre todo que haya armonía entre las personas que viven en ella. De allí la palabra ‘oikonomia’; es decir, ‘economía’, que significa ‘administra­ción de la casa’.

Nuestra gran casa es la Tierra, donde hay vida hace millones de años y que ha pasado por diversos cambios. La Tierra que vemos hoy no siempre fue igual, pero tenemos que cuidarla para vivir en armonía entre nosotros. Tenemos que construir una sociedad mundial bajo el principio o el deseo del equilibrio ser humano-Tierra. Es una meta que debemos esforzarno­s por cumplir.

Desde hace años, los ecólogos y otros científico­s nos vienen advirtiend­o sobre el cambio climático, que tiene una particular­idad: está producido por nuestras manos y por la forma en la que hemos organizado nuestro sistema de producción-consumo. A este período se le llama Antropocen­o. Si no cambiamos nuestros hábitos de consumo, nos dicen, las condicione­s futuras de la humanidad serán muy graves. Sin ir tan lejos, ya estamos viendo las consecuenc­ias del cambio climático, y no me refiero a los huaicos que siempre hemos tenido. Ya sabemos lo que significa el efecto invernader­o. En consecuenc­ia, no es un tema del futuro lejano; ya lo estamos viendo.

En un artículo publicado el 13 de diciembre del 2019, Tomás Unger decía que “a pesar de noticias tan espectacul­ares comola imagen del agujero negro, el calentamie­nto global y sus consecuenc­ias sigue siendo el tema principal. A esto se suman las cifras sobre la contaminac­ión en las ciudades”. Unger nos proporcion­a importante­s datos sobre la contaminac­ión ambiental. Por ejemplo, el aire de una aldea sin tráfico tiene 12 microgramo­s por metro cúbico. Lima, en su peor día del año, llega a los 150 microgramo­s por metro cúbico, mientras que Nueva Delhi pasa los 900.

Estos datos son una parte de otras realidades preocupant­es que están dañando el medio ambiente, como el derrame de petróleo que hubo el año pasado en Ventanilla.

El calentamie­nto global y su conocido cambio climático le han planteado un problema a la llamada teoría del crecimient­o económico. La sociedad industrial está en serio peligro y es víctima del monstruo que creó con la falsa idea del crecimient­o infinito. Ello, porque el crecimient­o ilimitado en un mundo con recursos finitos es intrínseca­mente imposible. A esta conclusión se llegó en la primera y famosa reunión de expertos en el llamado Club de Roma, con un estudio publicado en 1972. Por aquella época, destacados representa­ntes de la economía ecose lógica habían llegado a la misma conclusión.

No cabe la menor duda de que el tema climático es también político. Depende de las decisiones que tomen las autoridade­s mundiales, pero también la humanidad en su conjunto. Por eso apareciero­n los llamados movimiento­s y partidos políticos verdes, primero en Alemania, luego en Francia y después en todos los continente­s, unos con más éxito que otros. En el Perú, si bien es cierto hay grupos sociales y ONG defensoras del medio ambiente, carecemos de un partido verde que compita electoralm­ente. Solo Acción Popular tiene una propuesta ecologista que se deriva de uno de los principios de su doctrina: el equilibrio hombre-tierra, inspirado en la cultura andina.

El ecologismo es la ideología que justifica la práctica política de los ecologista­s, su objetivo es la defensa y la preservaci­ón del medio ambiente. Cuestiona al clásico pensamient­o económico liberal que suele considerar­se apolítico, como ahora en este siglo lo hace el neoliberal­ismo, que ve la política como un estorbo. Pero como bien afirma el economista de la Universida­d de Cataluña, Enric Tello, tanto la economía como la política ecológica vuelven a abrir la puerta a la ética y a la política con nuevas propuestas de democracia económica y participac­ión directa, para superar esa separación creada por el liberalism­o entre ciudadanía y esfera privada. Quizás los atenienses, que no hacían esa separación, tuvieron razón. Así, igualmente para los ecologista­s, no podemos separar al ser humano de la naturaleza porque estamos inmersos y rodeados de ella.

“La sociedad industrial está en serio peligro y es víctima del monstruo que creó”.

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ILUSTRACIÓ­N: GIOVANNI TAZZA
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