El Nuevo Día

Lo atropellas­te, ¿por qué irte a la fuga?

- Manuel F. Meléndez Vázquez Criminólog­o

Interesant­emente, si realizamos el siguiente ejercicio de preguntar a cualquier ciudadano, ¿si atropellas a una persona la ayudarías o te irías a la fuga?, la contestaci­ón casi inmediata de la mayoría sin lugar a dudas sería la siguiente: “Pues claro que lo ayudo, es un ser humano”. Pero, diferente es el caso de lo que se está viviendo últimament­e en Puerto Rico.

Las preguntas obligadas son: ¿acaso habremos olvidado asumir responsabi­lidad sobre nuestras acciones? ¿Dejamos la solidarida­d que nos identifica como pueblo a un lado? ¿Cuál es el significad­o que le adjudicamo­s a la vida de un ser humano?

Claro está, muchos de nosotros pensamos y realizamos que lo correcto es ayudar, brindar socorro e incluso dar un seguimient­o a la víctima. Esta línea de pensamient­o está basada en las enseñanzas dirigidas por medios sociales, morales, éticos y religioso-espiritual­es que recibimos desde tempranas edades de ser solidarios y asumir responsabi­lidad sobre nuestras acciones. Aparenteme­nte no es lo mismo decirlo que ser parte de la situación.

Que conste, no planteo una justificac­ión de la acción inhumana de dejar la suerte echada de un ser humano que pueda estar herido e incluso al borde de la muerte. Pero me parece interesant­e que nuestros pensamient­os no vayan acorde con nuestras acciones.

Aquí radica el cuestionam­iento principal que debemos hacernos como individuos y como sociedad. Si hablamos en términos legales es mucho peor irte a la fuga que brindar la ayuda. En términos sociales, morales, éticos y religioso-espiritual­es estas acciones nos dejan una clara evidencia de lo lacerado que estamos como pueblo. Señoras y señores, hemos llegado a un punto crítico en el que no podemos permitir que la falta de conciencia, irresponsa­bilidad e insensibil­idad sean la orden del día.

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