La Escuela de Artes Plásticas
Egresados de la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico reconocen cómo la educación universitaria destinó su labor artística al bien común más que al mercado
FLASH, 54-55
Si algo tienen en común algunos egresados eminentes de la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico (EAP) es que han hecho el máximo por alejarse del sistema dependiente neocolonial. No tienen como norte forjar nexos con patronos, ni mercadearse. Mucho menos depender del irreverente clientelismo político que ahoga esta pequeña Isla del Caribe.
Al contrario, se trata de una cepa de artistas independientes dedicados a tender puentes entre lo local e internacional; en poner en vitrina la desigualdad social, los problemas ambientales y los perjuicios de la publicidad excesiva; todo con vasta “sensibilidad”, como señaló el artista plástico Jesús Gomez, egresado de la EAP y ganador de la Beca Lexus 2014.
“La Escuela de Artes Plásticas me enseñó a ser una persona sensible y a expresar con mi arte situaciones cotidianas; a pensar diferente en cuanto el ambiente y la gente que me rodea. Estudiando me percaté que no me preparaba para un oficio con el que entra dinero todos los días, pero sí que con la educación uno tenía opciones”, contó sobre la institución que según él, le dio la capacidad para crear sin invertir.
Y es que, Gómez utiliza materiales reciclables en sus esculturas y diseños. En su taller ubicado en el Viejo San Juan crea arte con los residuos de tubería de neumáticos. Una de estas piezas, que se extiende 20 mil pies lineales, será exhibida a partir del 9 de octubre, en el Museo de Arte de Puerto Rico, en Santurce.
Por otra parte, -con la misma intención de proteger el entorno natural- el artista maneja el portal cibernético ‘‘No tire, reuse’’, un espacio con el cual vende accesorios y artículos hechos del caucho que de otro modo pararía en los vertederos.
Con el desarrollo sostenible como prioridad también diseña Arthur Asseo, quien de la mano de Mari Mater O’neill, fundó Rubberband, LLP, una agencia de diseño centrada en las ne-
cesidades humanas.
Asseo formó parte del Centro de Diseño de la EAP, “una agencia de diseño intra muros”-intentó definir- que le sirvió como experiencia laboral previa a su graduación. Fue así como se acercó a Mater, distinguida profesora y pintora, con la idea del Rubberband que nunca tuvo sede física porque su filosofía era “tener una operación sustentable”. “Todo era virtual para hacer diseños centrados en el usuario. Nunca hicimos técnicas de investigación de mercadeo, hacíamos investigación contextual donde usábamos una metodología para integrar a los usuarios al proceso de diseño. Se pensaría que era plástica comercial, pero la verdad era que resaltábamos el aspecto académico del arte”, enunció el artista que, antes de proseguir con su posgrado en Washington D.C., dejó la empresa en manos de la cofundadora.
Dos de los grandes logros que tuvo el artista mientras la presidía fue viajar a Finlandia a un congreso sobre la telefonía móvil en países en vías de desarrollo y a la capital estadounidense para presentar una ponencia en el congreso internacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios, mencionó.
“En esos viajes tuve la oportunidad de mostrar el diseño como herramienta de cambio social gracias a mi buena educación en arte y diseño. La facultad de la Escuela de Artes Plástica es de primera. Estudiando afuera me di cuenta que no tenemos nada que envidiar al extranjero”, indicó el joven que aspira dedicarse de lleno a la documentación del diseño puertorriqueño.
Réne Pérez ‘‘Residente’’ es otro graduado que atribuye a esta institución su forma de crear. ‘‘Aquí me enseñaron que el planeta no tenía que ser redondo, que el piso no tenía que estar en el suelo y que el cielo no tenía que estar en el aire...le doy gracias a todos los profesores por enseñarme a leer el mundo desde todos los ángulos’’, expresó el cantante a El Nuevo Día.
DE ARTISTAS A GESTORES CULTURALES. Tanto Gómez como Asseo mez- clan las funciones de un artista con las de un gestor cultural, es decir, utilizan cualquier recurso, posibilidad, técnica o instrumento que rinda beneficios a la sociedad.
En esta misma dirección transita la reconocida pintora Sofía Maldonado, quien tras finalizar un posgrado en Pratt Institute, Nueva York, volvió a la Isla con un proyecto que más que arte público, se define como ‘‘arte socialmente comprometido’’. Con Cromáti
ca, Caguas a Color, la egresada de la EAP rehabilitará edificios en desuso para otorgar talleres y charlas a comunidades rezagadas. Con la iniciativa, la joven intenta “crear país”. “Restaurando estos edificios estoy creando un espacio que se abre a la comunidad para la discusión de diversidad de temas. Los estudiantes tendrán la oportunidad de aproximarse a los artistas para entender el proceso conceptual y el proceso creativo. Es una forma de crear nuevas líneas de pensamiento”, explicó la ganadora de Manhattan Community Arts Fund Grant en el año 2002.
Esta práctica artística que se distancia del mercado decorativo y de la mera contemplación es lo que mueve desde los pasados dieciocho años al artista plástico Chemi Rosado Seijo, propulsor del Festival de Chiringas en el barrio La Perla de San Juan.
Rosado, también producto de EAP, ganó las becas ‘‘Joan Mitchell Foundation’’, ‘‘Creative Capital’’ y ‘‘Robert Rauschenberg’’ por su labor como “artista activista”; una labor que señaló ‘‘es el resultado de los viajes que realicé como estudiante y la cercanía de la escuela al barrio san juanero en el cual trabajé a diario’’.
El creador de “La Perla Bowl” es discípulo de Marimar Benítez, Arnaldo Roche y Ernesto Pujol, “personas que más que enseñarme que esto era una ‘carrera’ era un estilo de vida. Que los proyectos artísticos comunitarios no tienen principio ni fin, aunque la gente no pueda creer que estos proyectos estén pasando y se consideren arte”, manifestó el artista que batalla contra la inconformidad. Por ello, lideró la propuesta “Tapando para ver”, acción que consistía en ocultar la publicidad para que los transeúntes apreciaran el entorno.
Sus iniciativas han logrado que el arte boricua trascienda las costas. Fue así como la profesora Mary Jane Jacobs se topó con su labor artística y hasta en Australia ha dado a conocer la transformación del Cerro de Naranjito gracias a Rosado. Además, este vegalteño logró exhibir en el Museo del Bronx y participar en la Duodécima Bienal de La Habana.
Michelle Gratacós y Rosenda Álvarez también son egresadas que crean para rescatar la Isla del marasmo. La primera de estas propulsó el proyecto Espacio Común, una iniciativa para restaurar 150 sillas y habitar los balcones de Falansterio, primer proyecto de vivienda pública en la Isla. Por otro lado, Álvarez acaba de regresar de La Española donde forma parte del proyecto “De aquí pa’ ya” donde otorga talleres de encuadernación, pintura, gráfica y dibujo.
Es así como estos artistas contemporáneos más allá de utilizar el discurso social progresista del arte, lo emplean. ¿Cómo? Estrechando lazos con la humanidad.
René Pérez, Residente ‘‘Esta escuela me convirtió en un tipo sensible y sobre todo, honesto, por eso hoy pienso lo que digo y digo lo que pienso’’