Dina, kilates de problemas
El Congreso fiscaliza con guantes de seda el Caso Rolex, pues su gran mayoría aspira a la continuidad de Boluarte. Ella teme más al agitado frente judicial.
“No se ha convertido en comisión investigadora”, me dice Héctor Ventura, congresista de Fuerza Popular, sobre la Comisión de Fiscalización. Esto quiere decir que el grupo no tiene facultad para reclamar por la fuerza la presencia de Dina Boluarte u otros peces gordos, ni ‘deadline’ para presentar un informe contundente. Le digo a Ventura que quizá a él, que ha sido presidente de la comisión y hoy es miembro titular, le entusiasme la pesquisa, pero que presumo que ni a su bancada ni a las otras que componen el llamado Bloque País les interesa hurgar en las cuitas de Dina, pues lo que buscan es sostenerla hasta el 2026. Ventura ensaya una respuesta sobre un interés de la bancada fujimorista en “aportar estabilidad y gobernabilidad”, pero que Dina debe “colaborar con las investigaciones”. En este diálogo se expresa la fórmula del‘s ta tuquo ’: la mayoría cong resal recrimina a di na por los escándalos que hagan peligrar el plazo establecido hasta el 2026 de su extraordinaria temporada de caza legislativa.
No hay congresistas que usen ingeniosamente sus poderes fiscalizadores para reclamar información sensible, para dar pistas a la prensa. A lo sumo, presentan ‘cumplidoras’ mociones de vacancia y denuncias ante la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales (SAC). Actualmente, está en la SAC la denuncia que hizo la ex fiscal de la Nación Patricia Benavides por la presunta responsabilidad de Boluarte en las muertes durante las protestas. Hay otra, fresquita, del Caso Rolex, planteada por el congresista Elías Varas de Perú Bicentenario. Pero no es en la SAC donde está el frente caliente para Dina.
“Un fiscal de la Nación que persigue a sus enemigos declarados y a los enemigos de sus enemigos tiene más chance de sobrevivir en la jungla”.
—A la fiscalía nadie la para—
La trampa mortal para Boluarte está en la mezcla de firmeza e ingenuidad del fiscal de la Nación, Juan Carlos Villena, novato en las lides de la alta política judicializada. Villena se tragó el sapo de que Boluarte no concurriera a la primera citación del 27 de marzo. Pero, dos días después, entre la noche del Viernes Santo y la madrugada del Sábado de Gloria, un combazo contra la puerta de su residencia hizo ver a Boluarte que nos debía, por lo menos, una narrativa. La peregrina idea de que otras noticias podían hacer olvidar los Rolex se estrelló contra la realidad.
No sabemos si Werner Salcedo, el gobernador de Cusco, inspiró la idea: según su relato y el de Wilfredo Oscorima, a través de su abogado Humberto Abanto, el “préstamo” fue espontáneo, en una reunión en la que el ayacuchano vio al otro sin reloj y decidió prestarle el Rolex que llevaba puesto, por puro horror a la muñeca vacía de Salcedo. Podría ser ese relato el que inspiró el de Boluarte y que obligó a Oscorima a guardar silencio en su declaración fiscal del jueves 4, para no espoilear lo que ella diría el viernes 5. En ese interín, Otárola tiene una visita registrada a Palacio, por lo que no se descarta que haya contribuido con la narrativa.
Durante ese 5 de abril hubo un ajuste indispensable al relato. Era imposible de tragar el “préstamo” de un reloj comprado en la cercanía del cumpleaños. Entrevisté esa noche a Abanto en RPP y me dijo que ese reloj sí fue comprado como regalo, pero que la presidenta no quiso aceptarlo sino como prestado. No había sido revelado, en ese momento, algo aún más difícil de tragar. Según “La encerrona” y “Cuarto poder”, así como la compra del Rolex de mujer del 31 de mayo del 2023 coincide con una visita de osco rima a palacio; la compra posterior, el 25 de julio del 2023, de una pulsera Bangle, coincide con otra visita y con un dato contundente: ese día se publicó el D.U. que otorgó S/321 millones a la región Ayacucho.
— Guantes o combazos—
El fiscal Villena tiene un caso que va engordando cada día mientras se adelgaza la narrativa del préstamo. La denuncia que contra él ha hecho un grupo de congresistas que son sus denunciados no ha sido recibida con entusiasmo por la SAC. Es más, hay varias voces de congresistas y bancadas que dicen que no apoyarán ese afán, como si hubieran puesto una raya que los diferencie de ‘Niños’, mochasueldos y especies afines. Los fiscales encargados del caso por Villena, en especial el adjunto supremo Hernán Mendoza, tienen la consigna de no dejarse mecer, de allanar e incautar.
El argumento político tras la firmeza de Villena puede ser un combo de factores: miedo a que se perciba lenidad u omisión ante Boluarte, que podría costarle una defenestración en el Congreso como la que padeció Zoraida Ávalos, acusada políticamente de no haber sido severa con Pedro Castillo y con Martín Vizcarra. El otro factor, indisociable del miedo o cautela profesional, es la presunción de que los políticos judicializados van a replicar, por simple acción/reacción, acusando la politización de la justicia y lanzando al fiscal etiquetas de “caviar” o “fujimorista”, según el color del imputado. Por eso, un FN que persigue a sus enemigos declarados y a los enemigos de sus enemigos tiene más chance de sobrevivir en la jungla. Por supuesto, no faltará quien diga que a unos los persigue con guantes, y a otros, a combazos. A una presidenta débil e impopular le tocan los combazos.