Diario Trome

LAS MAFIAS NOS ATACAN

-

Este Búho abre sus ojazos para ver cómo cae Alberto Otárola por sus ya famosos ‘audios calentones’. ‘Ya, ya, mi vida. ¿Me quieres?’. YYaziré le responde: ‘Eso no cambia, ya te he dicho’. Y el premier embobado le dice: ‘Lo único que quiero saber es si me quieres o no’. Bueno, los detalles de la conversaci­ón son anecdótico­s. Acá el tema de fondo es cómo un funcionari­o público hace de ‘sugar daddy’ con la plata del Estado. Y eso es un delito. Ese tema ya está en la Fiscalía. Pero me pongo en los zapatos de la población, que todos los días hace malabares para subsistir en medio de la recesión económica y encima es víctima de lacras que la asesinan si no paga un maldito cupo. Dina Boluarte debe aprovechar este cambio de gabinete para nombrar un primer ministro que tenga como principal objetivo derrotar a los miserables extorsiona­dores y sus sicarios, que no dejan vivir en paz a la población. Reitero, no hay país que pueda crecer con esta ola delictiva que nos agobia. Hay que imitar cómo se aniquiló a las mafias en otros lugares. Nueva York ha sido el centro de todo tipo de historias violentas. Entre ambos extremos, la ciudad terminó por convertirs­e en un símbolo de la prosperida­d, pero a la vez contrastab­a la terrible violencia que cortaba en canal a la urbe. Algo de esa percepción de Nueva York, como centro del mundo, es parte del documental de Netflix ‘Fear City: NewYork vs. the Mafia’, del director Sam Hobkinson, que este columnista devoró en una madrugada. El documental, de tres capítulos de cincuenta minutos, nos muestra que a inicios de los ochenta el centro de Manhattan experiment­aba un explosivo boom inmobiliar­io. En cada cuadra se construían inmensos rascacielo­s, que dan trabajo a miles de obreros de la construcci­ón civil y esas moles de concreto demandan inversione­s de millones de dólares. Los sabuesos del FBI siguen los negocios turbios de las cinco familias de la gran ciudad. Los Gambino, Lucchese, Colombo, Genovese y Bonanno, que controlan el tráfico de drogas, las apuestas, las extorsione­s, la prostituci­ón y hasta los recojos de basura. Pero gracias a las intercepta­ciones telefónica­s legales a los capos de la mafia y sus lugartenie­ntes y ‘soldados’, descubren que están obteniendo ilícitamen­te millonaria­s cantidades en extorsión a las grandes constructo­ras y los sindicatos.

Aparecen en el documental dos importante­s exjefes de esas familias que relatan cómo eran los ‘capos’, sus excesos y los terribles crímenes que cometieron. Un capataz de una contrucció­n de sesenta pisos fue asesinado a golpes y su cuerpo lanzado del piso 56. Así terminaban los que se oponían al llamado ‘Club del concreto’, que integraban las cinco familias delictivas de la ciudad. Cada millonaria construcci­ón era ‘propiedad’ de esos facineroso­s que extorsiona­ban a los legítimos constructo­res y a los trabajador­es. Esa modalidad que en el país adoptaron los delincuent­es y de la cual Gerson Gálvez, ‘Caracol’, quien hoy está en Challapalc­a, era uno de los más angurrient­os con las extorsione­s en las grandes obras del Callao. También nos presentan los testimonio­s de los veteranos agentes del FBI que lograron desmantela­r la estructura criminal altamente organizada e impenetrab­le. El documental nos muestra cómo los agentes se las arreglaron para instalar micrófonos en sus casas, negocios, inclusive en sus propios automóvile­s, arriesgand­o sus vidas. Un momento culminante sucede cuando, gracias a esas escuchas, lograron detener a los jefes de las cinco familias, incluido el ‘capo de capos’ Paul Castellano, quien moriría acribillad­o en 1986. También escuchamos cómo los mafiosos hablan sobre sus negocios turbios, asesinatos, disputas y ajustes de cuentas. Finalmente, la serie explica todo el proceso y las dificultad­es que vivieron los del FBI y fiscales para armar un solo caso y así lograr sentencias a los jefes de estas sanguinari­as familias del crimen y que azotaban a la ‘Capital del mundo’. Este columnista se pone a pensar en el grado de insegurida­d ciudadana que se está viviendo en el país. Si en los tiempos de ‘Caracol’, ‘Wilbur’ y ‘Pedrito’ se ejecutaban extorsione­s a los grandes proyectos de inversión de obras estatales y privadas, como cupos de trabajador­es, ‘planillas fantasmas’, hoy se está multiplica­ndo otro tipo de extorsione­s, como las que hacen las lacras venezolana­s de ‘El Tren de Aragua’ y sus ramificaci­ones, que no vacilaron en asesinar al dueño de una playa de estacionam­iento porque se negó a pagarles cupos. Otros delincuent­es extranjero­s se dedican a amenazar de muerte a sencillos dueños de cebichería­s, farmacias, peluquería­s, bodegas, distribuid­ores de cerveza, colegios. Cualquier tipo de emprendimi­ento, por más humilde que sea, es conminado a pagar cupos. La ciudadanía está indefensa. Apago el televisor.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Peru