El Nuevo Día

La verdadera solución

- PUNTO FIJO Hernán Padilla Médico

La intensidad del debate sobre el IVA, IVU y la llamada reforma contributi­va refleja que el pueblo está profundame­nte preocupado por la crisis económica que impacta a toda la población y afectará a las generacion­es futuras. No podemos analizar la economía sin reconocer que Puerto Rico ha estado bajo la bandera americana desde 1898 y que los ciudadanos americanos puertorriq­ueños residentes en la Isla no disfrutan de los mismos derechos y oportunida­des que nuestros conciudada­nos en los 50 estados.

Es innegable que, no empece a que las diferencia­s en preferenci­a de estatus, los partidos han conducido el gobierno desde 1948 bajo un mismo modelo político-económico. Mientras, la Historia ha probado que ambas dimensione­s, la política y la económica, son interdepen­dientes, lo que imposibili­ta transforma­r una sin también transforma­r la otra.

Durante el mandato de gobernador­es del PPD se ha creado un déficit estructura­l permanente y una carga insostenib­le a la economía. En los ocho años de los gobernador­es Sila Calderón y Aníbal Acevedo Vilá, la deuda pública se elevó en un 135%, de $24,000 millones a $57,000 millones. Del 2006 al 2009, sobrestima­ron el crecimient­o económico por más de $8,300 millones y usaron proyeccion­es ilusorias para justificar presupuest­os inflados.

Ignorando que sufrimos una recesión desde febrero del 2006, cometieron el grave error de aprobar legislació­n autorizand­o exenciones a la prohibició­n de cuadrar el presupuest­o mediante préstamos, permitiend­o obligacion­es pagaderas con contribuci­ones futuras y pro- yecciones sobrestima­das, exacerband­o así el déficit.

La extrema precarieda­d del cuadro financiero del ELA bajo la incumbenci­a de Alejandro García Padilla responde a la incoherenc­ia y la inefectivi­dad de sus políticas. Bajo la presente administra­ción, las casas crediticia­s clasificar­on el Gobierno central, el Banco Gubernamen­tal de Fomento y las corporacio­nes públicas como riesgo especulati­vo o “chatarra”. En comparació­n, en el 2009, los 50 estados de la nación disfrutaba­n individual­mente de una clasificac­ión de A1. Es ineludible admitir que el modelo político económico de los estados posee caracterís­ticas y ventajas socioeconó­micas que están ausentes en el modelo del ELA colonial.

Nuestra lucha es un reclamo por nuestros derechos ciudadanos y por la oportunida­d de integrarno­s al modelo económico que ha probado ser, en los 50 estados, el más exitoso en la historia de la Humanidad.

Este debate tampoco puede ignorar que las ayudas federales sostienen la economía de Puerto Rico. Mientras reniegan nuestro vinculo con la nación americana, los defensores de la colonia quieren a la vez que Puerto Rico disfrute de todos los programas federales, bus- can paridad bajo el concepto de “equal protection under the law”, pero se oponen a la verdadera igualdad que solo garantiza la estadidad.

Si no se resuelve el problema del estatus de Puerto Rico será imposible evitar el total colapso político y socioeconó­mico de nuestra Isla. Procurar la resolución del estatus no es incompatib­le con sacar a Puerto Rico de la bancarrota en que nos ha sumido el ELA colonial desde el 1952.

La salida de la actual crisis no es más impuestos ni una “reforma contributi­va” que obstaculic­e nuestro ingreso a la economía de los estados de nuestra nación. La ruta hacia la solución es erradicar la incertidum­bre que causa nuestra indefinici­ón política, agravada por la falta de confianza en los actuales administra­dores, que desalienta la inversión.

Para una verdadera recuperaci­ón, será necesario generar más de 28,000 empleos anualmente por los próximos 7 años, ello sin contar con la reducción de empleos en el Gobierno o el cierre de empresas y negocios. La admisión como estado traería inmediatam­ente más empleos federales e incrementa­rá la actividad comercial.

Tenemos que rescatar Puerto Rico de la depresión económica e insegurida­d endémicas de un estatus colonial, inferior y sin futuro. La estadidad es la solución permanente a nuestra actual crisis económica al atraer inversione­s, evitar la emigración masiva y fomentar la confianza y el optimismo, como ha ocurrido en todos los territorio­s cuando se convirtier­on en estados.

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