Los secretos del color y la geometría
Sus coloridos paisajes nos remiten al paisaje básico de su infancia, costeño, dividido por la vieja Panamericana, de la chacra de su tío en Cañete. El lugar al que siempre vuelve Alejandro Alayza: un paraíso perdido limitado por lomas, campos y desierto.
Un paisaje, paradójicamente, plasmado mientras el artista de 78 añoslapasabaencerradoencasa,el rigor propio de los tiempos de pandemia. En su caso, el encierro supuso un orden que agradece, un horario simple dividido en desayunar temprano, pasar la mañana en el taller, bajar para almorzar y volver altrabajoporlatarde.enlaspausas, podía ver la misa por la televisión. “Ese orden siempre me ha gustado, me hizo mucho bien”, explica. En efecto, aquel ritmo le permitía ver si avanzaba o no, evitar los “atoros”, como él llama al bloqueo creativo.
“Yosiemprequisetenerunavida así, de taller”, nos dice el exdecano de la Facultad de Artes de la PUCP, yajubilado.“notodosaguantanser pintores. Y en el mundo moderno, donde hay tanta ambición, las tentaciones son mucho más grandes
Eso sí, aclara el pintor, la pandemia no ha deslizado imágenes en lapropuestapictóricaquehoycomparte en Fórum. O, en todo caso, se confiesa incapaz de percibir la influencia de esos malos tiempos. “De repente, un espectador avisado podrá ver en los personajes de mis cuadros algo que exprese esa época. Pero yo no puedo”, afirma.
En la obra de Alejandro Alayza, la geometría es la base de todo. Y, sobre ella, el color. Lo decía su maestro Adolfo Winternitz y lo aprendió estudiando las pinceladas de Cézanne. Su nueva individual, titulada “Pintura”, supone un deseo del artista por acercarse al espectador, lo que lo lleva a apostar por lo figurativo: “Para mí, la pintura es abstracta como concepto, pero yo creo que la gente necesita hoy la figuración para reconectar con la pintura”, afirma.
Individual da inicio a las celebraciones por los 50 años de la imprescindible galería Fórum.