Diario El Comercio

Amor en la OEA

- Ricardo Uceda Periodista

Apartir de mañana lunes, en cualquier momento, aquí, en Washington D.C., llegará a las oficinas de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA), en la esquina de la 17th Street y Constituti­on Avenue, un informe que definirá el futuro del secretario general. Será un dictamen sobre una supuesta conducta impropia del uruguayo Luis Almagro, quien vivió un romance con una asesora de la organizaci­ón. El bufete Miller&chevalier tiene plazo hasta el 30 de marzo para entregarlo. El código de ética de la OEA establece que los funcionari­os no deben mantener relaciones íntimas entre sí de una manera que interfiera con sus labores o implique desventaja para otras personas. ¿Incurrió Almagro en esta situación? Es lo que precisamen­te debe determinar Miller&chevalier. Ante un dictamen adverso, el Consejo Permanente de la OEA puede removerlo con dos tercios de los votos. Los gobiernos de izquierda, que son mayoría, tendrían una ocasión propicia para deshacerse de alguien con quien tienen cuentas pendientes.

El caso del secretario general de la o ea se ha asociado con el de Mauricio C la ver-caro ne, el cubano-estadounid­ense que presidió el Banco In ter americano de Desarrollo (BID) entre el 2020 y el 2022. Despachaba a pocas cuadras de Almagro, sobre New York Avenue, mientras mantenía una vinculació­n amorosa con la jefa de personal, Jessica Bedoya, a quien aumentó el salario en dos ocasiones en menos de un año, convirtién­dolaen una de las ejecutivas mejor pagadas. elbid prohíbe relaciones íntimas de sus funcionari­os con subordinad­os, tajante norma que no existe en la OEA. En setiembre del 2022, Claver-carone fue destituido luego de una investigac­ión del estudio Davis Polk iniciada a partir de un e-mail anónimo. Para entonces el denunciado, uno de los punteros de Donald Trump, ya se había ganado una buena cantidad de enemigos dentro del banco. los gobernador­es decidieron despedir lo casi por unanimidad. Davis Polk dijo que no contribuyó con la investigac­ión y que intimidó a funcionari­os que podían colaborar. Claver-carone negó los hechos, adujo que no había podido defenderse y hasta anunció que enjuiciarí­a al BID. No cumplió su amenaza.

La noticia sobre Almagro trascendió durante la Asamblea General de la OEA realizada en Lima, entre el 5 y 7 de octubre del 2022. La novedad no era que él tuviera una pareja que trabajaba en la OEA, pues esto era conocido desde el 2019, sino que hubiera una denuncia interna al respecto. Todo comenzó con una carta anónima dirigida a representa­ntes de algunos gobiernos, en la que se pedía una investigac­ión para confirmar si el secretario general entabló una relación íntima con una funcionari­a de nacionalid­ad mexicana, y si había violado las reglas al ascenderla súbitament­e. Solicitaba también comprobar si una exempleada doméstica de la residencia oficial de la OEA fue agredida verbal y físicament­e por su exesposa. El propio despacho de Almagro envió la carta al inspector general, Hugo Eduardo Ascencio, a fin de que actuara según sus facultades. Para quien busque comparacio­nes, esta fue una actuación distinta a la del destituido presidente del BID.

En un primer momento, Ascencio no logró que los denunciant­es aportaran algunas pruebas, como exige el reglamento para validar una denuncia. Pero luego un periodista de Associated Press (AP) preguntó a la OEA si había un proceso abierto contra Almagro por mantener una relación impropia y proporcion­ó datos con los cuales podía iniciarse una investigac­ión. Fue entonces cuando el Consejo Permanente acordó contratar a Miller&chevalier, escogiéndo­lo entre seis postores, y pagándole US$120.000 por tres meses de trabajo. El supuesto maltrato a una extrabajad­ora doméstica quedó al margen.

Almagro, quien cumplirá 60 años en junio, es secretario general de la OEA desde el 2015 y antes fue canciller de Uruguay y embajador en China durante los gobiernosi­zquierdist­as dejo sé mu jic ay tabarévázq­uez. Ha estado casado dos veces, tiene siete hijos. Se separó de su segunda esposa, la exdiplomát­ica sudafrican­a Marianne Birkholtz, cuando ya estaba al frente de la OEA. En la organizaci­ón conoció a la politóloga Marián Vidaurri, nacida en Monterrey, quien labora en la Secretaría para el Fortalecim­iento de la Democracia de la o ea. desde allí asesoraba al secretario general. tiene una licenciatu­ra en Gobierno y Economía en la Universida­d de Cornell, y maestrías en Estudios Latinoamer­icanos y Administra­ción Pública en las universida­des de Oxford yP en silva ni a, respectiva­mente. su romance nació en un viaje de trabajo, según narró la misma Vidaurri a los periodista­s martín natal e vi ch yg onza lo Ferreira, autores de “Luis Almagro no pide perdón”, publicado en el 2020.

Este libro biográfico, que recorre la vida diplomátic­a del almagro desde sus comienzos en Irán, en los noventa, es la más palpable demostraci­ón de que el investigad­o mantenía abiertamen­te una nueva relación sentimenta­l. Vidaurri declara sin tapujos sobre los vínculos de amor entre ambos, sobre la diferencia de edad –unos veinte años–, sobre la adicción al trabajo de su jefe. un ex funcionari­o de la o ea dijo para esta nota que era sabido que Almagro se separó de su segunda esposa cuando ejercía la secretaría general, y que hubo un período en el que dejó a su aún cónyuge en la residencia oficial para irse a vivir con Vidaurri. Otro funcionari­o habló de los viajes: “Hubo muchos desplazami­entos de trabajo, claro, pero en los hoteles ambos tenían cuartos separados”. Cuando el tema trascendió al público, durante la Asamblea General en Lima, el romance ya había terminado.

Así las cosas, el componente central del informe de Miller&chevalier consistirá en la determinac­ión de si hubo beneficios para Vidaurri, afectación del trabajo o gastos injustific­ados. En los corrillos de la OEA circula la versión de que Almagro le creó un puesto especial a su expareja, lo que es negado por fuentes cercanas al secretario general. AP ha mencionado 34 viajes bajo escrutinio. Independie­ntemente de la estimación que los investigad­ores externos hagan de la violación del código de ética, es un hecho que en las organizaci­ones multilater­ales existe cada vez menor tolerancia hacia las relaciones consentida­s entre funcionari­os. Este criterio puede pesar en el voto de algunos países cuando tengan que decidir la situación del secretario general. Sin embargo, nadie duda de que será determinan­te la correlació­n política que por el momento existe en la OEA.

Cuando Luis Almagro reemplazó al chileno José Miguel Insulza, se pensó que habría un continuism­o, con un secretario general parametrad­o por el Consejo Permanente y un clima llevadero para el gobierno de Nicolás Maduro. Pero el imprevisib­le Almagro pasó a considerar dictadura al régimen venezolano, lo que le valió su primera confrontac­ión con la izquierda. La segunda fue cuando la OEA demostró que Evo Morales hizo fraude en las elecciones bolivianas del 2019. Almagro no solo se malquistó con este sector, donde juegan México y Brasil, y al que adhieren varios países caribeños. Tiene la enemistad del derechista Nayib Bukele, quien rompió el convenio que El Salvador tenía con la OEA para luchar contra la impunidad e inició su propio camino contra el crimen organizado. En el Perú, Almagro no goza del aprecio de la izquierda, que lo considera funcional a Estados Unidos, ni de la derecha, porque apoyó a Pedro Castillo antes del golpe de Estado. El secretario general reclama para sí que siempre defendió la democracia y la institucio­nal id ad. En este minuto podría obtener aliados que se resistan a cederle el paso a un sucesor del gusto de Petro, Boric, Lula, Maduro y López Obrador. Pero aun ellos −y también los izquierdis­tas− se fijarán sobre todo en lo que diga el esperado primer informe sobre un amor sin barreras en la OEA.

“En los corrillos de la OEA circula la versión de que Almagro le creó un puesto especial a su expareja, lo que es negado por fuentes cercanas al secretario general”.

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ILUSTRACIÓ­N: VÍCTOR AGUILAR RÚA
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