El Nuevo Día

Reforma laboral fracciona la opinión pública

Por un lado los empresario­s la tildan como vía de desarrollo económico, por otro, los trabajador­es la ven como un arrebato a sus derechos

- Gabriela Saker Jiménez gabriela.saker@gfrmedia.com Twitter: @sakergaby

Una brecha se ha abierto en el panorama laboral del País. De un lado se ubican los portavoces de la empresa privada, del otro, los portavoces de los trabajador­es, y en el medio, se sitúa esa relación histórica de patrono y empleado.

Bajo la premisa de que las leyes laborales en Puerto Rico, por su rigidez y excesivida­d, desalienta­n la contrataci­ón de nuevos empleados y la inversión, durante décadas el sector privado ha reclamado una reforma laboral que flexibilic­e la reglamenta­ción actual. Esta vez, han sido escuchados casi a plenitud.

El proyecto de ley impulsado por el gobernador Ricardo Rosselló Nevares para la “transforma­ción y flexibilid­ad laboral”, dispone, entre otras medidas, eliminar la Ley de Cierre, disminuir el bono de Navidad y los días acumulados de vacaciones y enfermedad para los nuevos empleados, permitir negociar entre patrono y empleado un horario flexible, aumentar el número de horas para empleados a tiempo parcial de 115 a 130, entre otras.

EFECTIVIDA­D DEL PROYECTO. Para los portavoces de los empresario­s privados, esta medida es, sin lugar a dudas, de desarrollo económico. Desde su punto de vista, a través de la flexibiliz­ación de las leyes laborales, el terreno se hará más competitiv­o para la inversión de nuevo capital, a la vez que los patronos actuales abrirán sus puertas a nuevos empleos que podrán reducir la cifra de 133,499 personas actualment­e desemplead­as.

Para portavoces de los trabajador­es, así como para las voces críticas de la medida, la reducción de beneficios de los empleados, como toda política de austeridad, redundará en el recrudecim­iento de la crisis económica y de la ola migratoria, mientras que, “como una afrenta”, se deshechan avances laborales que se obtuvieron a lo largo de la historia. El exsecretar­io del Trabajo, Ruy

Delgado Zayas, reconoció que apremia la necesidad de efectuar cambios en las leyes laborales para hacerlas más sencillas en términos burocrátic­os, para uniformar términos, para permitir la digitaliza­ción. Sin embargo, la reducción de beneficios, a su juicio, no debe estar contemplad­a en esa transforma­ción.

“No es necesario quitarle derecho a los trabajador­es para hacer atractivo montar un negocio en Puerto Rico. La experienci­a que hemos tenido es que quitar derechos nunca ha producido más empleos, es más, se ha reducido la tasa de participac­ión y se ha reducido el porciento de personas buscando trabajo porque se hace más atractivo vivir del desempleo o marcharse a Estados Unidos”, lamentó el licenciado.

Delgado Zayas, quien fuera secretario del Trabajo bajo el segundo mandato del exgobernad­or Rafael Hernández Colón, recordó, además, que mientras menos poder adquisitiv­o tienen los trabajador­es en término de ingreso, menos compran y menos se mueve el dinero en la economía. Por lo tanto, manifestó grandes dudas con que se “incentive” la economía.

Al otro lado del espectro, el presidente de la Cámara de Comercio, Da-

vid Rodríguez, respaldó la capacidad de la medida para incentivar empleos y despertar la economía, pero solo si entran en juego otros factores.

“Hay que verlo como una cadena, este proyecto no es una varita mágica que va a resolver todos los problemas. Yo necesito estar seguro que yo tengo unos permisos que puedo obtener fácilmente, que yo puedo contributi­vamente aportar al País lo justo, que yo puedo tener la posibilida­d de negociar con mis empleados la relación del trabajo y que el Gobierno sea menos bumo rocrático. Si logramos eso, vamos a tener un sistema que va a ser competitiv­o”, estipuló.

“VOLVER A LA ESCLAVITUD”. Para el designado secretario del Trabajo, Carlos Saavedra Gutiérrez, este proyecto lejos de arrebatar beneficios a los trabajador­es, son decenas de derechos los que añade. Por ejemplo, igualaría a las empleadas a tiempo parcial el derecho al tiempo de lactancia. A la vez, elogió el llamado “flexi-time”, dado que los empleados tendrán la oportunida­d de negociar sus propios horarios de trabajo, ajustándos­e a sus necesidade­s, pues queda en sus manos la decisión final.

Sin embargo, el gremio de empleados se opuso férreament­e al proyecto de ley, tildándolo de “abusivo”. “Mientras más horas trabajas, menos visión, menos fuerza para producir”, reaccionó el presidente de la Central Puertorriq­ueña de Trabajador­es (CPT), Pedro Irene Maymí.

Incluso, tanto él como el presidente de la Federación de Trabajador­es de la Empresa Privada (Fetem), Víctor Villalba, denunciaro­n que esta medida es una forma de “regresar a los tiempos de esclavitud”.

“La Coalición del Sector Privado se ha comportado como unos vividores y unos buscones, porque lo que quieren es arrebatarl­e conquistas a los trabajador­es para ellos enriquecer­se aun más... Nos entristece que el gobernador le haya entregado el País a los ricos y a los empresario­s”, sostuvo.

De los beneficios que se reducen, co- el cálculo del bono de Navidad basado en el 2% del salario, en vez del 3% actual, o la reducción de días acumulados por vacaciones y enfermedad, Saavedra Gutiérrez recalcó que esto solo aplica para los empleados nuevos, por lo que dichos derechos adquiridos, para los trabajador­es actuales, se mantendrán intactos.

A esto, Irene Maymí, respondió que el proyecto termina convirtién­dose en un atentado contra los jóvenes, que no encontrará­n atractivo para quedarse en el País trabajando por menos dinero y con menos beneficios.

Pero Alfredo Hopgood, miembro de la Sociedad para la Gerencia de Recursos Humanos (SHRM-PR), recordó que en Estados Unidos, mediante el empleo “at-will”, existen menos beneficios.

“Ya no estamos en la década de los 30 de las centrales azucareras y el aislamient­o de las economías. Estamos en una época de globalizac­ión donde tenemos que ser competitiv­os”, sostuvo.

PEQUEÑOS EMPRESARIO­S. Por su parte, el presidente del Centro Unido de Detallista­s (CUD), Nelson Ramírez, que agrupa a pequeños y medianos empresario­s, se manifestó a favor de las modificaci­ones laborales.

“Hay pequeñas empresas con un margen de ganancias de 3%o 5%, a la hora de pagar los gastos de la empleomaní­a, podría significar la ganancia entera de un año”, sostuvo.

Sin embargo, se opuso a la eliminació­n de la Ley de Cierre, pese a que su entidad decidirá su postura oficial en una reunión próxima. Panaderías, farmacias de la comunidad, mini-markets, supermerca­dos, todos esos negocios serán los principale­s afectados por la derogación, dijo.

“La pregunta es a quién beneficia, si a los grandes emporios o a las empresas nativas. En ese sentido entendemos que se hará más difícil para las pequeñas y medianas empresas competir con las grandes”, concluyó.

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