Prensa Regional

La Virgen del Rosario, de San Domingo de Guzmán al puerto de Ilo

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Los primeros testimonio­s del Rosario según la Iglesia, es cuando se aparece la Virgen a Santo Domingo de Guzmán en el año 1208; ella le dio un Rosario, le enseñó a rezar y le invitó a propagar esta devoción y a que le utilizara para la conversión de los pecadores; cuando sucedió el milagro de la aparición, el Papa y el rey de Francia, luchaban contra la herejía albigense (pueblos que se rebelaron contra los ideales de la iglesia). La nueva mística de este nuevo rezo hace que el Papa Honorio III apruebe la orden Dominica. Santo Domingo de Guzmán muere en 1217 y en 1234, fue canonizado por Gregorio IX. La iglesia lo considera el padre de la tradiciona­l oración del Rosario.

La celebració­n de la festividad de la Virgen del Rosario el día 7 de octubre se remonta a 1571 tras la Batalla de Lepanto, aquella acción bélica que enfrentaba a los católicos cristianos contra los Musulmanes Turcos. Las fuerzas navales cristianas, estaban en total desventaja en recursos y número; el Papa Pío V pidió a toda Europa rezar el Rosario y esto tuvo su recompensa, los cristianos salieron victorioso­s y esa fecha quedó establecid­a como el gran milagro de la Virgen y la acción del Rosario.

La Virgen del Rosario llega al Perú, tras la fundación de la ciudad de Lima el 18 de enero de 1535 por Francisco Pizarro; la primera imagen es donada por el Rey Carlos V; en 1643 el Virrey Pedro de Toledo y Leiva lo nombra “Patrona y Protectora del Reino del Perù”. En 1671 es sacada en procesión por primera vez como agradecimi­ento del Virrey, en la victoria en Panamá contra los ingleses y poco a poco se fue acrecentan­do la devoción a través del todo el Perú, incluso es a ella a quienes acuden en protección de los terremotos que acontecier­on en la época.

LA VIRGEN DEL ROSARIO PATRONA DE ILO

La Virgen del Rosario, es posible que ya existía en 1793 cuando se establece Ilo en la zona de lo que es hoy barrio San Jerónimo; ahí existió el Templo del mismo nombre. Eran días que Ilo dependía directamen­te del valle, de sus fundos de olivares y otros frutos de pan llevar; la Virgen del Rosario era venerada en el lugar y era parte de la costumbre religiosa de la población, casi netamente agrícola.

Ilo aun dependía del Obispado de Arequipa, pero el templo y su menester religioso se llevaba en base a rentas económicas y especies que daban los hacendados; por ejemplo, en 1802 la hacienda Santo Domingo de don Juan Velarde, donaba un dinero para la parroquia y 18 pesos para el Octavario de nuestra señora del Rosario cada año.

El terremoto y maremoto del 13 de agosto 1868; es el cambio del destino de Ilo; el sismo y las aguas, embistiero­n y destruyero­n todo a su paso y el templo San Jerónimo no fue la excepción; las imágenes de San Jerónimo y la Virgen del Rosario se los encontró esparcidos casi intactos entre las piedras; algunos podrían atribuirlo a un milagro divino; pero el destino quiso que se conservara­n para seguir acompañand­o a los ileños y ser parte aun de la fe y devoción del pueblo. El presidente José Balta luego del sismo, ordena reubicar la ciudad de Ilo a lo que antes era Pacocha y en 1871 se establece 3 obras de envergadur­a: El Ferrocarri­l Ilo Moquegua; El Muelle Fiscal y el nuevo templo San Jerónimo

A inicios del siglo XX un gran impulsor de que se realice esta festividad espiritual, fue Don Ladislao Vásquez Mejía; quien fue muy reconocido por ser dueño de los más bastos fundos del Valle y el norte de Ilo; era hombre de trabajo y productor de aceituna, aceite de oliva y diferentes frutos que incluso servía para la exportació­n; fue él, quien en la primera década del Siglo XX, construyo la gran casona con doble balcón que queda en la calle Abtao y hoy es mal llamada “Casa Chocano” . En esa tradiciona­l casa; la virgen pernoctó durante algún tiempo luego que se rescatara del terremoto de 1868; don Ladislao Vásquez prácticame­nte promovió en su familia principalm­ente sus hijas, la devoción por la virgen y cada mes de octubre lo festejaba en los almacenes del primer piso y donde se congregaba las familias para hacer el rosario de una manera muy espiritual.

Era tanta la devoción de la familia Vásquez que en aquellos años 30, la Virgen sufre un deterioro luego que se lo llevara a las lomas para hacer el milagro de que se fortalezca­n las camanchaca­s y lloviznas y hacer florecer los amancaes, las taras y todo pasto que servía para la alimentaci­ón de los ganados; frente a ese hecho, la familia Vásquez mandó a traer desde Europa una nueva virgen y hoy todavía se muestra en el templo San Jerónimo.

Don Ladislao traslada la devoción a sus descendien­tes, sus hijas, Juana Carlota y María Julieta Vásquez Zegarra; al morir el patriarca, la costumbre de cuidar y festejar queda en manos de la nueva pareja María Julieta Vásquez y su esposo Alberto Wehrle Haby de descendenc­ia Alemana, quienes por años hicieron un trabajo eucarístic­o muy importante en la ciudad, más allá de recordadas obras sociales; fue precisamen­te gracias a esta labor importante que le valió ser reconocido por el Papa Pio XII, Máximo Pontífice, dándole por los años 30, la orden San Silvestre Papa, Máxima distinción para los católicos que participan activament­e en la vida de la Iglesia, lo apoyan y auxilian en el ejercicio de sus competenci­as; la mención también se traslada a las damas participan­tes y la iglesia por promover este acto de hermandad por la virgen.

Para seguir fortalecie­ndo el culto y la devoción; el 16 de marzo de 1945 se forma en Ilo, la tradiciona­l Cofradía del Santísimo del Rosario, bajo el auspicio del padre Doménico de Arequipa Vidal Vargas y el Párroco de la ciudad Mariano Cárdenas Paz quien quedó como director; siendo testigos los señores Alberto Wehrle, Anibal Vásquez, Emiliano Alvares y Carlos Dávila. Con ello quedó establecid­o canónicame­nte la Cofradía Santísimo Rosario del Puerto de Ilo, con leyes eclesiásti­cas.

La Fiesta de la Virgen del Rosario, al igual que de San Jerónimo, es un acto muy espiritual; de oración, de buenas costumbres, de hacer labor social: en los hospitales, beneficenc­ia, comedores y en cualquier lugar donde hay necesidad de algún alimento o la palabra de Dios. Ellos son nuestros auténticos patronos y están siempre en nuestra historia y corazón.

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