Ayacucho a la altura de los Juegos Bolivarianos
La “Ciudad de las 33 iglesias” albergará la competencia entre el 29 de noviembre y el 9 de diciembre. Participarán diez países en escenarios como la Pampa de la Quinua y el Colegio Mariscal Cáceres.
Cuando el avión aterriza en el aeropuerto Alfredo Mendívil Duarte, ya se puede sentir un clima templado, seco, con nubarrones que cubren como manto una ciudad fundada en el siglo dieciséis por los españoles bajo el nombre de San Juan de la Frontera de Huamanga y que hoy, en el siglo veintiuno, tras décadas de conflictos en el que sus habitantes padecieron la inhumanidad de grupos armados, será sede de la vigésima edición de los Juegos Bolivarianos. En Ayacucho, conocido por su fervor religioso, sus famosos retablos y por ser el centro político de los Wari, primer imperio andino preincaico, competirán atletas de diez países en veinticuatro diferentes disciplinas que en su mayoría no son parte del ciclo olímpico.
¿Está preparada la ciudad para un evento de tal magnitud? Cuando se piensa en citas deportivas de alto calibre y eventos que albergarán no solo atletas, sino periodistas, familias, directivos, público en general y demás allegados, se suele evocar a las grandes capitales o a puntos de desarrollo con presencia mediática, sin embargo, Ayacucho, un lugar calmo y rodeado de montañas, viene desarrollando e implementando infraestructura que poca explicación le debe a quien la cuestione. Para muestra, algunos ejemplos: el Colegio Mariscal Cáceres, institución fundada en 1848, cuenta con un importante número de canchas y coliseos (la mayoría techados) donde se disputarán partidos de básquet 3 contra 3, futsal o teqball (fútbol mesa), y también deportes de contacto/artes marciales como karate y taekwondo. Otra sede cuya adaptación la ha convertido casi en un centro de alto rendimiento, es el Colegio Nuestra Señora de las Mercedes, donde se desarrollarán la gimnasia, el fisicoculturismo, el kickboxing y el muay thai.
Punto aparte merece la famosa Pampa de la Quinua. Este fue el escenario de la Batalla de A ya cu choque selló definitivamente y para siempre la independencia del Perú –cuyo bicentenario coincidirá con la cita deportiva–. Aquí, en un lugar tan histórico como significativo –y hoy también muy turístico– se realizará la carrera a campo traviesa, más conocida como cross. Además, será la Ruta de la Quinua la que servirá como escenario de la maratón, una de las pruebas más relevantes de los juegos que, en esta ocasión, se correrá a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar.
Faltan más de 230 días para el inicio de las competencias. El reloj no se detiene ante nadie. Como habrá atletas cuya necesidad de batir un récord o de llegar a la meta esté determinada por el más objetivo de estos medidores, también hubo quienes trabajaron para crear el “Reloj bolivariano ”. obreros, soldadores y trabajadores ayacuchanos levantaron esta pieza de corte artístico cuasi expresionista que emula al obelisco de 44 metros, diseñado por el artista Aurelio Bernandino Arias, ubicado en la Pampa de la Quinua, pero que en este caso se encuentra en la Plaza Mayor, frente a la mismísima catedral.
Desde la terraza del Vía Vía, un clásico restaurante del centro de la ciudad, se puede observa raya cu ch o en su esplendor: un espacio público aprovechado por vecinos, escolares que compiten por ver quién hace la mejor alfombra (dibujos en el suelo con motivos específicos, como el de los Bolivarianos, por ejemplo), fotógrafos itinerantes, turistas curiosos y más. Desde allí, CarlosZe garra, director del proyecto legado comentó su visión del deporte: “Lo que hacemos en Legado es tratar de pensar en el deporte como un vehículo de transformación social, que cambia la vida de las personas para bien, que cambia incluso a una nación”.
Ayacucho recibirá a unos 1255 atletas que, durante 11 días, competirán por la gloria en 24 deportes y 35 disciplinas. Es en ese contexto en el que Danzaq, la mascota oficial de los Juegos Bolivarianos, creado por Jeffry Ayme, representa a un danzante de tijeras, que transmite la gallardía, valor, entrega y fuerza propios de la cultura y tradición de una región cuya personalidad sincrética puede ser apreciada, por ejemplo, en sus retablos. Para esta ocasión, se creó el “Retablo Bolivariano”, a manos del maestro retablista Silvestre Ataucusi.
No cabe duda que para finales delaño,ayacuchosepondrádefiesta nuevamente y será el centro de atención deportiva de toda una región que espera sea este el inicio de un trabajo sostenido y con visión de desarrollo para el futuro.