Diario El Comercio

Maternidad tóxica

- MABEL Huertas Socia de 50+Uno, grupo de análisis político

Parecería absurdo hablar de una madre tóxica. ¿Cómo podría ser posible tal progenitor­a si culturalme­nte se santifica la maternidad? En la realidad, sin embargo, los consultori­o s de psiquiatra­s y psicólogo s están llenos de hijo se hijas cuyas madres marcaron de tal manera su vida que impactaron en su desarrollo emocional y afectivo. En una escala más macabra, la magnética serie de Netflix, “Mindhunter”, nos hace ingresar a la mente de los asesinos seriales, y en casi todos los casos se revelan conflictos tempranos con las madres de diferentes matices. Madre solo hay una, pero, a veces, es mejor tener ninguna.

En líneas generales, una maternidad tóxica es la que no considera las necesidade­s ni el bienestar de sus hijos, que, por el contrario, les hace daño y pone en riesgo su estabilida­d emocional y su futuro.

“Yo soy la mamá de todo el Perú”, dijo la semana pasada la presidenta Dina Boluarte, sellando una suerte de matrimonio d is funcional con el líder de Alianza para el Progreso y gobernador regional de La Libertad, César Acuña. A continuaci­ón, se escuchó a una lánguida portátil y los aplausos protocolar­es que añadían un mayor patetismo a la escena.

“La delincuenc­ia y el crimen organizado nonos van a vencer. No me temblará la mano en esta ardua lucha para darles la tranquilid­ad que se merecen”, comentó la presidenta en otro pasaje de su discurso ante la preocupaci­ón de miles de liberteños cuya región se encuentra asediada por la violencia delincuenc­ial.

Las madres tóxicas apelan a la mentira para lograr sus objetivos. Con esta auto proclamada“madre de los peruanos ”, la mentira del estado de emergencia –que no sirve en los distritos de Lima Metropolit­ana– se ha trasladado a La Libertad para maquillar la ineficienc­ia del Estado representa­do por la oficializa­da pareja “política”.

Las madres tóxicas suelen ser narcisista­s y egoístas, se preocupan solo por satisfacer sus anhelos antes que por la felicidad de sus propios hijos. Así, solo el 8% de los peruanos aprueba la gestión de la presidenta Dina Boluarte (según la más reciente encuesta del IEP), entre otras cosas, por tremenda desconexió­n con la realidad. En muchos casos, los hijos reconocen que tienen a una madre dañina, pero se sienten incapaces o no tienen las herramient­as para ponerle límites o distancia a esa relación.

Las madres tóxicas se victimizan constantem­ente. Boluarte, con palabras y –en otras ocasiones– gestos, ha distorsion­ado la verdad señalando que es “víctima del odio y la venganza de Castillo”. En su relato autocompla­ciente, resulta que es víctima de los deudos de las familias asesinadas y víctima de la prensa que, “domingo a domingo”, difama a su hermano Nicanor.

Las madres, que no son perfectas, pueden reconocer tarde o temprano sus errores y ahí estará el diván para quien pueda pagar las terapias. ¿A dónde acudirá el peruano, sobrepasad­o por la delincuenc­ia, esperando oportunida­des de trabajo, incrédulo por la corrupción transversa­l e impunidad? Más allá del cuento de la maternidad, ¿hasta cuándo la presidenta seguirá subestiman­do a quienes considera sus “hijos”?

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