El lanzador que regresó al juego tras vencer el cáncer
El lanzador derecho y relevista de los Cardenales de Lajas, Jaime Cruz, narra su dura prueba contra el cáncer
Cuando el lanzador derecho Jaime Cruz llegó al Hospital de la Concepción en San Germán una tarde del mes de mayo, - tres años atrás- , por insistencia de sus compañeros y con una molestia que se autodiagnosticó como apendicitis, jamás imaginó que tal dolor abdominal cambiaría el rumbo de su vida.
Y es que el futuro lucía prometedor para el joven lanzador que militó con los Cardenales de Lajas en la pelota Doble A en el 2003 hasta el 2005; y que a su regreso en el 2009, acumuló una foja invicta de cuatro victorias para ayudar a su novena a clasificar al Carnaval de Campeones y obtener el sexto puesto a nivel isla.
Pero la fecha del jueves 10 de mayo de 2012, jamás la podrá olvidar.
Un cáncer testicular con metástasis en uno de sus pulmones y un tumor de nueve centímetros cerca del estómago era un panorama catastrófico.
“Estuve en shock porque yo siempre he sido una persona que nunca ha estado en malos pasos, raras veces bebo, no he fumado, siempre he estado en forma con mucho ejercicio. De momento cayó eso y pensé que no podía ayudar al equipo, cuando veníamos con una racha de seis o siete victorias consecutivas. Recuerdo que tuve que escuchar el juego decisivo en el cuarto del hospital”, reveló un tanto afligido a ELNUEVODIA.COM el pelotero natural de Mayagüez, pero criado toda su vida en el sector La 50 de Lajas.
“NO ME ATREVÍA A VERME”. A raíz del sorpresivo diagnóstico, Cruz comenzó un largo proceso de rehabilitación. Como todo un guerrero, se presentó a la lomita de la vida para enfrentarse al peor partido de su existencia.
“Lo primero que me pasó por mi mente fue mi familia. Siempre he sido una persona bien positiva y nunca me he echado las cosas a mal. No podía hacer más nada, lo que estaba pasando estaba pasando. Tenía que aceptar la realidad y meterle mano a lo que fuera, a cualquier tipo de tratamiento”, narró Cruz al tiempo que reconoció el gran apoyo que recibió de sus compañeros de equipo, en especial del apoderado Julio Bracero, quien se mantuvo pagándole sus dietas a pesar de su inactividad.
Uno de los momentos más difíciles
que vivió el pelotero ocurrió cuando el médico reveló el diagnóstico. En ese momento, la tristeza se apoderó de su madre quien lo acompañó al hospital. “Yo le dije a mi madre que por qué lloraba si el que tenía que estar llorando era yo. Eso a ella la calmó bastante porque sabía que yo estaba manteniendo un espíritu alto”.
Fueron 10 meses de tratamiento intensivo. La quimioterapia le ocasionó fuertes náuseas y la pérdida de todo su cabello, situación que afectó el estado de ánimo del actual lanzador de 33 años y 5’11’’ de estatura.
“No me atrevía a verme (en el espejo). Estuve como dos meses en el que no me atrevía salir. Sentía como que todo el mundo me fuera a mirar bien raro. Salía una que otra vez a atender el negocio”, sostuvo el pelotero que aún mantiene su oficio como consultor independiente de una reconocida marca de productos naturales.
Cruz confesó que los sufrimientos corporales que enfrentó durante el tratamiento, no fue lo que más le preocupó.
“La parte física para mí nunca fue tan importante porque yo sabía que en algún momento el pelo me iba a crecer. Lo que me dolió es que me quedé sin poder planear mi vida. Mi vida ya no me pertenecía, no tenía ningún tipo de control sobre ella. Además, quería formalizar mi relación a distancia, caí enfermo y todo estuvo en el limbo”, lamentó el pelotero.
A pesar de las gestas de solidaridad, hubo momentos en el que no pudo evitar pensar que jamás podría retornar al deporte que tanto ama.
“Aunque uno siempre está positivo, el porciento de curabilidad nunca es 100%. Tú no sabes cuánto va a durar el tratamiento o la enfermedad. Todo eso me pasó por la mente, pero trataba de no pensarlo, claro está. La siguiente temporada (2013) me la dedicaron, lo cual me encantó porque a pesar de estar en las quimioterapias, fui parte del equipo y de eso estaré siempre bien agradecido”, recordó el jugador.
VOLVER A EMPEZAR. El pasado domingo 22 de marzo... se jugaba la parte alta de la octava entrada en el estadio Jose “Joe” Basora de Lajas. Los locales estaban atrás en el pizarrón 3-1 ante los Tarzanes de Mayagüez. Y le llegó la llamada...
Cruz, de 33 años, trabajaba sus lanzamientos en el bullpen y seguía las incidencias del partido, pero nunca pensó que iba a ser enviado a la loma por primera vez desde el 2012, ante la complicada situación de juego. La ovación de la fanaticada no se hizo esperar, al igual que los nervios del pelotero.
“Me sentí como un novato, como si hubiera sido mi primer juego Doble A, pero también estaba súper emocionado porque llevaba un montón de años preparándome. Inclusive, hubo veces que empezaba a entrenar y a hacer ejercicios cuando se supone que no lo hiciera para mantenerme positivo y con las ganas y el deseo de poder ayudar al equipo y estar aquí nuevamente vistiendo este uniforme”, expresó Cruz.
Su labor, tras años de ausencia en el box, no pudo ser más reconfortante. Pudo retirar sin problemas el cuarto, quinto y sexto bate de la alineación mayagüezana.
Esa corta, pero significativa labor monticular, levantó nuevamente su confianza y marcó el inicio de una nueva oportunidad.
“La verdad es que la vida le cambia completamente a uno. Hay que mantener la fe, siempre después de lo negativo surge algo positivo. En mi caso, fue verdad que perdí algunas cosas, sabía que no iba a ser fácil, pero me ocurrieron cosas sumamente positivas. La parte de la enfermedad es básicamente mental. Si tú te dejas vencer en la mente, te vence completo. Mientras estés positivo, no importa lo que pase, tú estás viviendo”, concluyó.
“Yo le dije a mi madre que por qué lloraba si el que tenía que estar llorando era yo. Eso a ella la calmó bastante porque sabía que yo estaba manteniendo
un espíritu alto”
JAIME CRUZ
Sobreviviente de cáncer