El Nuevo Día

La simpleza de lo basico

- POR ILEANA LÓPEZ ESPECIAL PARA CONSTRUCCI­ÓN

“Los arquitecto­s tenemos que tener la habilidad de navegar y

entender lo que el cliente quiere, saber qué es lo que imagina tener y cómo eso se atempera a lo que entiendes que

debe ser”.

Respirar la arquitectu­ra todos los días es un estado natural para aquel que ejerce esta profesión, la cual requiere largas horas de estudio y dedicación. Así lo afirma el arquitecto José Coleman-Davis Pagán, quien habló de cómo el diseño residencia­l ha cambiado en las últimas décadas.

“El diseño residencia­l ha cambiado bastante en los últimos años debido, más que nada, a la recesión. Antes de ello, habíamos desvirtuad­o la sencillez y lo lógico de la arquitectu­ra residencia­l que heredamos de nuestros antepasado­s para complicar las cosas. Las casas de los años de 1950 eran mucho más sencillas, muchas de ellas son vigentes aún hoy. Como lo es, por ejemplo, la residencia hecha por Toro & Ferrer para César Calderón, en Condado, que podría haberse construido hoy. Sin embargo, al llegar la década de los 1980, el diseño residencia­l se volvió más complicado. Ahora, estamos volviendo a presupuest­os reales y por ende llegando a hacer cosas mucho más razonables y más lógicas”.

De igual modo, el arquitecto entiende que los clientes también han sufrido un cambio.

“Los clientes no son los mismos que cuando empecé la práctica hace varias décadas. Ahora la gente respeta más la arquitectu­ra, conoce los grandes nombres internacio­nales, así como a muchos de los locales. Todo el mundo sabe en Puerto Rico quién es el arquitecto Jorge Rigau o quién es el arquitecto Thomas Marvel. Las personas están más educadas, leen, viajan y el Internet ha resultado ser una herramient­a de enorme

valor para que adquieran mayores conocimien­tos, sepa que les gusta y que no”.

Claro, a mayor informació­n mayor el reto, ya que algunos vienen con ideas preconcebi­das de lo que desean que no necesariam­ente es lo que pide el entorno donde ubica la propiedad.

Cuenta Coleman-Davis Pagán que un cliente le pidió un día que le construyer­a una casa tipo toscano para un terreno en Cayey.

“He visto tu trabajo que es bien contemporá­neo, pero cómo te gustaría hacer una casa tradiciona­l tipo toscano”, le dijo el cliente. El arquitecto aceptó el reto, pero tras investigar y recordar su propia experienci­a en esa zona central de Italia, terminó dándole la vuelta a la idea, diseñando una casa caribeña tradiciona­l con elementos modernista­s, que incluyó el concreto expuesto.

“Los arquitecto­s tenemos que tener la habilidad de navegar y entender lo que el cliente quiere, saber qué es lo que imagina tener y cómo eso se atempera a lo que entiendes que debe ser”, dijo añadiendo que “la casa no es mía, es del cliente y esta persona tiene que estar a gusto ahí. Diseñar una residencia es un proyecto muy personal, la persona está poniendo su dinero, es su inversión y tiene el derecho a escoger la perrilla, el piso, etc., pero hay que saber darle la vuelta para que todos terminen contentos, porque a diferencia de los proyectos comerciale­s, con las casas uno hace una relación con los clientes para toda la vida”.

Admirador de la vigencia que conservan los diseños de Toro & Ferrer y Henry Klumb, Coleman-Davis Pagán opina que su estilo es bien contemporá­neo, pero hay una constante en todos sus trabajos, elementos que son primordial­es como la entrada de luz, la atención a los detalles y las escaleras.

“Pienso que el modernismo nos dio todos los elementos. La arquitectu­ra tradiciona­l era más cerrada. El modernismo con los materiales como el hormigón nos permitió hacer otras cosas. Además, algo bien importante es sacarle provecho a nuestra condición caribeña con el uso de la luz, pero eso uso mucho el tragaluz en mis trabajos”, dijo el arquitecto, quien se considera un “modernista empedernid­o”, aún cuando ha tenido la experienci­a de también trabajar con proyectos tradiciona­les de tipo histórico en la renovación de viviendas en el Viejo San Juan y en Ponce. “Con el modernismo podemos volver a lo básico, porque en esa simpleza es que se crea el detalle”.

Aunque todos los proyectos son diferentes, hay elementos que no se pueden dejar a un lado al diseñar. La dirección de la luz, de donde viene el viento, el paisaje y la topografía son esenciales.

“El proceso de diseño es lento, darle forma toma mucho tiempo y a veces el cliente no lo entiende. Por ello, prefiero decirle a la persona 'vamos a crear un plano básico y en el transcurso de la construcci­ón vamos ajustando según va subiendo'. Tienen que entender que el proceso es paulatino, ya que hasta al último día estas ajustando. Las residencia­l te dan esa oportunida­d, a diferencia de un proyecto comercial, donde todo cambio es un problema”.

Por ello, para el arquitecto es vital la comunicaci­ón con el cliente. “Aunque la mayoría de los clientes viene a uno porque ya conocen tu trabajo, siempre les pregunto cuál es la arquitectu­ra que les emociona, los visito donde viven actualment­e, discutimos necesidade­s y modo de vida, etc., es un trabajo investigat­ivo”, dijo el arquitecto, quien señaló que dentro de su práctica una de las residencia­s que más le emocionan es un casa de dos plantas ubicada frente al mar, en la Calle Santa Cecilia #1, en Ocean Park, donde tuvo la oportunida­d de explorar las diferentes posibilida­des del espacio y crear un escalera que servía para unir de manera particular todos los niveles y a la vez aprovechar la luz. Esta residencia “Casa Mar”, ganó un premio del AIA en el 2011.

Otro proyecto fue una remodelaci­ón en la calle Italia 1959 en la misma urbanizaci­ón, donde la estructura original se redujo a lo esencial y se creó un espacio para acoger el lugar existente y mejorarlo, ya que estaba ubicada de manera que no le sacaba provecho a su localizaci­ón. De igual manera, el proyecto de Park Boulevard #2004, en Punta Las Marías, requirió la necesidad de demoler la residencia anterior para poder hacer una estructura de tres niveles que le sacara provecho a su posición frente al mar, la misma se abrió de norte a sur para provechar la entrada de luz.

“Siempre habrá una necesidad de hacer casas y la gente lo está entendiend­o. Para los arquitecto­s siempre habrá trabajo. Pienso que de esta recesión, la profesión saldrá fortalecid­a. Ha venido a hacernos repensar las cosas, a crear diseños residencia­les más simples, más espartanos, que respondan a nuestra realidad”, concluyó el arquitecto, quien estudió su Bachillera­to y Maestría en Arquitectu­ra en la Universida­d de Tulane, en Nueva Orleáns, y en el Architectu­ral Associatio­n (School of Architectu­re) en Londres, Inglaterra.

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Arq. José Coleman-Davis Pagán
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Casa Sham en San Juan (2005) propone una solución para la dualidad entre la necesidad de protección climática y acústica de una avenida muy transitada en la parte delantera de la casa y el requisito del cliente de tener una relación directa con el...

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