Diario El Comercio

Los menos buscados

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“Hace falta que los casos de ese tipo de agresión no queden impunes y que se sigan impulsando y visibiliza­ndo las políticas públicas de acompañami­ento a las víctimas”. Editorial de El Comercio Un homenaje pendiente / 8 de marzo del 2022

Hace seis días, Sergio Tarache Parra ingresó a un grifo en las inmediacio­nes de la plaza Dos de Mayo, en pleno corazón de Lima, compró gasolina, la roció sobre su expareja y le prendió fuego luego de que ella decidiera terminar la relación que ambos mantenían. Casi una semana después, él sigue libre, sin ninguna orden de captura en su contra, mientras ella permanece hospitaliz­ada, con el 60% de su cuerpo quemado y el recuerdo de una agresión que cargará por el resto de su vida.

Uno se pregunta cuántas cosas tienen que estar mal en nuestro país como para que un energúmeno sienta que puede atacar salvajemen­te a una mujer en plena vía pública y luego permanecer varios días fuera del radar de las autoridade­s. Porque, aunque estremeced­or, este caso es apenas una pieza más de un mosaico terrorífic­o de mujeresata­cadas en los últimos años ante la indolencia de las institucio­nes. En realidad, no hace falta ni siquiera echar la vista a los años anteriores. Solo en los primeros dos meses del 2023, el Ministerio de la Mujer registró 43 intentos de feminicidi­o y otros 33 crímenes que podrían calificar como tales.

En lo que respecta a marzo, además del registrado en el Centro de Lima, existen otros casos que bien podrían pasar a formar parte de esta estadístic­a. El domingo 12, por ejemplo, MaríaPab lo yWendy Me na fueron asesinadas en una vivienda en Chosica. Sus familiares denuncian que ambas fueron víctimas de abuso sexual por un grupo de sujetos que aún no han sido identifica­dos. Y el lunes 6 Karina Clemente fue hallada muerta por ahorcamien­to en un hotel en Arequipa al que habría acudido con su pareja, según la Defensoría del Pueblo.

Estos casos comparten dos rasgos espantosos. El primero es que tienen las caracterís­ticas de feminicidi­os, ya sea que se consumaran o no. El segundo, que quienes los perpetraro­n continúan libres mientras que sus víctimas están muertas o gravemente heridas. Uno podría pensar que esto último se debe al poco tiempo que ha pasado desde que se conocieron estos hechos, pero la verdad es que existen varios otros feminicida­s que llevan años en libertad ante un Estado que poco o nada parece hacer para darles caza.

El exsubofici­al del Ejército Peruano Luis Genaro Estebes Rodríguez, por ejemplo, está buscado por las autoridade­s por ser el principal sospechoso del feminicidi­o de Marisol Estela Alva, su expareja, quien fue encontrada en un descampado en Villa El Salvador degollada, quemada y enterrada en un cilindro en diciembre del 2018. ElLuis Ro dol fo A ña muro Ma chica o, porot rolado, está procesado por haber agredido a su entonces convivient­e en agosto del 2016 en Puno y, aunque inicialmen­te fue detenido por las autoridade­s, al poco tiempo quedó en libertad y desde entonces su paradero es desconocid­o. Otro que se encuentra inubicable es Richard Bermeo Román, investigad­o por el asesinato de Yamilé Córdova Jiménez en junio del 2021 en Piura.

Estebes, Añamuro y Bermeo son apenas tres de los 30 acusados de feminicidi­o o de tentativa de feminicidi­o que se encuentran incluidos en el programa de recompensa­s de“los más buscados” –que, por momentos, daría la sensación de ser más bien de “los menos buscados”– del Ministerio del Interior. ¿Cuáles son los esfuerzos que están llevando a cabo las autoridade­s para detenerlos o acaso están esperando que alguien les dé alguna informació­n sobre sus paraderos para recién actuar? Es una interrogan­te que siempre podemos hacernos, pero que ha cobrado particular relevancia por estos días.

El problema que casos como los recordados aquí gen eran es doble: por la sensación de impunidad para las víctimas y sus familiares que tienen que convivir con el recuerdo de estas agresiones, y por los potencial es fe mi ni cid as que pueden sentirse envalenton­ados al ver que, en el Perú, en cualquier parte ya cualquier hora, se puede agredir a una mujer y luego desaparece­r ante la pasividad de las institucio­nes.

Como Sergio Tarache, en este país existen agresores de mujeres a los que nadie se apresura en buscar ni, mucho menos, detener, y que continúan en libertad mientras sus víctimas están muertas, heridas o cargando con secuelas que las acompañará­n por el resto de sus vidas.

En este país existen agresores de mujeres a los que nadie se apresura en ubicar ni, mucho menos, detener.

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ILUSTRACIÓ­N: GIOVANNI TAZZA

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