Prensa Regional

Mi peor enemiga

-

Hace un tiempo oí a un psicólogo decir: “El tiempo es el que uno decida”.

Esta respuesta fue dada a la desesperad­a pregunta de una mujer maltratada en su dignidad, quien se interrogab­a, cuánto tiempo tenía que pasar para que su esposo se dé cuenta de su equivocado proceder.

Las mujeres de antes y de hoy, seguimos en el calvario, con sus más y menos.

Recuerdo que, a la mejor amiga de mi abuela, su esposo, un celoso, como los que hay hasta hoy, la mató con un palo en la puerta de su casa, por supuesto que él se dio a la fuga.

Este penoso hecho se produjo hace más de 60 años, aquí, en la provincia de Islay.

Y así podría seguir con varios casos, de aquí, de nuestra provincia.

Desde siempre, a mi parecer, las mujeres hemos sido violentada­s, en todas las formas, la física es la que se ve y la que se denuncia o la que termina con la vida de una de nosotras.

La psicológic­a, la que no se ve, la que se disimula, la que se calla y la que se pasa por alto, incluso por la misma mujer, esa, esa es la que va mermando de a poquito la dignidad de la mujer, y va llevando a esta, por un camino de infelicida­d hasta el fin de sus días.

Y la pregunta es: “¿Hasta cuándo?”Y la respuesta es, como dijo el psicólogo: “Hasta que usted decida”.

Como si fuera una decisión sencilla, como que fuera tan simple como pararse y tomar un bus para viajar. Múltiples aspectos se analizan, la familia, la sociedad, el lado económico.

Al final, la mujer decide permanecer quieta, callada, esperando el milagro del cambio de sus esposo, convivient­e, novio o enamorado.

Y las que deciden denunciar, reciben un papel, en el que se ordena al crápula no acercársel­e, como si el cavernícol­a, hiciera caso a una orden dada en un papel.

Muertas, muertas acaban, y sus niños, sus pequeños, sin madre. ¡Horror!

Las personas decimos: “¿Este individuo no piensa en sus hijos?”. Ilusos nosotros, en creer que esos reflexiona­n.

Queremos cambiar la mentalidad machista de la mayoría de los hombres peruanos.

Olvidamos que cambian los que quieren cambiar.

Hay personas que opinan que debe pasar un hecho traumático para que la chispa del deseo de cambio, prenda. Yo he visto gente que, aunque les pase lo que les pase, nada, no cambian.

Se intenta cambiar “el chip” a los hombres del mañana, con la educación, insertándo­los en labores domésticas, qué efecto tendrá, no lo sabremos, le auguramos el mejor, claro.

Porque no repotencia­r todos los esfuerzos en nuestras niñas, ellas, las futuras mujeres, ellas que deben aprender a respetarse, a exigir el respeto inherente a todo ser humano. Si lográramos que nuestras futuras mujeres se hagan respetar, aseguraría­mos, por lo menos su derecho a elegir una vida feliz y no a resignarse con una vida no solo infeliz, sino llena de sobresalto­s y sinsabores.

Por último; para las mujeres de hoy, parece que la suerte está echada. Tal vez sea cierto aquello de que no hay príncipes azules.

A contrapart­e, nosotras debemos ser nuestras reinas, de nuestro cuerpo y mente.

Y no esperar ningún cambio, ni la felicidad desde fuera, de ya no permitir que nuestra peor enemiga seamos nosotras mismas.

 ??  ??
 ??  ?? | Ohmydearli­fe en Pixabay |
| Ohmydearli­fe en Pixabay |

Newspapers in Spanish

Newspapers from Peru